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¿Cómo reapareció una especie que se creía extinta hace décadas?

La tortuga gigante de Fernandina, del archipiélago de las Galápagos, se consideraba una especie extinta hasta que el 19 de febrero de 2019 una expedición descubrió un ejemplar vivo de más de 100 años de edad.

Corría el 5 de abril de 1906 cuando el ornitólogo californiano Rollo Howard Beck, en una expedición de la Academia de Ciencias de California a las islas Galápagos descubrió cuatro especies nuevas de tortuga gigante. Se recolectaron cuatro ejemplares de especies diferentes, todas ellas nuevas, y el herpetólogo también californiano John Van Denburg las describió un año más tarde en el que sería el primer artículo científico de la recién inaugurada revista Proceedings of the California Academy of Sciences
De entre los ejemplares recolectados, destacó un macho de la isla Fernandina, de casi 90 cm de longitud. A esta especie, de la que solo se conocía la existencia de ese macho —que encontraron vivo y mataron en dicha expedición—, la llamaron originalmente Testudo phantasticus, hoy reclasificada en el género Chelonoidis, como C. phantasticus, también conocida por su nombre vernáculo: tortuga gigante de Fernandina. Desde aquel primer avistamiento, no se había visto ningún otro ejemplar y en 1960 pasó a considerarse una especie extinta.
Ejemplar tipo de tortuga gigante de Fernandina, de 1906

Ejemplar tipo de tortuga gigante de Fernandina, de 1906Ejemplar tipo de tortuga gigante de Fernandina, de 1906

¿Estaba extinta o estaba de parranda?

Su condición de especie extinta, sin embargo, pronto comenzó a cuestionarse. Durante una nueva expedición en helicóptero en el año 1964 hallaron heces de tortuga y cactus mordisqueados en la isla Fernandina. La sospecha creció cuando, en el año 2009, durante un estudio aéreo del hábitat que, hipotéticamente, debería ocupar esta especie, se produjo un posible avistamiento no confirmado de un ejemplar de tortuga gigante. Cuatro años más tarde, en 2013, el hallazgo de nuevas heces y huellas terminaron convenciendo a los técnicos de la UICN —la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la organización que designa el estado conservación de las distintas especies— para que considerasen la evidencia circunstancial y cambiasen su criterio.
Dejó de considerarse “extinta” y pasó a ser una especie “en peligro crítico, posiblemente extinta”.
A diferencia de lo que sucede con la mayoría de especies de tortugas gigantes de las Galápagos, cuyas poblaciones fueron diezmadas sobre todo por la explotación de balleneros y bucaneros, no hay registros de capturas de tortugas gigantes de Fernandina. Se piensa que la principal amenaza de esta especie, que prácticamente la llevó a la extinción, fueron causas naturales, y en especial, las reiteradas erupciones volcánicas.
Y es que su hábitat se ha reducido debido a los extensos flujos de lava recientes, el último en abril de 2009, en una isla de 642 km2, prácticamente cubierta por coladas aún estériles, y que es la más activa a nivel volcánico de todo el archipiélago. El hábitat potencial de esta especie es, por todo esto, bastante reducido; con total seguridad, es de menos de 140 km2, y probablemente se restrinja a tan solo 39 km2. Un territorio mínimo compuesto por matorrales xerófilos —es decir, adaptados a una sequía extrema— en baja altitud, y vegetación de mejor calidad en altitudes más elevadas.
Erupción del volcán La Cumbre, de Fernandina, en 2009

Erupción del volcán La Cumbre, de Fernandina, en 2009Erupción del volcán La Cumbre, de Fernandina, en 2009

Dada la extrema delicadeza de su hábitat, se propuso una búsqueda intensiva de tortugas gigantes de Fernandina para determinar si realmente quedaba alguna. Además, se recomendó el desarrollo e implementación de un plan de manejo de la especie, en el caso de hallar algún ejemplar vivo.

Fernanda, una abuela centenaria

En 2019, un grupo de expertos del proyecto internacional Giant Tortoise Restoration Initiative —del inglés Iniciativa de restauración de tortugas gigantes o GTRI—, que incluían especialistas tanto del Parque Nacional Galápagos como de la organización Galapagos Conservancy, realizaron una nueva exploración. En ella, y hace exactamente tres años, el 19 de febrero de 2019 se localizó a la que podría ser responsable de aquellos rastros. Una hembra de tortuga gigante viva y sana, de más de 100 años de edad, a la que llamaron Fernanda. Fue trasladada rápidamente por los técnicos del GTRI, al centro de cría Fausto Lleren, en la isla de Santa Cruz, donde vive desde entonces.
Recientemente, se confirmó mediante análisis genéticos que Fernanda pertenece, efectivamente, a la misma especie que aquel ejemplar capturado en 1906, Chelonoidis phantasticus. Definitivamente, ahora sabemos que la tortuga gigante de Fernandina no está, al menos de momento, extinta.
Fernanda, la última tortuga gigante de Fernandina

Fernanda, la última tortuga gigante de FernandinaFernanda, la última tortuga gigante de Fernandina

Lo que los investigadores quieren ahora es evitar que se repita el desastre de Solitario Geroge, el último macho de la especie Chelonoidis abingdonii o tortuga gigante de Pinta. Solitario George fue rescatado en 1972, seleccionado para un programa de crianza en cautividad para intentar reproducirlo con especies filogenéticamente cercanas, sin éxito, y falleció en el año 2012.
Pero para Fernanda aún hay esperanzas; según los testimonios de algunos guardas del Parque Nacional Galápagos, se siguen encontrando heces y huellas que pueden atribuirse al menos a dos tortugas más en la isla. Se están planeando ya nuevas expediciones, y no sería sorprendente que se encontrasen nuevos ejemplares que puedan salvar a esta especie de la extinción definitiva.

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