La decisión de llevar a casa un animal resulta difícil de tomar porque, aunque queramos convivir con un peludo, hay muchas cosas en las que pensar. Repasamos las razones por las que nos lanzamos a hacerlo y por las que no.
Tener o no tener mascota, convivir o no con un ser vivo que nos necesitará y nos traerá alegría, es algo que prácticamente todos nos hemos planteado alguna vez… Unos llegan a la conclusión de que deben y pueden, y otros de que, a pesar del interés, no han de hacerlo.
Quien se decanta por adoptar o comprar un animal (esperamos siempre que sea la primera opción) debe tener claro que las necesidades básicas del ser vivo dependerán toda la vida de su humano: su alimentación, su higiene, su salud, su educación, su socialización… Todo.
Muchas personas actúan por impulso y adquieren un animal por el hecho de tener compañía y alguien que les reciba contento cuando llega del trabajo. Tampoco debemos pensar que las necesidades del animal serán satisfechas simplemente comprándole los productos más caros. Necesitan de una atención y, muy importante, de una educación que requiere tiempo y paciencia.
Los que aman a los animales pero se deciden por no tenerlo por falta de recursos, de tiempo, de espacio... son personas consecuentes y responsables con la fauna porque han decidido obviar el capricho y porque saben que no puede darle la vida que se merece a un ser vivo. Todo un ejemplo para la sociedad animalera.
La convivencia con un perro puede aportarnos cosas fantásticas, momentos maravillosos… o no. Todo depende de cómo hayamos planteado su incorporación a nuestra familia y a nuestra rutina. Los problemas surgen cuando la tenencia no ha sido del todo meditada, cuando algún miembro de la familia no acepta la responsabilidad o cuando escuchamos consejos de quien no debe darlos.
Vamos a adentrarnos hoy en los pormenores de tener y de no tener perro, con lo que pretendemos ayudarte a decidir y mostrarte puntos que tal vez no estés teniendo en cuenta.
Beneficios sanitarios
Convivir con un perro aporta muchos beneficios y no solo de compañía sino también de salud.
Psicológicos
Los propietarios de canes son menos depresivos, presentan mayor autoestima, se sienten más útiles… Un perro rompe las vías de riesgo que provocan la soledad y la desocupación.
Preventivos
Por otra parte, acariciar, tocar e incluso mirar a un perro disminuye la presión sanguínea, calma la frecuencia cardíaca y combate el estrés, entre otras cosas.
Beneficios fisiológicos
Estos beneficios hacen referencia a la mejora de los valores cardíacos (pulso, ritmo, frecuencia...), a la menor presentación de problemas coronarios, a la rápida recuperación de pacientes que han sufrido problemas de corazón, de mejorar nuestras articulaciones y extremidades al andar más... ¡Y nos quedamos cortos!
Beneficios terapéuticos
Pueden ser magníficos terapeutas para múltiples patologías del ser humano. Por eso, hemos inventado la terapia asistida por animales (TAA), la compañía a ancianos en residencias, la integración de presos, las terapias para niños. Sin olvidar que son los ojos de los invidentes, los oídos de los sordos...
Beneficios sociales
Un can puede actuar como el mejor mediador para fomentar nuestras relaciones sociales. Hablar sobre nuestra mascota nos hace encontrar un grupo de personas afines. Nuestro buen amigo irracional nos ayuda a encontrar amigos y a comunicarnos con mayor fluidez.
Beneficios educacionales
Nos permiten aprender y no solamente a los más pequeños. Con una mascota en casa podemos acercarnos a la vida y a la muerte, al desarrollo de los seres vivos, al sexo, a la reproducción, a la responsabilidad, a la salud, a la enfermedad... a la amistad.
Beneficios afectivos
Ellos dan y reciben cariño, afecto, atención... Nos hacen olvidar el reparo de expresar nuestros sentimientos, sacan de nosotros nuestra más pura sensibilidad, sin tapujos ni condicionantes.
Muerte del animal
Muchos propietarios que han sufrido la pérdida de su mejor amigo no quieren volver a oír jamás la posibilidad de tener otro compañero. La muerte de un animal de compañía provoca una terrible sensación de pérdida e incluso puede ser desencadenante de una depresión.
No tener perro
Decidir no tener mascota puede venir de una tremenda sensación de responsabilidad, pues la persona es consciente de que no podrá cuidar al animal como se merece. Aunque en muchos casos no tener un peludo se debe a miedos, malas experiencias, accidentes...
Fracaso de la relación
La mayor parte de los problemas en la convivencia, si no todos, se deben a la mala actuación del humano. Quien ha tenido una mala relación con los perros debe plantearse qué ha hecho mal él o el propietario del can.
Miedo a contraer enfermedades
El miedo a sufrir alergias o contagiarse de alguna enfermedad zoonótica también son razones que llevan a muchas personas a no adoptar. Las mascotas pueden pegarnos enfermedades siempre y cuando no nos preocupemos por cuidar su salud. Basta con mantener al animal con las vacunaciones, desparasitaciones y tratamientos preventivos al día.
Por no cumplir las expectativas deseadas
Esto suele producirse en personas que no tienen los pies en el suelo y que adquieren al animal sin asesoramiento. Por ejemplo, mucha gente espera demasiado de su animal de compañía, sin embargo, todo funcionará correctamente cuando demos sin esperar respuesta.
Por miedo
El miedo a los perros suele presentarse por tres razones: malas experiencias, un mal recuerdo con relación a los canes nos puede hacer tenerles miedo toda la vida; mala educación, si en casa hemos aprendido a coger manía a los animales no querremos verlos ni en pintura; miedos "ancestrales", se ha estudiado que podemos conservar miedos de nuestros antepasados a los predadores.
Por accidentes
Por algún mordisco o arañazo que nos hayan dado debido a la mala educación que han recibido. Estos accidentes pueden cambiar nuestra forma de ver a los canes.
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