El significado de Mesopotamia: lee el primer capítulo del libro 'Mesopotamia'
¿Te gustaría conocer más sobre la fascinante civilización de Mesopotamia? Sumérgete en la lectura exclusiva del primer capítulo del libro 'Mesopotamia' (Pinolia), coordinado por Vicente Barba Colmenero y Josué J. Justel. Y descubre los misterios de esta increíble región.

Representación histórica. Foto: Istock/Gilmanshin
(*) Capítulo escrito por Javier Cabrero Piquero (Profesor titular del Departamento de Historia Antigua, UNED).
Mesopotamia es una de las regiones más fascinantes y antiguas del mundo, con una rica historia que ha influido significativamente en el desarrollo de la civilización humana. Ubicada en el valle entre los ríos Tigris y Éufrates, Mesopotamia fue el hogar de algunas de las primeras civilizaciones humanas conocidas, incluyendo la civilización sumeria, babilónica y asiria.
El nombre "Mesopotamia" significa "tierra entre los ríos" en griego, y se refiere a la región que abarca los actuales Irak, Kuwait y partes de Irán y Siria. Esta región se caracterizó por su fertilidad y por el desarrollo de sistemas de riego que permitieron el cultivo de una variedad de cultivos, como trigo, cebada, lentejas y aceitunas.
Su historia se remonta a más de 10,000 años, cuando las primeras comunidades agrícolas comenzaron a surgir en la región.
Para conocer un poco más sobre ello, recientemente la editorial Pinolia ha publicado el libro Mesopotamia, coordinado por Vicente Barba Colmenero y Josué J. Justel. En exclusiva te descubrimos su primer capítulo, escrito por Javier Cabrero Piquero (Profesor titular del Departamento de Historia Antigua, UNED).
El significado de Mesopotamia (por Javier Cabrero Piquero)
Durante estos últimos años el interés por las civilizaciones de la Antigüedad ha ido en aumento, algo en cierta manera comparable a lo que sucedió con la historia de Egipto tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter en 1922, hecho que llegó a ocupar las primeras páginas de la mayoría de los periódicos, desatando una auténtica egiptomanía.
En la actualidad, el interés por la Antigüedad no lo ha suscitado ningún descubrimiento de las dimensiones del hallazgo de la tumba del joven rey egipcio, sino que se ha producido un lento proceso de infiltración, motivado por el enorme auge de la novela histórica, y un buen número de producciones cinematográficas y series de televisión de calidad que han despertado la curiosidad en lectores y espectadores por conocer más a fondo todas las civilizaciones que conformaron el Mundo Antiguo, encontrándose así con un universo fascinante y prácticamente desconocido, viendo cómo muchas de las costumbres modernas que consideraban propias no lo eran tanto y tenían sus orígenes en esa Antigüedad redescubierta.
Si nos fijamos en las civilizaciones más destacadas —sumeria, acadia, babilonia, hitita, fenicia, persa, minoica, egipcia, griega y romana—, todas y cada una de ellas desarrollaron características propias, no exentas de interacciones mutuas, que tuvieron como denominador común un Mediterráneo que les sirvió como primera —pero no única— ruta de comunicación y expansión cuando ya habían explorado los territorios más cercanos. Las primeras de todas estas civilizaciones se desarrollaron en el Asia Anterior, y desde que Samuel Noah Kramer publicara su libro History Begins at Sumer, a mediados del siglo pasado, la civilización que se desarrolló entre los ríos Éufrates y Tigris comenzó a popularizarse entre el gran público, aunque ya hacía decenios que los especialistas se habían centrado con intensidad
La cuna de la civilización
El nombre de Mesopotamia (entre ríos) se debe a los griegos, primeros en denominar así a esta región del Próximo Oriente comprendida entre los cursos del Éufrates y el Tigris. Queda limitada por los montes Tauro al norte, los Zagros al este, el desierto de Arabia al sur y el Mediterráneo al oeste. Formaba parte de lo que James Henry Breasted denominó «Creciente Fértil», que, además de Mesopotamia, se extendía al Levante y al antiguo Egipto, y es la denominada «cuna de la civilización» por la que discurrían, además del Éufrates y el Tigris, el Jordán y el Nilo. Una región en la que se desarrollaron las primeras civilizaciones urbanas, agrícolas, y los primeros grandes estados de la Antigüedad.
La primera y más antigua civilización que aparece en esta región es la sumeria. Según ha demostrado la arqueología, esta fue la primera en fundar ciudades, que no tardarían mucho en convertirse en estados y más adelante en imperios.
El espacio físico ocupado por Mesopotamia se divide en dos zonas netamente diferenciadas: al norte, la Alta Mesopotamia, zona montañosa comprendida entre el Antitauro, el Kurdistán y los Zagros; al sur, la Baja Mesopotamia, país llano que comprende el valle bajo de los dos ríos y presenta unas mejores características para el desarrollo agrícola.
A partir de mediados del iv milenio a. C., en ambas zonas asistimos al nacimiento y evolución de esas primeras comunidades rurales. Así, en la zona norte tenemos los asentamientos de Jarmo, Hassuna, Tell-Halaf y Tepe Gawrra, donde encontramos restos de cereales y óseos de animales domesticados. También está documentada la cerámica con técnicas como el bruñido y la aparición ya de un rudimentario torno. El sistema de ocupación se va perfeccionando hasta aparecer habitaciones con falsa cúpula. Son frecuentes los idolillos relacionados con la fecundidad y comienza a usarse el cobre.
En la zona sur tenemos los asentamientos de Eridú y El- Obeid, en los que comienza a aparecer el germen de futuros edificios clásicos de Mesopotamia. La segunda cultura mencionada es especialmente interesante, porque de este nivel cultural arrancan todas las futuras ciudades sumerias. Presenta una cerámica pintada con motivos geométricos y se han detectado moldes para la fundición del cobre. Abundan los edificios considerados templos y se realiza una gran labor de drenaje de zonas pantanosas y canalizaciones de los ríos para el mejor aprovechamiento agrícola del terreno; con ello aparece ya la división del trabajo y la estructura social (sacerdotes, arquitectos, agricultores, etc.).
Estos primeros logros son el reflejo de la sedentarización de las anteriores comunidades trashumantes, que son la plasmación de la llamada revolución neolítica que defendiera Gordon Childe, y que había comenzado unos miles de años antes.
Grandes avances: escritura, matemáticas, escultura, medicina...
Las sociedades posteriores que se desarrollaron a lo largo del Mediterráneo —incluida la cercana egipcia—, son deudoras de otros muchos avances, por ejemplo de la aparición de la escritura con todo lo que ello supone, como la creación de la literatura, apareciendo los primeros relatos míticos, poesía y textos religiosos. Además, permitió la fijación de las tradiciones que hasta ese momento se habían transmitido oralmente, y que fue también determinante a la hora de difundir los primeros códigos de leyes que creó la humanidad, como el de Shulgi o el de Hammurabi. Su papel en la actividad económica es muy destacable, al permitir la redacción de los primeros contratos y la creación de un grandioso registro en tablillas de arcilla tanto de bienes como de mercancías.
Por otro lado, en Mesopotamia aparecen las primeras escuelas, cuya misión era la educación de los jóvenes. En el campo del arte adquiere mucha fuerza el desarrollo de la escultura, ya sea de bulto redondo o en forma de relieve. No se pueden olvidar las actividades suntuarias, cuyo mejor reflejo es la expansión de la joyería, que aparece abundantemente en las necrópolis, como la excavada por Leonard Wooley en Ur.
Mención aparte merecen las matemáticas y la geometría. Los cálculos numéricos y algebraicos alcanzaron un gran desarrollo, permitiendo la construcción de canales de irrigación que dieron una gran prosperidad a toda Mesopotamia. Se desarrolló sobre todo una matemática de orden práctico, utilizada, principalmente, en el registro de bienes y en el comercio, permitiendo la creación de lo que podríamos considerar archivos fiscales que han llegado hasta nosotros en gran número gracias a la frecuente costumbre de escribir sobre tablillas de arcilla. Su avance en este campo les llevó a manejar ecuaciones de primer grado, e incluso se pueden vislumbrar las de segundo.
Relacionada con las matemáticas estuvo la creación del sistema sexagesimal, que dominará toda la vida de Mesopotamia, incluida la religiosa; muchas de sus innovaciones han llegado hasta nosotros, y aún las seguimos utilizando. Este sistema tenía como base el número 60 y todo giraba en torno a él, sus múltiplos y sus submúltiplos. Así, fraccionaron el círculo en 360 partes, división que seguimos utilizando. Esto, sin duda, afectó al concepto cíclico del tiempo, que conocían por la simple observación de la sucesión de las estaciones climáticas. Ello los llevó a la sistematización del tiempo, e igualando ese ciclo anual de las estaciones. El año lo dividieron también en 360 partes o días, agrupados en doce partes o meses, y cada uno de ellos en 30 días. Pero no se quedaron ahí: el día lo dividieron en dos partes, cada una de 12 horas, cada hora la dividieron en 60 minutos y cada minuto en 60 segundos.
En Mesopotamia se dieron los primeros avances en medicina, y muy probablemente existieron escuelas en las que se formaban los médicos. Nos han llegado tablillas con recetas datadas ya en el iii milenio a. C., aunque, para ellos, cualquier dolencia había sido causada como castigo por los dioses, y lo primero que debían hacer era congraciarse con ellos. Ligados a la medicina están los avances en una farmacología basada en los minerales, como la sal o el salitre, y en los alimentos de origen animal o vegetal, sin olvidar las propiedades de algunas plantas. Los médicos sumerios fueron los primeros en creer que la higiene formaba parte del proceso curativo.
Los primeros intentos de creación de moneda también se produjeron en la naciente Mesopotamia. Los conocemos gracias a la popularización de los sistemas contables reflejados en las tablillas cuneiformes. Conocemos la aparición de una unidad de cuenta, la mina, utilizada ya en el Imperio acadio. Para sus transacciones utilizaron materiales preciosos, aunque nunca llegaron a acuñar moneda, pues esto no llegaría hasta muchos siglos después, con los griegos de Asia menor en el siglo vii a. C.
Construcción y religión
Tan importante como la sedentarización y el paso de la economía recolectora a la agrícola, fue la invención de la rueda, un notable avance técnico que facilitó no solamente las comunicaciones, sino también todo tipo de actividades, mejorando las técnicas arquitectónicas que estuvieron unidas a la invención del arco, la bóveda y la columna. La edilicia mesopotámica alcanzó altas cotas de perfección. Para sus construcciones, carentes de madera en abundancia y de canteras de piedra, emplearon sobre todo el adobe y la mampostería. Con estos materiales fueron capaces de levantar grandiosos edificios, como los zigurats, construcciones escalonadas de siete pisos con un templo en su parte superior. Pero sus ciudades gozaron ya de un urbanismo planificado, con zonas dedicadas a la administración donde se levantaba el palacio, otras especificas para residencia y, finalmente, aquellas donde se ubicaba el comercio, con un notable mercado.
La producción masiva de cerámica se vio favorecida, sobre todo, por la introducción del torno de alfarero a mediados del III milenio a. C., pero este no fue una invención mesopotámica, sino una importación desde China, donde había aparecido en las proximidades del curso medio del río Amarillo un milenio antes, donde aparece atestiguado en la cultura de Yangshao.
En el campo de la religión pasaron de la adoración a entidades abstractas a dar figura humana a los dioses. La aparición de la escritura favoreció que mitos y rituales se fijaran para la posterioridad, y el desarrollo del arte les permitió mostrarnos a sus dioses, que nunca perdieron el contacto con los fenómenos naturales.
El arte de la guerra
Pero no todas las aportaciones de las civilizaciones mesopotámicas fueron positivas, y a este respecto cabe señalar la introducción de la guerra, con todo lo que ello supone: la creación de sistemas de combate —apareciendo ya lo que podemos considerar como infantería pesada—, la utilización de sistemas de protección personal como cascos, corazas y escudos, las armas cada vez más evolucionadas —espadas, lanzas y hachas— y, sobre todo, la aparición de los primeros ingenios de combate, como los carros que podemos ver representados en el Estandarte Real de Ur. La estela de los buitres puede ser la representación de la primera gran guerra de la historia que tuvo lugar entre las ciudades de Umma y de Lagash a mediados del III milenio a. C., de la que Eannatum, monarca de Lagash, saldría victorioso después de casi cien años de enfrentamiento.
Finalmente, cabe preguntarse por los protagonistas de las civilizaciones mesopotámicas. Los primeros fueron los sumerios, cuyo origen no ha podido establecerse con seguridad, aunque parece admitido que no eran autóctonos de la región. Tal vez procedieran de las montañas, y se mezclaran con un pueblo ya preexistente; la lengua sumeria tampoco nos da demasiadas pistas. Los sumerios fueron sucedidos políticamente por los acadios, población de origen semita que se asentó en el norte de Mesopotamia. Tras un intento de renacimiento sumerio, fueron los nómadas amorritas asentados en el centro-sur de Mesopotamia quienes se impusieron y, a partir de ellos, elamitas, casitas y asirios fueron los dominadores de la región. Toda una sucesión de imperios que dinamizó la vida de Mesopotamia y que, durante casi cuatro milenios, fue el eje del poder del Próximo Oriente. Ni siquiera Egipto pudo evitar su preponderancia militar y política. Solamente las poderosas falanges macedónicas de Alejandro Magno lograron someter a los persas y acabar con su imperio. Poco después la región fue ocupada por los partos, creando un poderoso imperio al que los romanos solo lograron doblegar por breves periodos de tiempo.