La apicultura se practicaba ya hace 9.000 años
Numerosos utensilios neolíticos de Anatolia, Europa y el Norte de África presentan rastros de cera de abeja.
De acuerdo con un extenso estudio internacional en el que ha participado el Consejo Internacional de Investigaciones Científicas (CSIC), el ser humano practica la apicultura por lo menos desde hace 9.000 años. “Hasta ahora se había estudiado profusamente la domesticación de cabras, cerdos, vacas y ovejas. Con este trabajo se abre la puerta al conocimiento sobre la domesticación de las abejas por parte de las primeras comunidades de agricultores y ganaderos”, explica Juan José Ibáñez, investigador del CSIC en la Institución Milà i Fontanals, de Barcelona.
El informe, publicado este miércoles en la revista Nature, detalla que se han encontrado restos de cera en numerosos fragmentos de cerámica neolíticos de Anatolia, Europa y el Norte de África, lo cual sugiere la explotación de la abeja de la miel (Apis mellifera) prácticamente desde el nacimiento de la agricultura y la ganadería. El vestigio más antiguo ha sido registrado en el yacimiento turco de Çatalhöyük (Turquía), y se remonta en torno al año 7.000 a. C.
El problema de estudiar la asociación entre la abeja y el ser humano es que los insectos no dejan huellas fósiles. Pero como la cera (producto indudable de la apicultura) es un compuesto estable, los investigadores han podido rastrear su presencia en 6.400 fragmentos de cerámica pertenecientes a 150 yacimientos. Esto ha permitido confirmar la antiquísima relación entre la Apis mellifera y el Homo sapiens, que antes solo podía deducirse a partir de las representaciones artísticas en cuevas prehistóricas y murales egipcios.
Entre los restos analizados se incluyen piezas procedentes del enclave neolítico de Kobaederra (Vizcaya), con una antigüedad de 7.000 años. Donde no se han encontrado muestras tempranas de apicultura es en los 1.200 fragmentos de utensilios domésticos procedentes de Irlanda, Escocia y Norte de Escandinavia, seguramente porque el clima impedía allí la supervivencia de las abejas.
Los expertos creen que el primer motivo para desarrollar la apicultura era producir miel, un edulcorante con toda probabilidad muy apreciado en la Prehistoria. En cuanto a la cera, seguramente tendría múltiples usos, desde la impermeabilización de los recipientes de cerámica a su aplicación medicinal, cosmética o ceremonial.