Epilepsia en perros. ¿En qué consiste? ¿Tiene tratamiento?
Pastor alemán, san Bernardo, caniche, beagle, labrador y basset hound están entre las razas de perros más propensas a sufrir epilepsia.
La epilepsia no es algo que únicamente pueda afectar a los seres humanos, los canes son también propensos a sufrirla con síntomas similares. Por eso es positivo informarse bien sobre ella ya que es una enfermedad bastante frecuente en perros, especialmente en machosl, que se produce por una actividad cerebral anormal.
¡No te asustes! Por suerte es algo enormemente estudiado y únicamente podemos seguir una serie de medidas para hacer menos duro ese momento a nuestro animal. Tened en cuenta que como toda patología, es necesario llevar al animal al veterinario y que el profesional pueda establecer unos patrones que ayuden y apoyen al can.
Incidir que porque un perro la sufra, no quiere decir que no esté sano, para nada. Es algo que se puede controlar y reducir al mínimo. Los canes con epilepsia pueden tener, incidimos, una vida normal y feliz siempre que se respete su tratamiento. Por lo que el hecho de que la detectes a tiempo supone poder comenzar el tratamiento en su fase más inicial y reducir los ataques considerablemente. Con esto, no queremos restarle importancia ya que es una patología que debes observar e intentar buscar un control para reducir el sufrimiento de tu mascota.
Existen varias páginas de redes sociales y foros con millones de personas que muestran sus conocimientos empíricos acerca de esto (con muestras de vídeos, comentarios…) ya que sus mascotas la han sufrido, pero, recordamos, únicamente son comentarios de dueños de un perro concreto y, como cada animal, puede sufrir unos síntomas muy distintos y puede tener causas muy dispares. Así que procura no asustarte si ocurre, ya que de lo contrario harás que el animal se ponga más nervioso y hay que intentar que esté lo más cómodo y tranquilo en ese momento. Y, por supuesto, la mejor fuente de información y tratamiento será siempre el veterinario.
A continuación, desde Muy Mascotas te contamos todo lo que debes saber sobre esta enfermedad de carácter hereditario.

La epilepsia consiste en una enfermedad de tipo neurológico basada en choques o descargas electroquímicas que producen una serie de síntomas concretos en el perro. Se puede repetir varias veces a lo largo de su vida y aparece en cualquier momento. Es decir, no por una falta vitamínica, de nutrientes o cualquier otro tipo de problema físico como puede ser el caso de otras enfermedades.

Son lesiones estructurales del cerebro que hacen que el perro tenga ataques repentinos y descontrolados producidos por descargas.

Normalmente las primeras muestras de estos ataques se dan cuando el perro es un cachorro y se pueden prolongar más o menos hasta los seis años de edad, aunque en algunos casos se producen más adelante y duran muchos más años.

No hay una causa concreta para marcar el inicio de esta patología, ya que cada perro puede sufrirla por causas muy distintas derivadas de causas idiopáticas y, en su mayor grado, hereditarias.

Es generalmente la causa más frecuente, también ocurre en humanos. Los genes de los progenitores del can llevan la carga de sufrir esta anomalía cerebral afectando así al cachorro. En este plano también entran los genes recesivos que afectan a algunas razas.

Ciertamente es más frecuente en razas grandes pero, a medida que pasan los años, los expertos se han dado cuenta de que esto es bastante generalista ya que cada vez hay más razas medianas o pequeñas con síntomas de esta patología.

Es importante que, para entender la enfermedad, comprendamos que el animal pasa por tres fases muy marcadas en cada ataque: antes del ataque, durante y después del mismo. Esto marcará los tiempos y los síntomas.

Tu perro estará a punto de sufrir un ataque y ello le conllevará unos síntomas que pueden durar desde minutos a horas en las que notaremos que nuestra mascota tiene un comportamiento anormal, estará intranquilo, nervioso, buscará tu atención, ladrará sin motivo e incluso se orinará incontroladamente. Está asustado, no te enfades con él sí ocurre esto.

Nos encontramos en la fase del ataque, el animal normalmente se cae y comienza a manifestar contracciones musculares, descontrol con movimiento involuntario de las patas como de pedaleo o de estiramiento. Es posible que solloce o produzca alaridos, son sonidos involuntarios pero no deben interpretarse como dolor, sino más bien como susto. Frecuentemente producen abundante saliva y pueden sufrir un descontrol de los esfínteres urinario o anal. Pueden llegar a perder la conciencia.

El momento después del ataque. El perro estará muy asustado y desorientado, puede que comience a correr y esté muy inquieto. En muchas ocasiones aún no ve ni oye bien. Paciencia, durará unos minutos y él necesita cariño en ese momento, estará confundido y asustado.

Normalmente (aunque como todo, varía) los ataques se producen por la noche o de madrugada, es decir, cuando el perro está tranquilo, soñando o descansando.

Hay muchos tipos de ataques y síntomas, por ello, es importante que establezcamos un patrón. Los tipos dependen de qué parte del cerebro se ha visto afectada y, en este sentido, se distinguen las convulsiones generalizadas cuando afecta a todo el cerebro (con los síntomas que os hemos descrito) y las epilepsias focales (que afectan a una concreta zona cerebral) cuyos síntomas variarán según cuál sea la función de la zona cerebral afectada.

El perro va a sentir unas corrientes electrocelulares que le harán hacer movimientos involuntarios, sentirá una pérdida de la visión e incluso de la audición y no sabrá en ese momento qué está ocurriendo. Estará asustado y muy confundido, tanto que, incluso, puede perder la conciencia aunque le veas con los ojos abiertos.

Lo normal es que la fase ictus o ictal no dure más de cinco ó siete minutos. Si el ataque se prolongara mucho en el tiempo u ocurriese con mucha frecuencia, deberíamos ir con urgencia al veterinario.

Lo primero e importante es mantener la calma, tu perro necesita verte calmado para que no se ponga más nervioso. Lo segundo en prepararle o llevarle a un sitio cómodo ya que se va a caer y va a hacer movimientos espasmódicos por lo que hay que evitar que se haga daño con algo. Si hay niños u otros animales, intenta que no se acerquen a él, eso podría ponerle más nervioso. Ten a mano paños, papel o una toalla húmeda ya que es muy probable que el perro se orine en ese momento. No le abras la boca ni le sujetes la lengua, al contrario que los humanos ellos no se van a morder la lengua y puede que, involuntariamente, te muerda a ti. Si es posible graba el ataque para mostrárselo al veterinario y apunta concretamente fecha, hora y duración del ataque para hacer un patrón.

Por desgracia, actualmente en la mayoría de los casos, no hay un tratamiento que ayude a acabar totalmente con esta enfermedad ya que las causas pueden ser muy variadas y en muchas ocasiones desconocidas, pero sí que existen tratamientos para controlar y reducir los ataques al mínimo. Por ello, es importante el control y seguimiento veterinario.

La mayoría de los perros que toman medicamentos anticonvulsivos pueden padecer sobrepeso. Por lo tanto, es importante controlar su peso y seguir una dieta especial que recomiende el veterinario si no queremos que sufra otras patologías. Es importante que el veterinario estudie si es pertinente medicar al perro o no ya que si no tiene ataques muy repetitivos y no le afecta a su día a día, quizás vea mejor ahorrárselo.

Actualmente no existen remedios caseros para poder sustituir la medicación del perro que lo necesite. Hay casos en los que se afirma que tratamientos con acupuntura han ayudado a reducir los ataques y la intensidad de los mismos, pero actualmente no tienen fundamento científico.

Al no haber un tratamiento concreto, la prevención será muy complicada pero sí podemos reducir la frecuencia de los ataques (aunque insistimos que todo bajo supervisión veterinaria) no saltándonos ni una toma de la medicación recomendada, tomar nota de todas las convulsiones, tratar de evitar ciertos alimentos si están bajo tratamiento de, por ejemplo, bromuro de potasio, proporcionarle cariño y un ambiente tranquilo.

Insistimos finalmente en la idea de que aunque un perro sufra ataques epilépticos va a ser un perro totalmente normal, con una vida sana, activa, larga y feliz.