La acogida es uno de los pasos fundamentales en la labor de las protectoras de animales. Estas no suelen dar abasto y necesitan hogares para algunos animales.
Convertirse en casa de acogida requiere de un fuerte compromiso y es una gran responsabilidad. Si acogemos a un animal, seremos su hogar y su familia durante el tiempo que esté con nosotros, nos convertiremos en su nueva oportunidad y serviremos de trampolín para que encuentre a su familia definitiva, lo cual supone una labor muy importante.
Las protectoras suelen estar siempre desbordadas por la cantidad de animales que reciben a diario, y los casos más delicados (como cachorros lactantes, animales heridos o enfermos, o con un grado importante de miedo) necesitan de un entorno más tranquilo que el que puede proporcionar un refugio. Por ejemplo, un perro que haya sufrido maltratos graves al principio no querrá socializar, ni con personas ni con otros animales, por lo que necesitará una casa donde le puedan tranquilizar, donde pueda ir recobrando poco a poco la confianza y las fuerzas perdidas.
A pesar de lo gratificante que es convertirse en casa de acogida, hay varios aspectos que debemos tener en cuenta antes de decidirnos a hacerlo. Por un lado, hay que plantearse nuestra capacidad real de cuidado y atención al animal, así como las circunstancias de nuestro hogar (si tenemos niños que pueden interferir en los cuidados a un animal enfermo, si ya tenemos un animal en casa…), el tiempo y el espacio del que disponemos y que puede ser un compromiso tanto a corto como a largo plazo, dependiendo de cuándo salga adoptado el animal.
La paciencia y el cariño en el trato con el animal serán indispensables para que recupere la confianza en las personas y se adapte bien a nuestro hogar. Ten en cuenta que la despedida será dolorosa, especialmente si hay niños en casa, pero siempre hay que pensar que el animal por fin ha encontrado un hogar definitivo.
Lo más importante para dar el paso de convertirnos en casa de acogida es que nuestro compromiso sea firme (no sabemos cuándo adoptarán al animal) y que nuestra entrega y dedicación sea total para hacer que su calidad de vida mejore y que ya no tenga que pasar por ninguna mala experiencia más.
Primeros pasos
Lo primero es contactar con la protectora en cuestión y que ellos te informen de cómo suelen relacionarse con las casas de acogida, las condiciones, qué gastos cubren ellos, etc. Normalmente la protectora lo cubre todo, pero puedes decidir tu grado de implicación.
Características del animal
Es muy importante que te informes muy bien sobre las necesidades del animal que vas a acoger: si tiene alguna enfermedad, una dieta especial, el ejercicio que necesita…
Hogar temporal
Ten en cuenta que vas a ser su familia durante el tiempo que esté contigo, y no sólo debes ofrecerle un techo sino calidad de vida.
Elegir al nuevo huésped
También debes reflexionar sobre tus posibilidades para ser casa de acogida, es decir, qué tipo de animal puedes cuidar mejor (por ejemplo el tamaño es un factor a tener en cuenta).
Importante: tu experiencia previa
Otra cuestión importante es si tienes experiencia con animales o si nunca has convivido con uno. Si no has cuidado animales, lo mejor es optar por un animal más “sencillo” de cuidar (que no esté enfermo, por ejemplo, o que no haya sido maltratado).
Tu capacidad de cuidado
No es lo mismo acoger a un cachorro, o incluso a un recién nacido, que requiere de muchos cuidados, que a un perro ya adulto, que aunque tiene más dificultades para confiar en las personas (por su experiencia pasada), no necesita de tantas atenciones. Valora tu ritmo de vida y tus hábitos y cómo puede adaptarse el animal a ellos.
Convivencia con otros animales
Debemos valorar también si ya tenemos animales en casa, la relación que pueden establecer con el nuevo huésped. Estaría bien que se conocieran fuera de casa antes de empezar a convivir, para que ninguno se sienta amenazado. Tienen que ser compatibles.
Una labor muy importante
La labor de la casa de acogida es especialmente importante en caso de animales heridos o con alguna enfermedad derivada de su abandono o del maltrato que pueden haber sufrido. Son casos delicados que requieren de personas con experiencia con animales.
Preparación del entorno
Tras la decisión, hay que acondicionar la casa para el nuevo miembro temporal. Antes de su llegada, decide dónde va a dormir pero también permítele a él cuando llegue que reconozca el entorno y quizás elija él su propio rincón, donde se sienta más seguro.
Normas necesarias
Establece los límites y las normas de convivencia con toda la familia, sobre todo si ya tenemos animales. Nos tentará dejar al animal hacer lo que quiera, por la ternura que nos inspira y por su necesidad de cariño, pero necesitará unos límites.
Cariño y actitud paciente
La paciencia será indispensable en nuestra relación con el animal acogido. Ten presente que viene de un pasado traumático (en la mayoría de los casos) y puede tener miedos o conductas agresivas en algunos casos.
Adaptación progresiva
En cualquier caso, lo más seguro es que al principio sean muy desconfiados, así que ármate de paciencia y de cariño. Respeta sus tiempos y poco a poco se acostumbrará al hogar.
Dudas normales
Ten siempre a mano los teléfonos tanto de la protectora como del veterinario que atiende al animal. Sobre todo si nunca has sido casa de acogida, te surgirán muchas dudas y no vaciles en preguntar todo lo que se te ocurra.
Algo temporal
La despedida siempre es un momento traumático, y eso debemos tenerlo presente desde el momento en que decidimos ser casa de acogida. Es necesario que nos mentalicemos de que el animal nos dejará, pero es por una buena causa: encontrar su familia definitiva.
Compromiso firme
Es necesario que estemos muy seguros de que vamos a poder quedarnos con el animal todo el tiempo que la situación requiera. Para los animales no es bueno, tras la experiencia traumática del abandono, estar cambiando de casa continuamente, por lo que lo ideal es que estén en una sola casa hasta que llegue su adopción.
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