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¿Cuál es el papel del lobo en los bosques de la península ibérica?

El lobo ibérico es un aliado silencioso que trabaja para mantener la salud de los ecosistemas en los que habita

El pasado 22 de septiembre de 2021 nos llegó la maravillosa noticia (y disculpad mi falta de imparcialidad) de que la caza del lobo ibérico quedaba prohibida en todo el territorio nacional español. La medida llegaba gracias a la incorporación de la especie en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial. Lo que implica que cazarlo es una infracción grave que conlleva una pena de prisión de seis meses a dos años, una multa entre los 3.001 y los 200.000 € y una inhabilitación especial para profesión u oficio y para el ejercicio del derecho de cazar o pescar de dos a cuatro años. Aunque comunidades autónomas como Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León han anunciado que recurrirán la decisión por vía judicial, parece que, de momento, estos cánidos tendrán una merecida tregua y sus poblaciones podrán recuperarse paulatinamente.
Por este motivo, creo que siempre es un buen momento para recordar el papel ecológico fundamental del lobo ibérico (Canis lupus signatus) en nuestros bosques, los conocidos como servicios ecosistémicos:
El lobo está en la cúspide de la cadena trófica, es decir, es un superdepredador que cumple la función de limitar la sobrepoblación de herbívoros, capaces de arrasar con la cobertura vegetal de nuestros bosques.
Al reducir la densidad de animales enfermos y de especies vectores de enfermedades (como la tuberculosis), mantienen sano al ganado y a los seres humanos que conviven con este. Además, evitan que las personas que consumen carne silvestre se contagien de ciertas enfermedades.
En ciertos casos, los lobos también pueden actuar de carroñeros, como los buitres. De esta manera eliminan parte de los cadáveres que yacen en el bosque y a las enfermedades asociadas a ellos, además de contribuir al ciclo de reciclaje de nutrientes del ecosistema.
Para no tener que invertir energía de defender un cadáver y para evitar el riesgo de un enfrentamiento, los lobos no se quedan a vigilar los cuerpos de sus presas, de manera que estos suelen quedarse parcialmente devorados. Este hecho crea una nueva fuente de alimento para otros grupos de animales, como escarabajos carroñeros, aves rapaces o mesocarnívoros (como los zorros), además de los descomponedores (bacterias y hongos), que devolverán los nutrientes de la presa al suelo.
Los lobos pueden limitar las poblaciones de especies que pueden suponer una amenaza para los humanos, como los perros asilvestrados.
Al limitar el número de herbívoros, los lobos fomentan la recuperación forestal. De este modo, pueden crecer más árboles y plantas capaces de absorber y fijar el CO₂.

Las funciones ecológicas de los lobos van mucho más allá. Es un hecho que cuando el lobo desaparece o es eliminado activamente de un ecosistema, este se desequilibra y las poblaciones de sus presas crecen sin límite, pudiendo provocar daños irreparables.
Referencias:
Lo que el lobo nos da. Beneficios ecosistémicos y sociales del lobo ibérico. Informe WWF. Web: https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/manifiesto_lo_que_el_lobo_nos_da.pdf

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