Conocer cuál es la alimentación más adecuada para él, llevar al día sus vacunas, mantener su higiene, proporcionarle mimos, juegos y nuestra compañía, garantizarle la asistencia sanitaria en los casos que sean necesarios y desentrañar el significado de sus gestos, maullidos y movimientos son clave para que nuestro gato goce de una salud de hierro, sea feliz y forjemos con él una fuerte amistad de por vida.
Pero, además de todo lo expuesto, resulta de vital importancia conocer aquellas cosas que nuestras mascotas odian por encima de todo. Por puro desconocimiento (jamás por malicia), podemos estar actuando de forma que estemos molestando a nuestro gato.
Lo que tú puedes entender como una muestra de cariño en forma de mirada fija, sincera y bondadosa hacia tu pequeño, él interpretará como una amenaza y obviamente no le gustará nada. Es mejor demostrarle tu amor mirándole pero entrecerrando lentamente los ojos. La razón es que ellos mismos hacen esta caída de ojos cuando están a gusto. Otra muestra de cariño humano es el besuqueo sin fin (aunque esto habría que matizarlo porque muchas personas lo odian). Pues bien, a tu peludo no le hará ninguna gracia que le atosigues con besos y caricias. No estamos diciendo que no le gusten los cariños, solo que cuando él quiera, irá a buscarlos. Y ojo con no dárselos o ignorarle, puede tomar represalias tan agradables como orinar o defecar en tus pertenencias, véase la cama.
Algo que trastorna, y mucho, a los gatos son los sonidos fuertes. La televisión a todo volumen, los gritos, el sonido del claxon, los petardos… no les gustan nadan pues suponen cambios bruscos (y que dan miedo) en su adorada vida zen. Con esto hay que ser especialmente cuidadosos pues puede ocasionarles estrés y ansiedad.
Unido a los cambios bruscos en su vida, se encuentran las mudanzas, que no las llevan lo que se dice bien… Ver cómo sus dominios se desintegran yendo a parar a cajas de cartón, no les hace ninguna gracia. Por eso, en estos casos, los cambios hay que hacerlos de manera progresiva.
Pero hay más cosas que tu peludo odia. Hemos seleccionado 20 que le molestan y que puede que no sepas. ¡Coge papel y lápiz!
El agua
Si bien es cierto que existen gatos como los bosques de Noruega, los siberianos y los Maine coon que sí disfrutan metiéndose en el agua, la mayoría detesta el agua. La razón que hasta ahora han dado los científicos es que la mayor parte de razas felinas procede de zonas desérticas de Oriente Medio y China, por lo que su relación con el líquido elemento ha sido nula. Esta falta de relación hace que sientan desconfianza hacia el agua. Las razas de gatos que no temen el agua son generalmente aquellas que se han criado cerca de ríos, lagos...
Los olores fuertes
Aunque el olfato de los gatos no es tan eficiente como el de los perros, sigue siendo sensible y olores fuertes como el del ajo, el humo del tabaco, el vinagre, la cebolla o los cítricos pueden resultarles muy molestos.
Cogerlos en brazos panza arriba
De nuevo, encontramos excepciones a la regla pero, por lo general, los gatos odian que se les coja en brazos con la panza hacia arriba. La razón es que en esta postura el animal está vulnerable.
Retenerlos por la fuerza
Si coges a tu gato en brazos y notas que no está cómodo e intenta por todos los medios zafarse… No lo retengas contra su voluntad, no le gusta nada.
Los ruidos fuertes
Los ruidos fuertes molestan y mucho a los gatos. Gritos, petardos, música a todo volumen, claxon… todo esto puede llegar a causarle miedo al gato y hasta a provocarle estrés y ansiedad.
¿Por qué tienen miedo a los ruidos fuertes?
Para un gato, un ruido fuerte significa un cambio brusco de su entorno lo que, si tienes un minino lo sabrás, no les gusta nada ni lo llevan bien.
Que les acaricien la panza, las patas traseras y la cola
Aquí, como todo en la vida, existen excepciones y hay gatos que no se molestan en absoluto si se les toca en estas zonas del cuerpo. Pero, por lo general, no les suele agradar. Mejor optar por cabeza, orejas, barbilla, cuello y cerca de la cola.
Los plátanos
Sí, la mayoría odia los plátanos y lo que no les gusta de ellos es el olor.
Que les cambien su rutina
Por este motivo, si quieres cambiar algo en la vida de tu mascota, como su alimentación, o en la tuya pero que le afecte a él, como una mudanza, tendrás que hacerlo de forma gradual.
El limón
Por lo general, a los gatos no les gusta nada el olor a limón. De hecho, una manera natural de evitar que el minino se acerque a determinados sitios de la casa, como muebles o cables es frotarlos con esta fruta.
La suciedad
Los gatos son animales muy limpios y eso es extrapolable a su bandeja. No dejes sus excrementos en la arena días y días y cámbiale la arena cuando esté sucia. Si no lo haces, además de molestar profundamente a tu gato, le estarás invitando a que haga sus necesidades en otro lugar de la casa.
Las mudanzas
Las mudanzas suponen un cambio drástico en su vida y, como tal, no les gustan nada. El momento en el que se desmantelan sus dominios para meterlos en cajas nos les hace ninguna gracia.
Que les acaricien fuerte
A los gatos no les gusta nada que se les acaricie de forma brusca o con la intensidad con la que acariciarías a un perro. Por eso, hay que ser especialmente precavido con los niños y enseñarles que a un gato hay que tocarle muy suavemente.
Que se les atosigue
¿No te has fijado que, cuando va gente a casa, muchas veces tu gato se acerca justo a la persona que no le está haciendo caso porque le dé miedo, sea alérgica o directamente no le interesen los gatos y, sin embargo, huye despavorido de quien se pasa el rato persiguiéndole? Los gatos hacen esto porque en la ausencia de contacto visual, en el espacio y en que no se le toque todo el rato encuentran confianza, no hay amenaza.
Que les ignoren
Ni un extremo ni otro, a los gatos no les gustan los mimos excesivos pero tampoco que se les ignore. El peludo será el que vaya a ti en busca de caricias. Si no le haces caso de forma repetida, puede “castigarte”, por ejemplo, orinándose en tu cama.
Las puertas cerradas
Existen dos motivos que explican por qué tu gato odia las puertas cerradas. El primero es que no se le está permitiendo acceder a toda la casa que, no olvidemos, es su casa (tú vives en ella porque él te deja). El segundo es que necesita saber y ver en todo momento qué hay en cada rincón del hogar.
No ser los preferidos
Esta situación se presenta cuando se juntan en el hogar dos gatos dominantes, por ejemplo, cuando un minino se queda en casa unos días. Los felinos son muy territoriales y el dueño de la casa hará todo lo posible para dejarle claro al invitado que el que manda es él.
Que los manoseen
Con esto no estamos diciendo que a los gatos no les guste ser acariciados… ¡Para nada! Lo que pasa es que son ellos los que deciden cuándo y no tú. Tranquilo, te lo hará saber.
Viajar en coche
¿Cómo le va a gustar a tu gato que lo metas en un transportín, le levantes del suelo y lo coloques dentro de un espacio con un motor ruidoso, olores que no conoce y que, además, se mueve? Lógico.
Que se les mire fijamente
Al igual que les sucede a los perros, los gatos entienden las miradas fijas como amenazas. Una de las señales que indican que un gato está a gusto es que cierra muy lentamente sus ojos. Si haces esto en lugar de mirarle fijamente, mucho mejor.
Que llegue un gato desconocido a casa
Los gatos son muy territoriales por lo que no les hace mucha gracia que llegue otro minino desconocido a su hogar (recuerda que para él tu casa es su casa y él te permite vivir en ella). Lo menos problemático para que dos gatos convivan bajo el mismo techo es que o los dos lleguen siendo cachorros o bien el segundo lo sea.
Los olores químicos
Como los de la mayoría de detergentes, limpiadores, jabones, desodorantes… Dentro de lo posible es mejor optar por fragancias más naturales.
Que se les medique
A un gato no le gusta el sabor de la medicación, que le abran la boca a la fuerza para colarle una pastilla, que se le introduzca una cánula en el oído para tratar los ácaros… Para él todo esto es sumamente odioso.
Que les lleven al veterinario
Es muy extraño que a un gato le guste que lo lleven al veterinario. El trayecto en el transportín, el tener que compartir espacio con otros animales, que lo exploren, que lo vacunen, que le den alguna medicación… Definitivamente no es una experiencia placentera para ellos.
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