En 2002 el buque monocasco Prestige, que navegaba frente a la Costa da Morte en medio de un fuerte temporal, terminó por naufragar y provocó un vertido de 11.000 toneladas de crudo.
El 13 de noviembre de 2002, frente a la Costa da Morte en Galicia, el barco monocascoPrestige dio el aviso de que sufría una brecha en el lado de estribor del casco y había una fuga de las 77.000 toneladas de fuel altamente contaminante. Comenzaba así el que ha sido considerado el tercer accidente más costoso de la historia, por detrás del transbordador Columbia y del accidente de Chernobyl, y que aún permanece en la memoria de los españoles como una mancha imborrable.
Lo que comenzó siendo, según las primeras declaraciones del Gobierno, una pequeña brecha de 17 metros de largo acabaría por seguir creciendo hasta los 35 metros y envenenaría más de 2.000 kilómetros de costas españolas, francesas y portuguesas. Se había decidido alejarlo lo máximo posible de la costa, pero durante el remolque el barco se partió en dos y se hundió el 19 de noviembre. El primer vertido supuso unas 6.000 toneladas de fuel y al partirse se sumaron otras 5.000, que llegaron a la costa debido a la llamada ‘corriente de Navidad’.
Fueron 90.566 las toneladas de arena y crudo que se tuvieron que retirar solo en el primer año de trabajo. Miles de personas de todas partes de España y Europa acudieron como voluntarias que querían echar una mano y reducir los posibles efectos desastrosos que el crudo provocaría. Sin duda, su participación fue clave pero el daño medioambiental ya estaba hecho y miles de especies animales y vegetales y su propio ecosistema fueron las que más caro pagaron la incompetencia humana. A ello hay que añadir la repercusión en el estilo de vida y la economía pesquera gallega o el coste que supuso intentar reparar el desastre.
Tras diez años de juicios e investigaciones, ninguno de los responsables directos del desastre pagaron realmente las consecuencias de sus decisiones y actos. Los miembros del Gobierno que se hicieron cargo de la situación fueron duramente criticados por la mala gestión y actitud con la que lo afrontaron. La gravedad de la situación fue claramente infravalorada y no se tomaron las medidas adecuadas a tiempo, lo que hizo que las posteriores consecuencias se acrecentaran. Tantos años después, la catástrofe medioambiental del Prestige debe seguir siendo un recordatorio de la importancia que tiene cuidar nuestro entorno para la población y un sentimiento de culpa imborrable para los responsables de todos los “Prestiges” del mundo.
Ave cubierta de petróleo
Decenas de animales, sobre todo aves y peces, se vieron afectados por la marea negra que produjo el vertido de petróleo quedando muchos impregnados mortalmente por el crudo.
Cangrejo cubierto de fuel
Este cangrejo cubierto completamente de petróleo vertido por el Prestige es solo una pequeña muestra de cómo afectó a la fauna y flora el accidente. Por ejemplo, en 2005, la pesca de pulpo en la zona se redujo un 45% respecto a la del año anterior.
Capazos para limpiar las playas
Los capazos, esos cubos negros con asas de plástico, fueron fundamentales en las labores de limpieza llevadas a cabo por los voluntarios.
Rehabilitación en Pontevedra
En la imagen se observan las labores de rehabilitación llevadas a cabo por especialistas a algunas especies animales. En este caso se está alimentando al pequeño polluelo tras limpiarle completamente el chapapote vertido por el petrolero Prestige.Foto: Gtres
Animales muertos
Un hombre sujeta un Mascato (Morus Bassanus) muerto por el vertido de petróleo del Prestige.Foto: Lameiro / Wikipedia
Limpieza de las playas
Un voluntario trata de limpiar las rocas impregnadas de chapapote tras el accidente ocurrido el 13 de noviembre de 2002. Según el ministro de Agricultura de aquel entonces, Miguel Arias Cañete, las pérdidas producidas por el cese de la pesca en Galicia fue de 24 millones de euros. Evidentemente, el coste final fue muy superior a esta cifra.
Símbolo de solidaridad
Entre todas las imágenes desastrosas que llegaron de esos momentos, hubo una que aportó algo de luz al deprimente panorama. La catástrofe del Prestige hizo que decenas de miles de personas, procedentes de todas partes de España y de Europa, decidieran acudir como voluntarios hasta las playas de Galicia para combatir el crudo.
Un barco monocapa de 26 años
El Prestige era un petrolero con bandera de las Bahamas, dueño liberiano, armador griego y certificado de navegación estadounidense. En 2002, momento del accidente, el barco llevaba tres años sin haber pasado ningún tipo de revisión y le quedaba algo más de dos años para que fuese retirado, ya que la ley obligaba a navegar por aguas comunitarias con doble casco. La brecha en el casco se produjo debido a las malas condiciones y al desgaste de los materiales del casco.
En el momento de la catástrofe, España estaba gobernada por el Partido Popular de José María Aznar. La sociedad y las zonas afectadas se mostraron muy descontentas de la forma en que el Ejecutivo había afrontado la crisis y le acusó de dar una respuesta tardía, ocultar información y manipular a la población para que la situación pareciera menos grave de lo que en realidad era. En las elecciones de 2004, su actuación en el Prestige acabaría por pasarles factura y perderían las elecciones frente al PSOE.
Nunca Máis
Dos días después de que se produjera el vertido de crudo, surgió en Galicia un movimiento popular que exigía responsabilidades políticas y medioambientales. Esta plataforma ciudadana criticó duramente la mala respuesta del gobierno autonómico y central y dio visibilidad al descontento de la población que veía cómo su hogar había quedado destrozado. Su emblema es la bandera gallega pero sobre fondo negro en vez de blanco.
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