Educación del gato, ¿es posible enseñarle órdenes?
Nuestras mascotas felinas pueden aprender diferentes órdenes, la cuestión está en conocer cómo se les debe enseñar. ¡Te lo contamos!
El pensamiento popular tiene por seguro que los gatos no se pueden educar, pero nada más lejos de la realidad. Los felinos atienden a nuestras pautas aunque van a aprenderlas de manera diferente a los perros porque, recordemos, son dos especies distintas.
Lo mejor para entrenar y socializar a nuestro felino es hacerlo desde pequeño. Permite que los primeros 3 ó 4 meses el pequeño esté con su madre y sus hermanos para que aprenda a convivir con otros animales de su misma especie. Además, así entenderá algunas reglas de socialización, de juego, de higiene y de comunicación entre otras cosas.
Lo más importante que hay que enseñarle es a relacionarse con las personas, con otro tipo de animales (si es posible) y a manejarse con calma en tu ambiente.
Si un gato ha llegado a tu vida a una edad adulta, podrás enseñarle a convivir contigo y tu entorno pero te resultará más difícil y largo. No estamos diciendo que sea imposible, solo que te llevará más tiempo reeducarle. Si es necesario ayúdate de la experiencia de un profesional en educación.
No podremos hacer esto con castigos ni gritos, los gatos asociarán el castigo contigo con lo cual será contraproducente. Tienen que saber que si no hacen algo que no te gusta, habrá recompensa y que si obedecen cuando les indicas algo, también la habrá. Aunque le castigues seguirá haciendo lo que le apetece pero cuando tú no estás delante.
Si ha hecho algo que no te gusta como marcar con orina una alfombra o coger un muñeco de tu hijo, no le pegues ni regañes directamente, tendrás que utilizar un pulverizador con agua o hacer un ruido fuerte desde lejos para que se asuste y acabe asociando esa acción a una experiencia negativa. Habrá que repetirlo las veces que le hagan falta hasta captarlo.
Si ya cumple las pautas de comportamiento básicas pero quieres enseñarle una orden específica como “ven” o “arriba” tendremos que actuar de manera parecida al entrenamiento con el perro: repetir la palabra y darle un premio cuando te obedezca. Aunque tienes que recordar que es un gato y solo te hará caso cuando le interese.

Definitivamente, sí. Los gatos son seres muy inteligentes e intuitivos que van a saber captar lo que queremos transmitirles. Solo tendremos que saber comunicarnos con ellos de la manera más eficiente.

Los gatos se pueden educar pero debemos tener paciencia en su aprendizaje. Antes de empezar observa cómo actúa, quién es tu gato y por qué se comporta de manera determinada en cada situación. Podemos lograr acostumbrarles a nuestro estilo de vida sin tener que renunciar a sus atractivas características felinas.

Debemos tener presente que este animal se rige por otras vías de entendimiento diferentes a las de los canes, no son unos perros de menos peso y mayor ligereza sino seres diferentes a los que hay que entender por sí mismos. Cuando nos hagamos a la idea de esto comenzaremos a dirigirnos a él como nos lo exige.

Antes de comenzar con el entrenamiento debemos tener muy claro qué pretendemos conseguir con ello: evitar determinados comportamientos, crear un diccionario de palabras entre vosotros, conseguir enseñarle órdenes que para ti son básicas, lograr pasearle con collar por la calle, que sepa convivir con otros seres… A partir de aquí seguiremos una línea de trabajo u otra.

Es fundamental que nuestro alumno gatuno goce de una mente equilibrada. Para ello ha tenido que pasar suficiente tiempo con madre y hermanos, saber relacionarse con la gente y entorno... La educación será mucho más complicada en animales que no han podido experimentar esas circunstancias, como los animales callejeros. Decimos más complicada, no imposible.

La enseñanza debe empezar desde el mismo momento en que tu nuevo mejor amigo llega a tu casa: enséñale poco a poco cómo se vive en ella, las pautas que marquemos desde el inicio se disfrutarán toda la vida.

Si un gato te hace caso es porque le interesa el cambio que le propones. Los perros obedecen más por docilidad y dependencia de su humano pero el gato solo lo hará porque sabe que gana con lo que le ofreces.

Para que un gato te obedezca tiene que haber un premio de por medio, un snack o juguete que le haga obedecerte. El castigo será contraproducente.

Si lleva a cabo acciones que no te gustan como robo de alimentos, marcaje con orina, limado de uñas en el sofá... Reprendéndele de forma indirecta, es decir, con un ruido violento o rociándole con agua de un spray, mejor que de forma directa (cachetes, zarandeos...) para que tu gato no asocie el castigo a ti.

Si tu felino asocia el castigo contigo será tan astuto de no realizar los malos actos cuando tú estés presente pero sí seguirá haciéndolo cuando no rondes cerca.

Para evitar que se lime las uñas en tus muebles, rocía la zona con limón (tiene un olor desagradable para él) y/o pon papel de aluminio (le molesta el tacto con sus patas) y ponle un par de rascadores cerca de esas zonas. Si le pillas afilándose las uñas donde no debe, actúa como ya hemos indicado en un apartado anterior.

El uso del lecho absorbente por parte del gatito le viene del aprendizaje recibido por su madre, así que si no utiliza la bandeja higiénica de forma inmediata, es previsible que reforme su conducta en pocos días. Si pasado ese tiempo persiste en hacer sus necesidades en otros lugares, recogeremos los excrementos y los pondremos en la bandeja con el lecho absorbente.

Para enseñarle órdenes concretas como que se acerque a ti o que se siente, necesitarás tener paciencia, usar palabras cortas, repetirlas y premiarle cuando te haga caso. No te extrañe, de todas formas, que en un momento dado no te haga caso si no le apetece o la recompensa no es de su gusto, aunque tenga perfectamente claro lo que le estás pidiendo.