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¿Sienten los animales el dolor como los humanos?

Aunque se sabe que los animales sienten dolor, no está claro todavía el modo en que lo hacen. ¿Se trata de una cuestión puramente física o también posee un componente emocional, como el sufrimiento de los seres humanos?

Los animales sienten dolor porque poseen –al igual que nosotros, los animales humanos– un sistema nervioso central. Pese a la evidencia de este hecho biológico, no fue hasta principios del siglo XX que se desató con intensidad el debate en torno a la naturaleza de los animales como seres sensibles, junto a las leyes del entorno global elaboradas para combatir el maltrato animal y las prácticas violentas cometidas contra ellos, tanto en el entorno doméstico como en la industria.

Sin embargo, lo que parece no estar tan claro todavía es el modo en que los animales sienten ese dolor: si se trata de una cuestión puramente física o también posee un componente emocional, como el sufrimiento de los seres humanos. Por ejemplo, hoy sabemos que las mismas regiones del cerebro que responden a las experiencias sensoriales dolorosas se activan durante las experiencias intensas de rechazo social, como demostraron investigadores de la Universidad de Michigan (EE UU) en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)
Y es que el dolor es una cuestión que se percibe por dos canales: de forma sensorial y de forma emocional. La percepción física del dolor se traduce de forma muy distinta en términos emocionales, incluso de unas personas a otras, lo cual tiene que ver con la situación en que nos encontramos, los niveles de estrés, etcétera.

Todos los dolores son distintos entre sí: el dolor de espalda, el dolor de un arañazo, el dolor menstrual... Y no solo eso. En nuestra cotidianidad llegamos a sentir dolor aunque no haya ningún tipo de estímulo físico que nos lo provoque, constituyendo un tipo de dolor esencialmente emocional.
En el caso de los animales, el dolor físico, muchas especies suelen comunicarlo a través de sus expresiones faciales o sus movimientos o emitiendo chillidos y gritos de alerta, aunque no puedan hacerlo verbalmente. En el ámbito veterinario se emplea la denominada Escala de Glasgow, que está diseñada para poder medir el dolor –dentro de lo posible–, para conseguir tratarlo de forma eficaz también en los animales. Biológicamente, además, el dolor cumple una función muy clara: alertar al cuerpo de que podría estar en un estado de peligro para hacerlo reaccionar a tiempo.
Las reacciones de algunos animales ante la presencia del dolor poseen características que recuerdan al modo en que lo gestionamos los seres humanos. Es más, se han observado conductas en ellos que no parecen tener que ver con abordar el dolor desde un punto de vista totalmente físico, sino también psicológico, como el alejarse de sus iguales o de sus dueños evitando la socialización o el dejar de comer. En cualquier caso, la cuestión sobre el dolor en los animales y cómo se manifiesta deberá seguir siendo abordada desde la investigación, puesto que todavía queda mucho por esclarecer.

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