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¿Están amparados por la ley los animales?

Tienen derechos, pero eso no significa que disfruten de ellos. España, a la espera de una legislación homogeneizada, sigue a la cola de Europa en su respeto.

Sandra tiene treinta años. Desde que nació, ha vivido siempre encerrada. No hablamos de un ser humano, sino de una hembra de orangután cuya existencia ha estado limitada a los muros de los distintos zoológicos donde ha sido expuesta. El último de ellos fue el de Buenos Aires, pero la Justicia argentina tomaba una decisión histórica el año pasado al determinar que su privación de libertad era ilegal y reconocer sus derechos como persona no humana. Su destino ahora es una reserva natural en Brasil.

Casos como el de esta orangutana son excepcionales, pero ponen de manifiesto que no solo el Homo sapiens posee derechos. Otra cosa es que sean reconocidos: por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se aplica en multitud de países, lo que no significa que sus ciudadanos no los tengan. "En los animales, sus derechos no son reconocidos de manera evidente", apunta Carles Soliva, vicepresidente de la Comisión de Derechos de los Animales del Colegio de Abogados de Barcelona y titular del Bufete Soliva. Lo suscribe Daniel Dorado, abogado especializado en derecho animal: "La legislación considera a los animales una propiedad. Eso lleva a que, por lo general, no podamos hablar de que los animales tengan reconocidos derechos propios".

En 1977, se adoptó la Declaración Universal de los Derechos Animales, pero, como toda declaración, se trata de un documento no vinculante, lo que significa que ningún país está obligado a acatarla. El artículo primero destaca que "todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia". El texto también reconoce el derecho al respeto, a los cuidados del hombre o a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo. En el caso de la fauna salvaje, el documento indica que esta tiene derecho a vivir libre en su ambiente natural.

"A nivel teórico, la corriente que reclama derechos para los animales focaliza aquellos en tres puntos esenciales: la vida, la libertad y el no sufrimiento. Sus impulsores defienden así que los animales son capaces de sufrir, que tienen interés en vivir y en hacerlo en libertad", explica Silvia Barquero, presidenta del partido animalista PACMA.

Durante las últimas décadas se han desarrollado diferentes iniciativas legislativas, a nivel comunitario, estatal o autonómico que avanzan en esta senda. En España, las comunidades autónomas han aprobado normas que varían mucho de unas a otras, sin que exista una ley estatal que sirva de hoja de ruta. "No hay una ley nacional y es lo que se está planteando, una ley marco y, dentro de ella, que cada comunidad se vaya adaptando", señala Soliva.

En 2014, el Partido Popular anunció una nueva ley de tenencia y comercio de seres vivos, pero no llegó a prosperar, y varios partidos han llevado en sus programas electorales de las últimas elecciones generales la creación de esta ley de protección animal que homogeneizaría esa disparidad normativa.

En el caso de los malos tratos, las sanciones varían de una comunidad a otra: "Desde los ridículos seis euros por una infracción leve en Castilla-La Mancha a los 150.253 euros de sanción máxima por una infracción muy grave en Aragón", compara Barquero. Cataluña es una de las más avanzadas en cuanto al respeto a los animales. La abolición de las corridas de toros en 2010, aprobada por el Parlamento catalán tras una iniciativa legislativa popular, la convirtió en la segunda comunidad española en prohibir este espectáculo no exento de polémica; Canarias ya lo hizo en 1991.

Uno de los principales avances del Código Civil catalán es el artículo 511, donde menciona explícitamente que los animales no son meros objetos animados: "Los animales, que no se consideran cosas, están bajo la protección especial de las leyes. Solo se les aplican las reglas de los bienes en lo que permite su naturaleza".

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elefante en circo

Los circos, en Cataluña, sin animales salvajes

Bajo esta filosofía, el Colegio de Abogados de Cataluña creó hace catorce años la primera Comisión de Derechos de los Animales de España. “En poco tiempo se han hecho notables avances en cuanto al respeto de los animales, como la abolición de las corridas. Estamos trabajando en el asunto de los zoos y hemos conseguido que en los circos se haya prohibido tener encerrados animales salvajes, como un elefante o un chimpancé”, destaca Soliva como vicepresidente de la mencionada comisión.

A nivel estatal, el Código Penal es la herramienta que utilizan los juristas para penar el maltrato. Aunque en España existe el delito animal desde 2004, su última modificación, la de 2015, supone un avance para los animales, al ir más allá de los domésticos. El maltrato incorpora ahora su abandono, traficar con especies protegidas y también la zoofilia, que antes no estaba penada.

"En veinte años, el Código Penal ha evolucionado mucho en cuanto a la normativa de castigo contra el maltrato. Antes no se contemplaba nada", recuerda el abogado. De hecho, a principios de este año se producía un hecho sin precedentes en España: por primera vez una persona que dejó morir a su perro de inanición está cumpliendo la pena de un año de cárcel que le fue impuesta. El mismo tribunal, el Juzgado de lo Penal n.º 8 de Palma, condenó a prisión unos meses antes a un hombre por matar a garrotazos a uno de sus caballos. Sin embargo, la Audiencia Provincial de Palma admitió el recurso del condenado y le cambió la pena de cárcel por un programa de protección animal.

Pese a estos logros, las fuentes consultadas coinciden en que la reforma del Código Penal es insuficiente. Por ejemplo, en el caso de la zoofilia, solo se considera delito la "explotación sexual" y quedan impunes los abusos de esta índole.

Si nos comparamos con otros países, las leyes españolas son de las más permisivas. "En su Código Civil, Francia reconoce expresamente que los animales no son cosas desde enero de 2015. Ya antes, tanto el Código Rural como el Penal reconocían a los animales como seres vivos y sensibles", subraya Barquero.

En Alemania, los animales no son cosas desde 1990. "Allí, la protección animal está en la Constitución", recalca Soliva. Austria también reconoce en su Código Civil, desde 1988, que los animales no son cosas, sino que están protegidos por normas especiales.

A nivel comunitario, el artículo n.º 13 del Tratado de Lisboa los reconoce como seres sensibles, e insta a los Estados miembro a tratar de respaldar esta capacidad en sus legislaciones. Sin embargo, las excepciones que se contemplan, como ritos religiosos, costumbres regionales y tradiciones culturales, "han dejado muy debilitado el artículo y sus aplicaciones, singularmente en el caso de España y Francia respecto a los espectáculos taurinos", admite la presidenta de PACMA.

Otra iniciativa a la que los Estados pueden unirse o no es el Convenio Europeo de Protección de Animales de Compañía, en vigor desde 1985. Este acuerdo, al que nos adherimos en 2015, contempla que a las mascotas no se les puedan hacer intervenciones quirúrgicas de orden estético, pero, al no haber entrado aún en vigor, no se aplica en todas las comunidades. "Sigue siendo legal en algunas regiones la amputación de rabo y orejas en perros y uñas en gatos", dice Barquero.

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burros

Los animales domésticos no son los únicos protegidos

Surge también otra duda a la hora de reconocer los derechos de los animales: a qué seres vivos nos estamos refiriendo. ¿Es lo mismo abandonar a un perro que matar una culebra en el campo? Dejando a un lado los tratados que se refieren a especies salvajes en peligro, la mayoría de la legislación nacional y europea se limita a los animales domésticos. Sin embargo, gracias a la reforma de 2015, el Código Penal español incluye en el delito de malos tratos, además de a los animales domésticos, a los domesticados, como las ovejas y los burros, los que vivan bajo control humano o aquellos que no vivan en estado salvaje.

"Todos los animales que pueden sentir, es decir, con un sistema nervioso, deberían ser protegidos legalmente. Si un ser sufre, ese padecimiento ha de ser evitado", alega Barquero. En 2012, un grupo de científicos firmó la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, un documento fruto de una reunión en la universidad de esa localidad británica en la que revisaron los sustratos neurobiológicos de la experiencia consciente y otros comportamientos tanto en "animales humanos como en no humanos", según el texto.

La ausencia de neocórtex no parece impedir que un organismo experimente sensaciones y estados emocionales. "Una gran evidencia –señala el documento– indica que los animales no humanos tienen los sustratos de estados conscientes neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos junto con la capacidad de exhibir comportamientos intencionales. Por consiguiente, el peso de dicha evidencia indica que los humanos no son los únicos que poseen sustratos neurológicos que generan conciencia. Los animales no humanos, incluyendo mamíferos y aves, y muchas otras criaturas también poseen estos sustratos neurológicos".

Desde el punto de vista filosófico, en el siglo V a. C., Pitágoras, matemático y vegetariano convencido, fue uno de los primeros eruditos en defender sus derechos al afirmar que también ellos tenían alma.

En las sociedades hinduistas o budistas, el respeto a los animales se basa en el concepto de no violencia sobre el que se sustentan, que lleva a considerar sagrados a algunos como las vacas, todo un símbolo de fecundidad y maternidad.

En épocas más recientes, el filósofo Arthur Schopenhauer denunció en el siglo XIX que no se reconocieran los derechos de las criaturas irracionales: "Quien es cruel con los animales no puede ser un buen hombre", mantenía en su obra Sobre el fundamento de la moral.

"La conquista de derechos de cualquier movimiento, también el del que lucha por el reconocimiento y la protección de los animales no humanos, es gradual y viene marcada por el devenir social, ético o económico del momento histórico en el que estemos", comenta Nuria Menéndez de Llano, abogada especializada en derecho animal en el bufete Menéndez De Llano y directora del Departamento Legal del Observatorio Justicia y Defensa Animal.

Juristas y filósofos coinciden en que una sociedad donde se respetan los derechos de los animales es más justa. "Es la sociedad la que demanda que se vaya en una determinada dirección porque se considera una mejora para su conjunto. La evolución de una relación más ética con los animales forma parte del progreso de ser humano", opina Menéndez de Llano.

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