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La basura electrónica podría llegar a 75 millones de toneladas para 2030

Los desechos electrónicos en todo el mundo han aumentado más del 20% en solo cinco años.

Un nuevo informe de la Organización de Naciones Unidas ha expuesto que el acúmulo de productos electrónicos desechados del planeta se está volviendo preocupante. Los desechos electrónicos, basura electrónica o e-waste, está formada por teléfonos móviles, impresoras, televisores, cepillos de dientes eléctricos y muchos otros artículos electrónicos que ya no utilizamos y que acaban amontonados en la basura.

Si en 2014 la humanidad arrojó unos 44,4 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos no deseados, en 2019 se generaron 52,7 millones de toneladas (53,6 millones de toneladas métricas) de desechos electrónicos en todo el mundo; pesaron más que todos los adultos que viven en Europa. Y de toda esa basura electrónica, se recicló menos de una quinta parte.

Según el Global E-Waste Monitor 2020, para el año 2030, se proyecta que ese número crecerá a alrededor de 74,7 millones de toneladas, lo que representa aproximadamente el equivalente a ocho veces el peso de la Presa de las Tres Gargantas de China. Hablamos de casi una duplicación de la cifra de 2014 en tan solo 16 años, advierte la ONU.

Los países que más basura electrónica arrojan son Noruega, con una media de 26 kilos por persona y Reino Unido, con 23,9 kilos.

Cada día hay más basura electrónica porque el crecimiento del consumo, los ciclos de vida más cortos de los dispositivos tecnológicos y las pocas opciones de reparación, impulsan este aumento de compra y desecho continuo. Además, como hemos apuntado al principio, la mayoría de las personas no recicla de forma adecuada sus productos electrónicos, apenas se reciclaron 9,3 millones de tonadas de los 53,6 millones de toneladas de basura electrónica generada en 2019. No llega al 17,5%.


Efectos colaterales

El problema es que esta basura electrónica es un peligro tanto para la salud como para el medio ambiente, pues todos estos productos contienen aditivos tóxicos o sustancias peligrosas como el mercurio o el cadmio de los ordenadores portátiles o smartphones, que dañan el cerebro humano o incluso refrigerantes como clorofluorocarbonos e hidroclorofluorocarbonos, que pueden filtrarse al medio ambiente; por no hablar de que los desechos electrónicos también son una fuente de desechos plásticos.

Cuando tiramos a la basura un dispositivo y luego va a parar al vertedero, cuando estos se calientan, se liberan sustancias químicas tóxicas en el aire que dañan la atmósfera, contribuyendo negativamente al calentamiento global; pero también pueden filtrarse en el agua subterránea, afectando a animales y plantas.


El informe de la ONU recalca la importancia de reciclar los desechos electrónicos, porque representan una “mina urbana” de gran valor, ya que también contienen metales que se pueden recuperar y reutilizar, como hierro, cobre y oro; el valor de estas materias primas solo en 2019 se estima en más de 57.000 millones de dólares.


"Se requieren esfuerzos considerablemente mayores para garantizar una producción, consumo y eliminación global más inteligente y sostenible de equipos eléctricos y electrónicos", comentó David M Malone, Secretario General Adjunto de la ONU.

Referencia: V. Forti et al. The global e-waste monitor 2020: Quantities, flows and the circular economy potential. United Nations University/United Nations Institute for Training and Research. July 2, 2020.

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