Conejos, liebres y picas, ¿quiénes son los lagomorfos?
Estos animales no son roedores, pertenecen a una familia diferente que posee características propias. ¡Tendremos que conocerles bien para saber cuidarlos!
Los lagomorfos (conejos, liebres y picas) están compuestos por dos familias y 80 especies. Aunque estos animales son similares en ciertos detalles a los roedores (ambos poseen largos incisivos), se diferencian en muchos aspectos: los lagomorfos poseen un segundo par de incisivos superiores, tienen el cráneo mucho más ligero que los roedores...
Los lagomorfos se distribuyen por todo el mundo con las únicas excepciones de India Occidental, las partes más australes de Sudamérica, Madagascar y muchas de las islas del sudeste de Asia.
Su anatomía está diseñada para escapar de los depredadores
Las características físicas de las liebres y de los conejos han sido “diseñadas” para poder escapar de los predadores. Sus largas orejas, la posición de sus ojos y sus potentes extremidades son estructuras perfectamente diseñadas para percibir el peligro y proporcionar una rápida huida.
El peso de los lagomorfos puede ir entre los 100 gramos hasta los casi 5 kg. En el caso de los animales de compañía podemos decir que existen razas caseras de conejo que pueden llegar con facilidad a los 6,5 Kg (el record está en un flamenco gigante y en un estrella de Norfolk con... ¡¡11,5 Kg!!)
Respecto de su velocidad, son muy buenos corredores pero también algunos son buenos nadadores, como los conejos de las marismas de América y de las Antillas, que adoran el agua.
Estos animales no “hablan” demasiado, solo emiten sonidos ante situaciones de miedo o dolor, y también como manifestación de bienestar.
La ubicación de los ojos en la parte alta y a cada lado de la cabeza les proporciona una visión de casi 360 grados (visión panorámica).
El olfato de los lagomorfos es excelente, el incesante movimiento de su nariz parece favorecer en gran medida esta virtud.
En cuanto a los dientes, los lagomorfos tienen dientes incisivos bien desarrollados y de crecimiento continuo. Detrás de los incisivos superiores existe un segundo par más pequeño (“dientes de clavija”); existe un gran espacio interdental entre los incisivos y los premolares de ambas mandíbulas, espacio que se conoce con el nombre de “diastema”.
Más allá de la boca, en el resto del aparato digestivo debemos señalar la gran capacidad de aprovechamiento de los alimentos vegetales del desarrollado intestino grueso de los lagomorfos. También facilita la acción de aprovechamiento de los alimentos la presencia de bacterias digestivas.

Varía desde los 100 gramos en los picas más pequeños hasta los 4,6 Kg en las más grandes liebres de campo.

Las alargadas patas traseras, la piel tupida y los pelos de las plantas de los pies (agarre) permiten a estos animales alcanzar velocidades de hasta 56 km/h (liebres). Los conejos prefieren esconderse en las madrigueras que huir a altas velocidades de sus perseguidores.

Los lagomorfos han sido llamados durante mucho tiempo “liebres lloronas”, por los variados sonidos que son capaces de emitir.

Para percibir mejor, ladean la cabeza de uno a otro lado para percibir el objeto o la situación, algo así como si realizaran un “barrido”.

El olfato de los lagomorfos es excelente, el incesante movimiento de su nariz parece favorecer en gran medida esta virtud.

No distinguen los colores y pueden llegar a mover los ojos de forma conjunta o independiente. En la visualización de objetos cercanos (menos de 2 metros) tienen mayor dificultad de visión.

Mediante el olfato identifican a sus congéneres y la presencia de otras especies.

También disponen de un excelente oído que se ve ayudado por las grandes, móviles y “orientables” orejas. Son capaces de percibir sonidos de muy baja intensidad.

El macho utiliza los olores para marcar su territorio (con orina, sustancias producidas en las glándulas de sus patas delanteras y barbilla...).

Los lagomorfos tienen dientes incisivos bien desarrollados y de crecimiento continuo.

Los lagomorfos también poseen un fino sentido del gusto. Ello es debido a la existencia de unas 17.000 papilas gustativas. El hombre posee alrededor de 10.000 y los loros 400.

El aseo siempre es importante, hablamos de ello porque los lagomorfos no suelen asearse unos a otros y por ello la naturaleza les ha dotado de un flexible cuello.

Pueden llegar a girarlo 180 grados, con lo que son capaces de alcanzar hasta la piel de su lomo.

Los dientes son prácticamente las primeras estructuras que se enfrentan a los alimentos.

A pesar de esta característica, no son animales ruidosos; solo emiten sonidos ante situaciones de miedo o dolor, y también como manifestación de bienestar.