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El primer chiste (conocido) de la historia

Chistes y chascarrillos los han conocido todas las civilizaciones, cuya intención va desde la pura diversión a la enseñanza moral. ¿Quieres conocer cuál es el más antiguo que conocemos? Ya te avisamos que quizá no le encuentres la gracia.

El primer chiste (conocido) de la historia (Miguel Angel Sabadell)

“Y acaso lo que de los demás animales le diferencia [al ser humano] sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar”, decía el novelista y filósofo Miguel de Unamuno. Las bromas y los chistes o historias graciosas es muy posible que hayan estado entre nosotros desde el momento en que empezamos a hablar.

Evidentemente tenemos que esperar a la aparición de la escritura para poder tener constancia de ellos. El problema añadido es que, por su propia naturaleza -no estamos ante una expresión cultural refinada- el chiste es, de por sí, efímero y popular, por lo que su conservación escrita responde más a la casualidad que al deseo consciente de que perdure.

Aun así podemos datar el chiste más antiguo conocido hacia el año 1900 a.C., en Súmer, donde también encontramos los tratados morales más antiguos. Uno de los más famosos es conocido como el Poema del Justo Sufriente o Ludlul bēl nēmeqi (Quiero alabar al Señor de la sabiduría). Escrito en acadio, es el poema de carácter sapiencial más largo en lengua babilónica. Cuenta la historia de un tal Shubshi-meshre-Shakkan, quien, tras pronunciar un himno introductorio y a lo largo de un extenso monólogo, va narrando las desgracias que le han sucedido de modo incomprensible. La lección moral a extraer es que a pesar de la rectitud y la honestidad que pudieran adornar a un babilonio, los dioses podían castigarle con las más terribles penas sin que el pobre hombre conociera el motivo. Y es que es la eterna pregunta: ¿por qué ha de sufrir una persona justa?

Sumerios

Ilustración: Istock

Un chiste escatológico

Pues bien, en este poema podemos ver frases que destilan una fina ironía: “al pobre le prestan plata y preocupaciones”, “al pobre más le valdría morirse; si tiene pan, no tiene sal; si tiene sal, no tiene pan; si tiene carne, no tiene cordero; si tiene un cordero... no tiene carne”. Pero no son un chiste.

El único que nos ha llegado y que hemos citado más arriba es de los que llamaríamos escatológicos: “Lo nunca visto en las tierras de los cabezas negras (sumerios): que una tierna jovencita se tire un pedo sentada en las piernas de su amado”.

Los egipcios también tenían su humor. En el papiro Westcar (año 1600 a.C.) aparece uno de los que llamaríamos machistas: "¿Cómo entretendrías a un faraón aburrido? Navega en un barco por el Nilo lleno de mujeres jóvenes vestidas solo con redes de pesca e instas al faraón que vaya a pescar".

Recopilación de chistes e historias

La primera recopilación de estas minihistorias graciosas de la que se tiene noticia es el Filógelos (en griego, el amante de la risa), una recopilación de 265 chistes y chascarrillos griegos. Datado en torno al siglo IV o V se atribuye a dos autores de los que no se sabe gran cosa, Hierocles y Filagrio. Quizá pensado como un manual de bromas para decir en reuniones sociales, resulta curioso descubrir que muchos de esos chistes son sorprendentemente familiares. De hecho uno de ellos es muy similar al famosísimo sketch de la tienda de animales (Dead Parrot Sketch) que aparece en la serie cómica británica Monty Python's Flying Circus. Éste es uno de ellos: “Uno fue a un médico y le dijo: "Doctor, cuando me despierto, me paso media hora sin poder abrir los ojos y solo después me levanto". Y el médico le contesta 'Despiértate media hora más tarde'".

Bebé serio

En España no es hasta el Renacimiento que aparecen las primeras recopilaciones de chistes y pequeños cuentos graciosos. Entre ellos tenemos el libro de 1564 Buen aviso y portacuentos de Juan de Timoneda, de quien sabemos que nació en Valencia en 1520 y era hombre de posición desahogada. Este libro es una recopilación de pequeñas historias “en el cual se contienen afables y graciosos dichos, cuentos heroicos y de mucha sentencia y doctrina”. Está dividido en dos partes y cada una contiene 93 y 62 cuentos respectivamente, tomados de la tradición oral y escritos en una prosa tan llana y sencilla que parece hablada.

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