El manejo y la educación de los jerbos no nos van a costar tanto como con otros pequeños mamíferos que pondrán más impedimento en ser cogidos o en tener contacto con el hombre en general.
Nuestros pequeños amigos son muy parecidos a los ratones pero tienen unas orejas más pequeñas. Tienen unas extremidades posteriores bastante desarrolladas, lo que les ayuda a maniobrar con agilidad y con las extremidades delanteras pueden manejar su comida y escarbar. Tienen la cola larga y su pelaje puede ser de diversos colores.
La esperanza de vida de un jerbo es de entre 3 ó 5 años aunque suelen pasar el arcoíris a los 4 y fallecen por la edad. No suelen tener muchas enfermedades pero para darnos cuenta de que sufre algún problema tendremos que observarlo un rato cada día y hacer un chequeo rápido.
Este roedor no precisa de grandes cuidados, es bastante independiente y se las apaña bien solo. Cuando hace frío le gusta protegerse de él pero no hiberna. Permítele tener material para crearse su propio nido para dormir, puedes ponerle heno y láminas de papel en la jaula y observar cómo construye. Normalmente, cuando están en estado salvaje, viven en madrigueras y no se dejan ver por los humanos pero cuando conviven con nosotros son más dóciles y fáciles de educar que, por ejemplo, los hámsteres pues no tienden a morder.
Con el paso del tiempo irá acostumbrándose a tu presencia y tu voz, tanto que atenderá cuando le llames, permitirá que maniobres con la mano dentro de su jaula y se dejará coger con tranquilidad.
Para que así sea, déjale que los primeros días se habitúe a su nuevo hogar sin molestarle demasiado. Con el paso de los días, mete el puño en su jaula y deja que te experimente (si te muerde será para reconocerte, pero no debemos dejar que se acostumbre). Para cogerle nunca le agarres de la cola.
En cuanto llegue a nuestra casa, vamos comenzar a pensar en su domesticación y en cómo haremos para acostumbrarle a nosotros y nuestro entorno. A continuación, os enumeramos las pautas para hacerlo. ¡Vamos a hacer un nuevo amigo!
Toma de contacto
El jerbo no es un roedor que requiera de grandes cuidados pero a lo largo de su vida necesitará que le satisfagamos una serie de necesidades, para eso tiene que acostumbrarse a nuestra presencia y nuestro contacto.
Poco mordedor
El jerbo es muy sociable y fácil de domesticar. Son más fáciles de educar que los hámsteres debido a que los jerbos no son tan fanáticos de las mordeduras.
No le asustes
Como decimos, a estos animales no les gusta morder pero si se asustan forcejean y saltan considerablemente para huir.
Acostumbrándose a su casa
Déjales asentarse en su nuevo hogar durante unos días y después empieza a trabajar en su educación, esos primeros días estarán algo estresados.
¿Cómo lo cogemos?
Lo idóneo es elevarlo con las manos ahuecadas o manteniéndo con delicadeza la base de la cola con una mano y poniendo la otra mano debajo del cuerpo y las patas. No lo persigas con tu mano porque le causará estrés y miedo.
De la cola, no
Evita cogerlo por la punta de la cola porque puedes originarle un desgarro en la piel.
Con calma pero seguro
Para agarrarlos con más firmeza, se les puede coger por la piel del cuello realizando presión hacia abajo.
Hablando bajito
Háblales suavemente y con cariño para que se acostumbren a tu voz.
Atenderá a su nombre
Los jerbos no producen vocalizaciones, aunque si tú les hablas conseguirás que se habitúen a tu manera de comunicarte. Llegará un punto en el que saldrá de su madriguera cuando lo llames.
¿Cómo será su casa?
La jaula que le compremos tiene que ser de unas dimensiones grandes para que pueda practicar ejercicio con amplitud y tranquilidad.
¿Dónde vivirá?
Instala la jaula en una zona de la casa en la que haya tranquilidad pero con algo de movimiento, les gusta cotillear lo que pasa fuera de su casita. Mejor acostumbrarles a la presencia humana.
Manipulando sus cosas
Para que se acostumbre a ti, pasados unos días, tómate tu tiempo para cambiar y limpiar cositas en su casa o poniéndole el agua y la comida.
Enséñale a no morder
Introduce tu puño en la jaula y deja que te huela y que te pruebe. Puede que te intente morder pero sacar la mano será contraproducente: sóplale en la cara y dile un “no” firme aunque no muy fuerte.
No le bañes
No necesitarás manipularle para bañarle porque él mismo se encargará de su aseo corporal usando su lengua y sus manitas. Si tienes más de un jerbo podrás entretenerte viendo cómo se limpian entre ellos.
Un premio de vez en cuando
Para agilizar el hecho de que te asocie a algo bueno puedes darle algún premio como nueces o semillas de girasol. Cuando vayan cogiendo confianza irán a cogerlos de tu mano.
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