Los beneficios de tener perro son muy numerosos en las personas mayores, pues les obliga a mantenerse activos. Te damos algunos consejos que es bueno tener en cuenta.
Convivir con una mascota tiene muchos beneficios que repercuten positivamente en la salud, tanto física como mental, de las personas mayores. La primera consecuencia es que les obliga a mantenerse más activos, pues tienen que salir a pasear con ellos, darles de comer, llevarles al veterinario… Con lo cual, ellos también saldrán y socializarán más y mejor.
Y no sólo eso, sino que tener a alguien a quien cuidar y de quien preocuparse obliga también a cuidarse a uno mismo. Además, si la persona mayor vive sola, la compañía que le hará el animal y el vínculo que se establecerá entre ellos será muy especial y beneficioso para ambos.
En primer lugar, la salud física de la persona mejora notablemente por los paseos frecuentes diarios. Lo ideal es, como te contamos en la galería, que el perro sea de pequeño o mediano tamaño y que no necesite ejercicio físico intenso, ya que así se adaptará mejor a los hábitos de vida de la persona y ambos se compenetrarán en sus paseos.
Hay varios estudios cuya conclusión señala que las personas que tienen mascota gozan de mejor salud. En concreto, un estudio llevado a cabo por una universidad sueca apuntó que estas personas tienen una salud cardiovascular mucho mejor que la de aquellos que no conviven con un animal. En este caso, el perro reporta más beneficios, ya que nos obliga a dar paseos diarios.
Por otro lado, ya sabemos (también por varios estudios realizados a lo largo de la historia) que los perros intuyen las emociones humanas. Si tienes uno, seguro que él te ha intentado “consolar” a su manera cuando has estado triste. Esto es así porque, tras tantos años de domesticación y de convivencia con los humanos, han aprendido a comprender ciertas emociones nuestras.
En segundo lugar, como decíamos, la compañía del animal supone un impacto muy positivo en la salud mental y emocional de su dueño. Ya sabemos que el vínculo que podemos crear con un perro es único, pero en los casos de las personas mayores (cuya familia ya se ha independizado y que suelen vivir solos) se hace aún más especial.
Sin embargo, antes de adoptar un perro para que conviva con un anciano, hay ciertas cosas que hay que contemplar. ¿Quieres saber cuáles?
Mejor un perro adulto
Lo primero al elegir el perro que adoptemos será su edad. Lo mejor es que sea mayor de tres años, ya que a esa edad el carácter del animal ya se ha asentado y no son tan inquietos ni requieren tantas atenciones.
Tamaño del perro
El tamaño del perro también es importante, pues un perro demasiado grande, aunque sea tranquilo y tenga buen carácter (como suele ser el caso), puede hacer daño al anciano en sus ataques de afecto, por ejemplo. Lo mejor es un perro pequeño o como mucho mediano.
Mayor accesibilidad
El tamaño del animal también influirá en la comodidad de la persona mayor, pues con un perro pequeño será más fácil acceder a lugares como tiendas, el transporte público, etc. Además, habrá menos riesgo de caídas.
Carácter
El carácter del perro es clave, por supuesto. Tiene que ser un perro tranquilo y equilibrado, que no ponga nervioso al anciano y se acople a sus ritmos de vida, y que no sea nervioso y no provoque caídas, por ejemplo, al meterse entre sus pies.
Sociable
Es imprescindible que sea un perro sociable, ya que si es miedoso o agresivo puede traer muchos problemas al anciano.
La educación, imprescindible
Es muy importante que sea un perro ya educado, al menos en cuanto a las órdenes básicas: "ven", "quieto", "siéntate"... A ser posible, es mejor que no tenga un pasado problemático o de maltrato. No tiene por qué (y muchos de ellos son tranquilos y cariñosos), pero pueden desarrollar miedos y para la persona mayor será muy complicado (aunque no para alguien más joven).
El papel del adiestrador
En caso de que el perro no esté educado, es recomendable (más que en otros casos) llevarle a un adiestrador, pues la persona mayor no tiene la energía suficiente para educar al perro desde cero.
Equilibrado
Debe ser ante todo un perro de carácter equilibrado, que sepa pasear con correa, para que no dé tirones al anciano (con las posibles caídas que puede conllevar eso) ni le haga variar su paso.
Educado y tranquilo
Lo más importante es que el perro tenga autocontrol, para que no haga daño al anciano, ni haga trastadas que su dueño tenga que arreglar, ni tenga comportamientos destructivos.
Otro factor: las "huidas"
Otro aspecto a tener en cuenta es asegurarnos de que no tiene tendencia "escapista". La persona mayor no podrá salir corriendo y además se puede hacer daño al intentar cogerlo.
Ejercicio suave
También es importante que el perro en cuestión no necesite mucho ejercicio intenso. Lo ideal es que con dos o tres paseos diarios tenga suficiente, para que su cuidado no le requiera un esfuerzo físico excesivo al anciano.
Adoptar, la mejor opción
La mejor opción siempre es adoptar, pero en este caso es especialmente positivo, ya que los voluntarios conocen a los perros (su carácter, su actividad, sus necesidades…) y saben cuál puede ser el perro ideal para un anciano.
Terapia asistida
Podemos consultar con expertos para que nos asesoren si queremos realizar además terapias con el perro para el anciano. Los beneficios son inmensos, y el vínculo que establecerán será muy especial.
No sigas las modas
No te dejes llevar por las modas de razas, que son siempre negativas. Por ejemplo, quizás el chihuahua nos parezca un buen perro para el anciano por su reducido tamaño, pero pueden ser perros muy nerviosos.
Algunas posibilidades
Algunas de las razas (o mestizos de estas, como siempre insistimos) que pueden convivir bien con personas mayores son el yorkshire terrier, el carlino o el bichón maltés.
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