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Cuando la paz no era una opción: las guerras más largas de la historia

Desgraciadamente no fueron ni veinte, ni treinta, ni cuarenta… ni siquiera cien años, fueron muchos más.

Comenzaremos nuestro recorrido por el otro extremo de la balanza: por la guerra más corta de la historia. Para asistir a su nacimiento tenemos que viajar hasta las 9:02 am del 27 de agosto de 1896. En ese preciso instante comenzó la guerra anglo-zanzibariana, provocada tras la autoproclamación de Khalid ibn Barghash como sultán tras la muerte súbita de su tío unos días antes. Los sublevados resistieron tan solo treinta y ocho minutos, tiempo durante el cual el ejército inglés no cesó de bombardear a los seguidores de Khalid.

Pero vayamos a las guerras más largas, las cuales, desgraciadamente, son mucho más numerosas. Antes de iniciar la disección del listado tenemos que perfilar los criterios que vamos a tener en cuenta para considerar qué es una guerra.

Batalla de Spotsylvania. Guerra de Secesion

Batalla de Spotsylvania. Guerra de SecesionWikimedia

Tiene que tratarse de un conflicto armado abierto, declarado entre dos estados soberanos o facciones en competencia ya sea fuera o dentro del mismo estado, lo que consideraríamos como una guerra civil. Además, el conflicto tiene que ser sostenido durante un periodo de tiempo y pretender resolver disputas bien de ámbito territorial o bien político.

Hasta cinco décadas de conflicto

Con estas premisas, dos de las contiendas más largas de la antigüedad tuvieron a la Hélade por escenario de las operaciones. En la península griega tuvo lugar la Guerra del Peloponeso -en el siglo V a. de C.- que enfrentó a las ciudades-estado griegas y que se prolongó durante 27 largos y sangrientos años.

Esa cifra fue prácticamente duplicada muy poco tiempo después, durante las Guerras Médicas. Una contienda en la que participaron las polis griegas, por una parte, y el Imperio persa, por la otra, y que se prolongó durante cinco décadas.

Tuvieron que pasar muchos siglos para que esa cifra –cincuenta años- fuera superada. Así, por ejemplo, si fijamos nuestra atención en las famosas Guerras Púnicas, entre romanos y cartagineses, su duración fue de “tan solo” 43 años, siete años menos que las Guerras Médicas.

Casi dos siglos de guerra

En el siglo XV asistimos a dos acontecimientos de una duración terriblemente prolongada: la Guerra de las Rosas y la Guerra de los Cien años. La primera tuvo lugar entre la Casa de Lancaster y la Casa de York, y se prolongó durante algo más de tres décadas.

Por su parte la Guerra de los Cien Años terminó en 1453, un año especialmente prolífico en lo que acontecimientos históricos se refiere: fue el año en que los tucos tomaron Constantinopla y el año en el que apareció la imprenta.

A pesar de su nombre, la Guerra de los Cien Años no duró una centuria, se prolongó durante 116 dilatados años. Enfrentó a Francia e Inglaterra a causa de la disputa de la Corona francesa y de intereses feudales, en forma de grandes territorios, que los reyes ingleses tenían en territorio galo y que no estaban dispuestos a renunciar. Durante ese tiempo se libraron muchas batallas, quizás unas de las más célebres fuese la de Crécy (1346), en la que los arqueros ingleses dispararon más de 72.000 flechas.

En cualquier caso, la cifra parece irrisoria si la comparamos con las Cruzadas, una de las guerras más largas de la historia. Fueron auspiciadas por el Papa entre los años 1096 y 1291 –ciento noventa y cinco años- y tenían por objeto recuperar Tierra Santa, que en aquel momento se encontraba en manos de los infieles.

Más de setecientos años de guerra

Entre los años 1651 y 1986 tuvo lugar la que se conoce como Guerra de los Trescientos Treinta y Cinco Años, una guerra pacífica entre Países Bajos y las islas Sorlingas, situadas en la costa del SO del Reino Unido.

Sin duda alguna, fue una de las contiendas más prolongas de la historia, si bien no se llegó a realizar ningún disparo. La prolongación del conflicto, como más de un lector habrá imaginado, fue el olvido por parte de los holandeses de declarar oficialmente la paz hasta que en 1985 el historiador Roy Duncan –presidente del Consejo de las islas Sorlingas- escribió a la embajada de los Países Bajos recordando el inicio del conflicto más de trescientos años atrás.

De la ausencia de víctimas de esa guerra deberían haber aprendido alemanes y rusos. Ya que la batalla de Stalingrado, que se prolongó durante doscientos días, se convirtió en la más sangrienta de la historia, con un recuento de fallecidos próximo a los dos millones y medio.

Batalla de Pea Ridge

Batalla de Pea Ridge. Ilustración: Istock/Keith Lance

A pesar de la dilación de todos estos conflictos, el “honroso” título de guerra más larga de la historia tuvo lugar en la Península Ibérica durante la Reconquista. Un conflicto que se prolongó durante más de setecientos años, durante el cual los monarcas cristianos consiguieron recuperar el territorio conquistado por los musulmanes a los visigodos durante el primer cuarto del siglo octavo.

Una guerra que tuvo una idiosincrasia especial: no hubo tregua, la frontera estuvo en continuo movimiento y finalizó cuando los Reyes Católicos, soberanos de un reino que no existía al comienzo de la guerra, tomaron el reino nazarí de Granada (1492).

Con todo, establecer cuál fue la guerra más larga de la historia resulta una tarea compleja con la que podemos caer en pequeñas “trampas” que contradigan la propia definición de “guerra” que hemos ofrecido al inicio del artículo. Mencionamos la Reconquista como la guerra más larga y, más allá del debate alrededor del término, es obvio que supone todo un proceso histórico en el que entran en juego más ámbitos que el meramente militar. No se puede negar que durante casi ocho siglos se vivieron constantes tensiones en las fronteras entre cristianos y musulmanes, así como la sucesión de enfrentamientos declarados. Pero también sería correcto entender este proceso histórico como un cúmulo de guerras, en plural, con sus batallas y guerrillas. En cualquiera de los casos, tenemos una lucha armada prolongada en el tiempo en la que la historiografía tradicional identifica dos bandos principales bajo un criterio religioso: cristianos y musulmanes. Es esta premisa la que se puede argumentar a favor de nuestra elección a la hora de responder la difícil cuestión sobre cuál fue la guerra más larga de la historia.

Artículo escrito por Pedro Gargantilla con la revisión histórica de Fran Navarro.

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