Aunque seamos buenos amigos y compañeros de vida desde hace siglos, los canes siguen comportándose de manera diferente a nosotros, un hecho que a veces no entendemos. ¿Qué nos distingue?
Las relaciones que establecemos los humanos son muy complejas. Puede que por eso nos cueste tanto aceptar y entender al perro tal y como es, desde el punto de vista “perruno” y sin antropomorfizarle.
A pesar de los años de convivencia aún nos cuesta mucho conocer su interior, experimentarlo como es y no pensar, por ejemplo, que solo le falta hablar o que nos ha roto el calcetín adrede.
Nuestro perro desciende de los cánidos salvajes y con casi total seguridad del lobo. Como buen descendiente, nuestro precioso compañero guarda muchas de las costumbres de su familia, comportamientos que no entendemos y que siempre intentamos explicar comparándolos con nosotros mismos. No es que tengan comportamientos extraños, son así. Lo que nos pasa es que no nos hemos preocupado lo suficiente de sus "raíces culturales". Nos es muy sencillo explicar "las rarezas" de los perros con una simple comparación con nuestro humano comportamiento. Un gran error.
¿Acaso explicamos nuestros comportamientos comparándonos con un ornitorrinco? ¿Por qué no comemos comida de iguana? ¿Por qué no dormimos en nidos? No somos ni más ni menos que hombres y como tales tenemos unos comportamientos, unas costumbres, unos estilos alimentarios... El perro no debe tener que aguantar que a veces intentemos convertirlos en pequeños humanos con pelo para nuestro mayor entendimiento.
A pesar de los cientos de años que el perro lleva entre nosotros, no ha perdido sus costumbres: es un animal de manada, intentará ser el líder, tendrá momentos de mayor "dureza de carácter"... y nosotros debemos conocerlo para poder convivir con él de manera óptima.
Un pequeño esfuerzo de conocimiento previo allanará el camino y evitará desagradables sorpresas. Vamos a conocer hoy las grandes diferencias con nuestros fieles amigos para poder así entenderles mejor, decidir si queremos convivir con un ser tan distinto y que no haya problemas en la relación.
No somos los reyes
A lo largo de la historia nos hemos creído los reyes de la naturaleza, nos hemos acostumbrado a adaptar el entorno a nuestras necesidades. Los perros respetan la naturaleza y se adaptan al entorno.
La mirada al perro
El hombre ha querido adaptar el perro a sus gustos y necesidades y prácticamente lo ha conseguido. Cuando el animal no se comporta de una manera adecuada humanamente hablando, nos enfadamos con él.
No humanicemos
Por muy suculento que te parezca ese filete con guarnición, un animal no va a ser más feliz porque se lo coma, tampoco si le damos el trato de una persona ni le exigimos lo que haríamos a un congénere. Ellos tienen sus necesidades y son diferentes a las nuestras.
Los sentidos
Ellos tienen el olfato y el oído mucho más desarrollados que nosotros y aunque nosotros vemos muy bien, los perros tienen una vista tremenda en la semioscuridad.
El otro sentido
Además, los canes tienen un “sexto” sentido que les permite intuir hechos que a los humanos se nos escapan totalmente, por ejemplo cuando a una persona le va a subir el azúcar, la muerte de algún conocido…
Amar sin condiciones
Han aprendido a valorarnos, querernos sin juzgarnos, no son rencorosos con un humano porque otro les haya hecho daño, siempre nos reciben con la mayor de las alegrías, disfrutan de lo más simple… Deberíamos aprender esa sencillez, el mundo iría mucho mejor.
La comunicación
Está claro que la manera de relacionarse con los de su especie no es la misma. Nosotros nos damos la mano, dos besos, nos abrazamos, parloteamos… Ellos se olfatean, ladran, mordisquean, gruñen, lamen…
Relaciones fáciles
Ellos con un par de olfateos al perro o a un pis conocen varias características del animal y no dan lugar a engaño. Sin embargo, sabemos lo difícil que resulta conocer a una persona de verdad, años de relación y confianza.
Ni rencor, ni orgullo, ni son dignos
Es una cualidad maravillosa y que deberíamos envidiar de ellos. Cuando nos enfadamos con ellos no se vuelven orgullosos ni traman una venganza, de hecho todo lo contrario, intentan conseguir de nuevo nuestro afecto a su manera.
Astucia perruna
No hablan pero son más inteligentes de lo que muchos piensan, sobre todo gente no propietaria. Nos comprenden sin hablar, dejan de hacer algo cuando estamos presentes porque saben que no nos gusta, saben cómo llamar la atención de un miembro u otro de la familia y cuándo hacerlo.
Disfrutan de lo sencillo
Esa alegría que experimentan al corretear por el campo, al vernos entrar en casa, al oír la palabra “chuche” o cuando le enseñamos su juguete favorito… Deberíamos fijarnos en su sencillez.
El sueño
Un perro adulto duerme unas 13 horas diarias, que se reparten en 8-9 por la noche y siestas durante el día. Nosotros con dormir 8 horas por jornada tenemos suficiente aunque algunos queramos más y más…
Los horarios
Nosotros tenemos unos horarios para organizarnos el día y porque tenemos unas tareas que desempeñar pero a muchos nos encantaría saltárnoslos y seguir el ritmo que nos pide el cuerpo. A los perros les encanta tener una rutina establecida y no saltarse los horarios de comidas, sueño, paseos...
Promedio de vida
Quizá sea la diferencia más dolorosa y la que más nos cuesta asumir. Ellos suelen vivir unos escasos 15 años, unos menos otros más, y nosotros unos 80. Ojalá pudiéramos hacer algo con esta diferencia pero no nos queda más que aprender a vivirla.
La perfecta diferencia
Los perros son distintos a nosotros, eso es lo que les hace tan interesantes. Son seres inteligentes, tanto que jamás hablarán, aunque estemos convencidos de que a su forma nos hablan. Si llegaran a hacerlo perderían todo su encanto. Ellos son perfectos a su manera.
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