Te contamos todo sobre el síndrome de disfunción cognitiva que pueden sufrir los perros
Se trata de una enfermedad que aqueja a los perros ancianos de entre 8 y 15 años aproximadamente, muy similar al alzhéimer en los humanos. Te contamos más sobre ella.
El síndrome de disfunción cognitiva es un trastorno neurodegenerativo que causa cambios conductuales y cognitivos en perros de avanzada edad. De ahí que se le dé el nombre del “alzhéimer de los perros”, pues los síntomas son muy similares a los de esta enfermedad: olvidos, desorientación, cambios en el comportamiento, trastorno de los ciclos de sueño…
Su consecuencia principal es la disminución de la capacidad cognitiva del perro, lo cual tiene a su vez una serie de efectos que se notan en el día a día del animal y en su relación con nosotros y con otros perros y animales. Pueden incluso llegar a olvidar costumbres que ya tienen muy integradas, como la de hacer sus necesidades fuera de casa o la de dar la patita, o sitios clave de la casa, como su cama o el lugar donde está su comida.
Las causas de la aparición de este síndrome pueden ser varias, aunque la disminución del riego sanguíneo a causa de la edad suele ser la más común, así como un daño oxidativo, que produce la muerte de neuronas. Como cada perro es un mundo, los síntomas en cada uno de ellos serán distintos, pero sí hay algunos que podemos calificar como comunes al síndrome.
Es complicado detectarlo precozmente ya que muchas veces tendemos a pensar simplemente que nuestro perro se está haciendo viejo y que por eso tiene esas “manías” y olvidos repentinos. Por eso, nuestra labor de observación es clave ya que si vemos algo que se sale de lo normal y notamos varios de los síntomas descritos, podremos actuar y llevarlo al veterinario para que haga las pruebas pertinentes.
Por lo general, suelen empezar queriendo estar más tiempo solos de lo normal e interactuando mucho menos con los demás, aunque también puede darse el caso a la inversa: que no quiera separarse de la familia porque se siente perdido y desorientado. A veces también se da, en esta primera fase, un olvido de sus costumbres de siempre, igual que una persona con alzhéimer.
En la siguiente galería te contamos algunos de los síntomas más claros y qué debemos hacer nosotros. Ante todo, te adelantamos: mucho cariño y paciencia.

La asociación American Kennel Club señala que aproximadamente el 28% de los perros de entre 11 y 12 años y el 60% de los que tienen entre 15 y 16 presentan algunos síntomas de esta enfermedad.

Puede aparecer en perros y gatos aunque en estos últimos está menos estudiada y parece ser menos frecuente.

Los primeros síntomas suelen ser alteraciones del ciclo del sueño (no descansan bien o se vuelven activos durante la noche), períodos de desorientación y trastorno de los hábitos higiénicos y de su conducta y comportamiento.

También pueden aparecer cambios en la relación con otros perros y animales e incluso con los humanos de su entorno.

Observarás que tu perro tiene episodios frecuentes de quedarse con la mirada perdida o incluso puede desorientarse y comenzar a perderse, como sucede con los ancianos con alzhéimer.

Por ejemplo, puede darse la situación en la que de pronto no salude a uno de tus amigos o conocidos, o que comience a hacer sus necesidades dentro de la casa.

Incluso pueden volverse agresivos ante determinadas situaciones con las que antes actuaban con normalidad, o desarrollar miedos repentinos.

Uno de los síntomas más tempranos es la desobediencia, que aparece de repente. También puede comenzar a deambular por la casa sin motivo, y experimentar inquietud y desasosiego.

Pueden comenzar a llorar o aullar sin motivo o mostrarse nerviosos, antisociales o, por el contrario, más apegados a ti de lo normal.

También es muy típica en esta enfermedad la ansiedad por separación. Puede deberse a que se sienten desorientados y necesitan más compañía y atención que antes.

Todos estos síntomas pueden aparecer de forma aislada. Incluso pueden darse sólo algunos, depende de cada perro. Cada uno es un mundo.

Debemos tener presente que no es algo que dependa de nuestro perro. Lo más importante es cuidarlo y tratarlo como se merece, es un ancianito y como tal merece respeto, cuidados, mucho cariño y paciencia.

Si se detecta precozmente, el veterinario puede prescribir el tratamiento adecuado, que se divide en distintas fases. La primera será introducir modificaciones en los hábitos y el entorno del animal, como facilitarle los accesos a las distintas estancias de la casa, estar más pendientes de él o intentar estimularle física y mentalmente mediante ejercicios.

El veterinario también puede prescribir un tratamiento médico, así como indicarnos ciertas modificaciones que podemos introducir en su dieta, para aportarle antioxidantes y otros nutrientes necesarios que mejoren su calidad de vida.

Ante todo, te recordamos la importancia de que no diagnostiques por ti mismo a tu perro. En ocasiones, estas alteraciones pueden deberse a un simple cambio (por ejemplo, una mudanza o la llegada de otro miembro a la familia) en el día a día del animal. Por eso es importante que el veterinario lleve a cabo las pruebas pertinentes.