Tener una mascota nos hace ser más activos en la sociedad
En muchos casos la mascota se convierte en un excelente facilitador social, en una vía de calidad para relacionarnos con otras personas. ¿Has notado el efecto social?
¿Por qué hablamos de que son una vía de calidad? Si en nuestra casa tenemos un animal de compañía que ha entrado en ella responsablemente, todos los habitantes del hogar comentaremos sus travesuras, jugaremos con él y llevaremos a cabo actividades en conjunto que tengan que ver con el "bicho". Esas interacciones solo traerán ventajas: crearán un mayor apego entre nosotros, motivarán el diálogo, ayudarán a ser más sensibles y empáticos, reforzarán relaciones...
Aunque no solo será positivo para aumentar la calidad de las relaciones que tengan los propietarios de animales, también contribuirá a la cantidad porque quien antes se quedaba en casa viendo la televisión ahora sale a pasear al parque y se encuentra con otros paseadores de perros o acude al veterinario y cuenta en la sala de estar lo que le ocurre a su animal.
¿Cómo puede lograr un animal que no es racional que los humanos tengamos mejores relaciones y mayor calidad de vida en general?
¿Cómo puede lograr un animal que no es racional que los humanos tengamos mejores relaciones y mayor calidad de vida en general?
La sola presencia de un animal puede cambiar nuestra forma de vivir
Como modo de ejemplo voy a recordar las maravillas de las terapias asistidas por animales relatando la historia en un centro de ancianos:
Luis es un hombre ya en la tercera edad, ha tenido un buen sueldo por lo que ahora puede permitirse vivir en una importante y cara residencia para ancianos. Pero, a pesar de tener las mejores condiciones no era feliz, y se había encerrado en sí mismo, no le apetecía compartir conversaciones ni vivir nuevos momentos con nadie. Los trabajadores del centro hacían todo intento por animarle, motivarle a participar en actividades, incitarle a hablar con otros residentes... Pero todo empeño era en vano.
No era el único que estaba conviviendo con su soledad y tristeza por lo que los empleados del lugar propusieron a sus superiores introducir una colonia felina controlada en los jardines de la residencia ya que conocían los beneficios que aportaban los animales. Estos accedieron.
Una vez los gatos llegaron al centro, los trabajadores sociales contaron con la ayuda de una protectora en su cuidado y contaron a los ancianos que habían llegado unos nuevos inquilinos peludos y que podian ayudar en la alimentación y cuidados de los mismos.
A Luis le gustó la idea y al día siguiente se arregló, se puso la sonrisa que hace mucho no utilizaba y salió con otro ánimo al patio. Lo primero que hizo fue sentarse solo en un banco, pues su deseo era el de observar a los felinos desarrollando su actividad sin la intervención del hombre. Hasta que de unos arbustos cercanos a él apareció uno de estos animales de mirada viva e inteligente. Una carey vivaz a la que Luis le puso el nombre de Siempre, porque era un nombre con mucha presencia como la que tenía aquella hembrita.
Que un ser tan curioso y puro hubiera centrado su atención en él hizo que los ojos de Luis se humedecieran, después de no sentirse importante para nadie en mucho tiempo.
Aquel inteligente minino parecía entender todo lo que el anciano había vivido y se acercó con calma a él. El contacto con la suavidad y ternura de la pequeña cambio desde aquel momento la forma de vivir de Luis. A partir de ese día el hombre salía arreglado al jardín a encontrarse con su amiga, que poco a poco fue trayéndole a los miembros de su clan peludo. Como por arte de magia (felina) Luis comenzó a hablar con el resto de residentes compartiendo con ellos las hazañas de los recién llegados.
Únicamente con la presencia de los mininos un hombre que estaba esperando su último día en la tierra se ha convertido en una persona sociable y con alegría.
Este es uno de los ejemplos que nos reconocen que el contacto con seres amables de la misma especie u otra puede llevarnos a vivir de manera mucho más activa y feliz. Los animales mejoran nuestra vida simplemente estando en ella. Entran en silencio en ella pero consiguen mover montañas.
A grandes rasgos etológicos podemos concluir que existen dos caminos definidos que motivan los efectos sociales del humano que tiene mascota o que gozan de ellas de alguna manera: la atención y la comunicación.