¿Qué le pasa a tu perro? Problemas que pueden sufrir los canes urbanitas
La gran ciudad es un entorno estresante para nosotros, pero ¿te has parado a pensar en que también lo es para nuestros perros? Te damos causas y algunas soluciones.
La adaptación del perro a nuestros entornos y ritmos de vida se ha producido con relativo éxito, basada en una cuestión de respeto mutuo, por lo general, y también de beneficio mutuo. Sin embargo, últimamente se habla de un problema: las dificultades de adaptación y lo que ello conlleva (estrés, depresión, etc.) de los perros a las grandes ciudades.
Por un lado, está la cuestión de que la ciudad es, por naturaleza, un entorno hostil para el perro. Los estímulos sensoriales le sobrepasan, el perro se siente abrumado y puede desarrollar tres tipos de problemas ante el estrés: el miedo a todo, la agresividad y la depresión. Seguro que alguno de ellos te suena si vives en una ciudad y tratas habitualmente con perros.
También es cierto, como señalan algunos expertos, que en nuestro afán por adiestrarlos y hacer de ellos unos perros perfectamente educados en ocasiones somos asfixiantes. Una educación equilibrada, que emplee el refuerzo positivo, el cariño y los límites adecuados, evitará que nuestro perro desarrolle problemas de conducta.
Por otro lado, las grandes ciudades están intentando cada vez más convertirse en entornos “dog friendly” mediante la implantación de espacios verdes con zonas para que puedan estar sueltos, la posibilidad de entrada a tiendas y bares o iniciativas como la Ordenanza de Protección y Tenencia de Animales de Barcelona, que establece, entre otras medidas, la prohibición de que el perro esté atado más de dos horas.
El transporte público también es algo fundamental en la relación de los perros con el entorno urbano. En casi todas las grandes ciudades tienen permitida la entrada gratuita, aunque con algunas restricciones, como el vagón en que colocarse o la obligatoriedad de llevar bozal. No obstante, los perros más miedosos pueden tener problemas para viajar en él, por lo que tendremos que tener paciencia o incluso consultar con un etólogo que nos ayude a quitarle esos miedos.
La gran ciudad, en definitiva, puede ser un entorno tremendamente estresante para el perro, pero ¿acaso no lo es para nosotros? Por eso es buena idea intentar reducir nuestro ritmo de vida a la vez que hacemos de la ciudad un entorno más acogedor para nuestro perro. Así mejorará tanto nuestra calidad de vida como la suya.
Problema nº1: el estrés
El estrés es la principal amenaza para los perros urbanitas y es lo que les hace desarrollar comportamientos agresivos o temerosos, según el caso. Debemos intentar bajar el ritmo de vida, tanto por ellos como por nosotros.
Abrumados por los estímulos
La sobreestimulación (sobre todo auditiva y olfativa) provoca que los perros se saturen ante tantos olores, sonidos… Eso también nos ocurre a nosotros, y a ambos nos desencadena una sensación de desasosiego.
Sentidos afectados
Ten en cuenta que sus sentidos están mucho más desarrollados que los nuestros por lo que, por ejemplo, si a nosotros el claxon de los coches ya nos estresa, para ellos es mucho peor.
Socialización truncada
Cambian también los patrones de comunicación entre los perros. El ritmo de vida o el miedo a que les hagan daño nos obligan a ir con prisa, a no pararnos y dejar que interactúen con otros perros, lo cual es nefasto para su socialización y el desarrollo de un buen carácter.
Imprescindible: paseos frecuentes
Siempre decimos que todos los perros pueden vivir en pisos, y es cierto, pero con frecuentes salidas a la calle y largos paseos. El estar encerrado muchas horas en un entorno pequeño no es lo ideal para un perro y puede desarrollar comportamientos destructivos.
Las excursiones, una vía de escape
De la misma forma, las salidas a la naturaleza deberían ser imprescindibles en vuestra rutina, al menos una vez a la semana. El perro (como el humano, si lo pensamos) está de forma natural unido a la naturaleza y a la tierra, y debemos procurar no despegarlo por completo.
La depresión, una amenaza
La frustración es otro de los grandes problemas para el perro urbanita. La velocidad del ritmo de vida y la intensidad de los estímulos hacen que el perro se sienta abrumado, frustrado e incómodo, lo cual puede desembocar en depresión.
Pánico a la soledad
También puede aparecer la ansiedad por separación. Nuestro perro, en ese entorno abrumador, identificará la seguridad con nosotros y se sentirá estresado y nervioso si no estamos con él.
Largos paseos
Hay varios aspectos en los que podemos mejorar la calidad de vida de nuestro perro en la ciudad. El primero serán los tiempos de paseo. Para compensar la vida en la gran ciudad y en un piso pequeño, saca tiempo para darle paseos más largos y pasar tiempo con él. Como tú necesitas hacer ejercicio o salir con amigos, él también necesita socializar y cambiar de rutina.
Mayor libertad
En este sentido, otra cosa que podemos hacer es variar el lugar por donde lo llevamos de paseo. Sin permitirle tampoco que te maneje a su antojo, deja de vez en cuando que él elija, dentro de lo posible, la ruta a seguir.
El parque, lugar de diversión
De la misma forma, busca huecos durante la semana para llevarle a parques o playas donde pueda jugar suelto con otros perros. Es la mejor forma de liberar el posible estrés acumulado.
Muy importante: el descanso
Establece para él un buen lugar de descanso. Deja que sea él quien elija el sitio de la casa que mejor vibraciones le dé (dentro de los límites que tú establezcas). Debe concebir la casa como su refugio.
Socialización necesaria
Como decíamos, a veces se nos olvida, con las prisas, que nuestro perro debe socializar con los de su especie. Párate a que salude a otros perros o a que siga un rastro. Son aspectos fundamentales de su integración con el entorno.
Otra opción
Puedes plantearte la esterilización. Además de evitar camadas indeseadas es especialmente útil en la ciudad, donde hay un alto volumen de perros, y donde las épocas de celo pueden ser aún más estresantes que en ciudades más pequeñas o en pueblos.
Lo más importante: el equilibrio
Por último, no desesperes: tu perro puede ser muy feliz en la gran ciudad. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre tu ritmo de vida, tus gustos y necesidades, y las de tu perro. No olvides que no sólo necesita juego y salir a la calle, sino también realizar actividades y pasar tiempo contigo para ser feliz.
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