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¿Cómo consiguen las rayas volar fuera del agua?

La raya más grande del mundo, la manta gigante, Manta birostris, puede llegar a superar los cinco metros de envergadura y la tonelada de peso.

Aun así, es capaz de realizar impresionantes saltos de hasta tres metros por encima de la superficie del mar. Y no es la única. Otras especies de estos peces cartilaginosos también lo hacen. Algunos expertos creen que así se libran de los parásitos; otros, que les sirve para huir de posibles depredadores o asustar a sus presas. Los brincos también podrían formar parte de un ritual de apareamiento o sencillamente los darían por puro placer. Lo que sí se conoce es el mecanismo que utilizan.

Las mantarrayas, por ejemplo, poseen unas potentes aletas pectorales dispuestas en forma de alas que les permiten nadar a gran velocidad. Para evitar el rozamiento, pliegan las aletas cefálicas, situadas a ambos lados de la boca, con las que atraen el alimento. De esta manera, se impulsan desde unos pocos metros de profundidad para alcanzar la superficie. Una vez fuera del agua, continúan moviendo sus extremidades mientras están en el aire, con lo que prolongan el tiempo de vuelo.

Según se desprende de los avistamientos, ofrecen tres versiones básicas de este espectáculo: aunque siempre ejecutan los saltos hacia delante, pueden terminarlos cayendo de cabeza, de cola o haciendo una voltereta.

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