El desapego y la adaptación al nuevo grupo social en los perros
El último escalón en la socialización de los canes es el despedirse de su familia perruna y adaptarse a la humana, aquella que pasará el resto de su vida con él. Tenemos que estar preparados para ese momento.
El desapego es un suceso determinante para que la correcta socialización del animal llegue a buen puerto. La rotura de los vínculos familiares comienza con la aparición de los dientes de leche.
Hasta ese momento el cachorro mamaba tranquilamente de los pezones de su madre pero cuando los pequeños alfileres dentales hacen su aparición, se produce una lógica incomodidad en la madre. El pequeño quiere comer, pero la madre no soporta el dolor. Una vez más la madre naturaleza aporta un método simple para conseguir una difícil ruptura de relaciones, la huida de la madre marca el momento de inicio del desapego. La evitación del dolor provoca que el animal vaya sustituyendo su relación con la progenitora por el apego a su nuevo grupo social, por la manada humana.
El período de socialización concluye con la integración de los cachorros en sus nuevos grupos sociales
Este cambio de ubicación y la reorganización mental que ha de hacer el cachorro para adaptarse a las nuevas circunstancias, genera en el animal una situación importante para que la socialización se dé por concluida: la aparición del miedo, de la desconfianza...
Todavía recuerdo el día que dejé a mi familia para comenzar a trabajar en la empresa láctea. En lo más profundo de mi ser estaba sintiendo que se había quemado una etapa de mi vida, una etapa en la que había disfrutado del mejor entorno familiar que cualquier ser humano habría deseado pero aquello había acabado. Dejaría atrás la seguridad, el cariño y la tranquilidad que el entorno familiar me había proporcionado, sabía que me enfrentaba a algo desconocido. A partir de aquel instante tenía que "buscarme la vida": debía preocuparme por la obtención de alimento, por la búsqueda de un nuevo hogar... aquella situación era incómoda, me planteaba miles de dudas... ¿miedo?
Los cachorros también sienten miedo al enfrentarse con la misma situación: su nueva vida.
Aunque parezca chocante, la aparición de esta desagradable sensación es positiva para el animal: provoca una disminución en el interés por la exploración y permite un mayor acercamiento a los nuevos individuos de su nuevo grupo.
El final de su desarrollo mental
Cuando el animal tiene entre diez y doce semanas de vida, cuando ha digerido las clases magistrales de socialización y ha sentido en sus propias carnes el miedo, se da por finalizada su etapa de desarrollo "mental". Desde este momento el hombre será el único responsable de su integración en la sociedad por lo que el perro será un fiel reflejo de lo que su nueva manada le indique.
Así que nos podemos hacer uan idea de la gran importancia que tiene el período de tiempo que vive nuestro perro antes de llegar a nuestras manos.
Podríamos sacar muchas conclusiones pero me gustaría apuntar una que considero crucial, una regla de oro que subyace en todo lo anteriormente expuesto: el perro debe integrarse en la familia humana cuando tiene una edad comprendida entre la quinta y la octava semana de vida.
En este momento el cachorro es plenamente receptivo, acaba de dejar a su familia, tiene las lecciones aprendidas y siente miedo... ese animal nos necesita.
Ahora debemos presentarle a su nueva familia, a los adultos y a los niños; debemos facilitarle la relación con otros animales, debemos presentarle al veterinario, hacer que conozca los coches, las motos, las bicicletas, los autobuses; debemos conseguir que conozca "al dedillo" su nuevo entorno. Sería ideal que nuestro buen amigo llegara con todas estas lecciones aprendidas, que el criador ya hubiera expuesto al cachorro a muchas de estas situaciones...
Cuanto más nos acerquemos a las edades comentadas para incorporar un animal a nuestras vidas, más sencillo será todo. Cuanto más nos distanciemos, más problemas pueden surgir en nuestra futura convivencia.
Un perro no es lo que nos encontramos cuando llega a nuestras manos, un perro con un mes o mes y medio de edad ya ha pasado por fases de desarrollo fundamentales, un animal adulto es un ser cargado de experiencias. Intentemos tener clara su procedencia, intentemos saber cómo era su familia, canina y humana, intentemos informarnos. Esa pequeña bolita o ese gran perro llega a nuestras manos con un carácter marcado. ¡¡No lo olvidemos!!