¿Conoces los riesgos de los parásitos gastrointestinales?
Los parásitos gastrointestinales son más frecuentes en nuestros perros y gatos de lo que parece. Pueden ser transmitidos a las personas así que presta doble atención.
Más del 30% de nuestras mascotas puede padecer este tipo de parásitos y nosotros podemos no saberlo porque los síntomas no son muy evidentes. Además, el 50% de los humanos desconoce que los mismos parásitos que sufren sus mascotas pueden ser transmitidos a ellos mismos, es decir, transmiten enfermedades zoonóticas. Las personas con más riesgo de padecerlas son los niños y los individuos inmunodeprimidos.
Los parásitos pueden subsistir tanto en el interior como en el exterior de un organismo vivo. Los parásitos internos, entre los que están los gastrointestinales, son conocidos con el nombre de endoparásitos. Aquellos que viven en la zona externa del animal del que se benefician son llamados ectoparásitos. Los dos tipos tienen ciclos de vida complejos que van a verse influenciados por las circunstancias climatológicas. Es por esta razón que la vida de estos organismos va a depender de la estación a la que están acostumbrados.
Los parásitos gastrointestinales se diferencian por su apariencia
En este artículo vamos a tratar los parásitos internos, que podemos diferenciar en dos tipologías: los nematodos (gusanos redondos) y los cestodos o tenias (gusanos planos). Esta clasificación dentro de los parásitos internos viene dada según la morfología y la estructura de los mismos.
Una de las principales razones por las que acudimos a la clínica veterinaria con el gato es precisamente porque este tiene parásitos gastrointestinales. Suele ser más frecuente en gatitos de corta edad y solemos detectarlos porque, de repente, nos damos cuenta de que sus heces tienen lombrices. Este es uno de los motivos por los que recomendamos controlar y observar periódicamente las heces de nuestro animal, pues estas nos pueden decir mucho de su salud.
- Los nematodos. Los hay de dos tipos: ascáridos y ancylostómidos. Si hablamos de los ascáridos, en su estructura física son largos, con cuerpo redondeado y más estrechos en los extremos. Los nematodos adultos pueden medir entre un milímetro y quince. Se alojan en el intestino y le roban al animal los nutrientes, lo que se traduce en síntomas como diarrea, poca ganancia de peso, pelaje áspero, distensión del abdomen, vómitos en los que el gato expulsa los gusanos… Si la infestación es muy grande, se puede producir una obstrucción intestinal y la vida del peludo puede correr peligro. Los gatos pueden infestarse de ascáridos porque huelan o laman alguna superficie con resto de heces contaminadas (los felinos infestados expulsan los huevos de estos parásitos a través de las heces) y también a través de la leche materna.
En cuanto a los ancylostómidos, estos disponen de una especia de garfios en su aparato bucal que les permiten anclarse firmemente al intestino delgado del gato y chuparle la sangre. Son capaces de liberar un anticoagulante y si la infestación es grande, pueden dar lugar a una hemorragia importante. Las heces negras son síntoma de hemorragia. El felino infestado por estos parásitos gastrointestinales sufrirá anemia, estará débil y puede morir. Los ancylostómidos son más difíciles de apreciar en las heces que los ascáridos, pues su tamaño es considerablemente menor. Se contagian por la leche materna, cuando el gatito está en el útero o incluso si este pisa una superficie en la que haya larvas.
- Los cestodos. Tienen un cuerpo plano, podría parecerse a un metro de cinta y la cabeza tiene una especie de arpones o sistema de extracción o una mezcla de los dos para alimentarse siempre dentro del intestino delgado del animal. Un cestodo puede tener los dos sexos, es decir, ser hermafrodita. Su medida puede alcanzar metros de longitud. Se trata de unos parásitos gastrointestinales que no suelen dar síntomas, si acaso picor en el ano, distensión del abdomen, pelo con poco lustre y restos de gusanos en las heces.
Para evitar que el gato sufra parásitos gastrointestinales tan peligrosos como los que te hemos comentado, lo mejor es desparasitar de forma regular a tu mascota. ¡Aunque no salga de casa! Si aún y todo sospechas que tu peludo está infestado, no lo dudes, llévalo al veterinario para que confirme o desmienta tu sospecha y le prescriba el tratamiento adecuado.