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Las ideas más extravagantes sobre la vida y muerte de Jesús de Nazaret

No hay un personaje en la historia que haya sido objetivo de las ideas más coloristas que Jesús: de hippie setentero a extraterrestre pasando por un ser andrógino o ¡un hongo!

Las ideas más extravagantes sobre la vida y muerte de Jesús de Nazaret (Miguel Angel Sabadell)

La figura de Jesús es, posiblemente, la más famosa del mundo occidental y también la más desconocida. La dificultad intrínseca a la que se enfrentan los historiadores cuando pretenden describir la vida de un personaje de la antigüedad, como Sócrates o Alejandro Magno, se acrecienta en este caso. La razón la apuntó claramente uno de los más importantes estudiosos de finales del siglo XX y principios del XXI, John Dominique Crossan –profesor emérito de la Universidad DePaul en Chicago–: “la investigación sobre el Jesús histórico es un lugar muy cómodo para hacer teología y llamarlo historia”. A lo que podríamos añadir que también es un lugar muy cómodo para defender las ideas más radicales y coloristas.

Ejemplo de que cada cual arrima el ascua a su sardina ideológica son las diferentes interpretaciones que hemos conocido en el último cuarto del siglo pasado. Ahí tenemos la imagen de Jesús como un hippie contestatario en los 1970; el proletario, pobre y revolucionario de la Teología de la Liberación, hoy de capa caída y sustituido por el Cristo Señor del Pentecostalismo estadounidense –cuya versión católica son los grupos de renovación carismática–. Como dice la periodista Charlotte Allen en su libro The Human Christ, cualquiera que tenga un agravio puede apuntar a Jesús en sus filas. Así hay quien afirma que “es negro porque ha sido oprimido, y ha sido oprimido porque es negro”. O como lo define una profesora feminista de Harvard: “un tipo andrógino, con tendencias feminoides que se creyó emisario de Sofía, la personificación femenina de la Sabiduría”. También hay quien califica la crucifixión de Jesús como un caso de “abuso infantil divino”: Dios mata a su hijo por un pecado que no ha cometido.

De casado a hongo

El interés que ha despertado en los medios lo que podríamos bautizar como “revisionismo teológico” ha sacado a la luz y promovido visiones tan exageradas como las de Barbara Thiering, una teóloga australiana que afirma que Jesús se casó con María Magdalena, tuvo tres hijos, se divorció y luego se casó con Lidia –una mujer de Tiatira (una pequeña ciudad comercial de Asia Menor y una de las siete Iglesias a las cuales Jesucristo le escribe una carta en el Apocalipsis) que fue convertida por Pablo y que para Thiering fue una obispo influyente en su ciudad–.

Barbara Thiering

Barbara Thiering

Más colorista fue la hipótesis expuesta por John M. Allegro, un respetado filólogo semítico y el único investigador no creyente que formó parte del primer equipo que tradujo los manuscritos del mar Muerto. En su libro El hongo sagrado y la cruz (1970) defendió la idea de que Jesús no era un ser humano sino el nombre en clave del hongo alucinógeno amanita muscaria que los esenios y otros grupos religiosos judíos utilizaban para entrar en comunión con la divinidad, y que estaba ligado a “cultos de fertilidad, que involucraban copulaciones rituales y la siembra de sangre menstrual en los campos para asegurar una cosecha abundante”. El cristianismo nació, para el difunto Allegro, como efecto de las visiones producidas por este hongo. ¿La consecuencia de este libro? Le costó su carrera.

John M. Allegro

John M. Allegro

Un Jesús joven viajero

Todo este exquisito cuidado a la hora de valorar las fuentes y obtener información de ellas se diluye hasta prácticamente desaparecer en el Jesús folclórico que llega a los estantes de las librerías, los quioscos y las televisiones. Aquí ya no es que se disfrace la teología como historia, es que se viste la fantasía como si fuera investigación. Ya se sabe: la imaginación es libre y el papel aguanta lo que escribas. Esto es lo que sucede con el Jesús de la serie Caballo de Troya y Planeta encantado de Juan José Benítez. Es un personaje muy al gusto del autor, incansable defensor de las visitas de seres extraterrestres a nuestro planeta. Así, la estrella de Belén fue un OVNI y María fue inseminada artificialmente -de ahí la historia de la concepción virginal-. Las misteriosas fuentes documentales de Benítez que, como es habitual en él, nunca identifica, le dicen que Herodes asesinó a exactamente 16 infantes, que no se perdió en el templo sino que pasó tres días en casa de su amigo Lázaro y lo mejor de todo: un joven Jesús –que hablaba árabe antes de que surgiera esa lengua– se sentó en el Coliseo 40 años antes de que se acabara de construir. Este Jesús inventado, que refleja a la perfección las creencias de su autor, consigue llegar al corazón de las personas. ¿Por qué? Porque no es un campesino judío del siglo I sino un cristiano del siglo XX que desmiente debidamente ciertos postulados de la Iglesia Católica. Es un Jesús que dice y hace lo que queremos oír.

Jesús en la India

Otra de las tradiciones heterodoxas sobre la vida de Jesús la descubrimos si miramos hacia la India. Allí, en Anzimar, Janyar Srinagar, la capital de verano de Cachemira, se encuentra Rozabal o “el mausoleo sagrado de Cachemira”. Las gentes del lugar veneran la tumba de Yuzu Asaph, un profeta llegado del lejano Egipto que predicaba en parábolas. Era un profeta de las “Gentes del Libro”, que es como el Corán nombra a judíos y cristianos. No hace falta mantener por más el misterio: se trata de la tumba de Jesús. Para acabar de rematar todo el asunto, no muy lejos se encuentra la tumba Mai-Mari-de-Ashtan o el descanso de la madre María.

Este viaje a la India de Jesús lo realizó tras aparentar su muerte en la cruz –ayudado por José de Arimatea y Nicodemo– y curado de sus heridas con un milagroso ungüento, Marham-I-Issa. Para completar el cuadro, un aventurero ruso llamado Nikolai Aleksandrovich Notovich escribió un libro titulado La vida secreta de San Issa (Jesús), donde transcribe un viejo manuscrito que encontró en el gran monasterio budista de Hemis y donde cuenta las peripecias de un joven Jesús por aquellos territorios y donde aprendió, entre otras cosas, a leer los Vedas. Debió calar muy hondo las enseñanzas budistas en este campesino judío pues decidió volver allí para morir...

Amanita muscaria

Amanita muscaria

Jesús no murió en la cruz

Que Jesús no muriera en la cruz –algo que defiende la secta musulmana de los Ahmadiyya, principales voceros de la fantástica historia de Cachemira– se ha convertido en una de las ideas más populares de los últimos años. Uno de los primeros en defenderlo fue el historiador Hugh J. Schonfield en 1965 en su libro El complot de Pascua. Una idea que durmió el sueño de los justos hasta su despertar de la mano de tres periodistas ingleses Baigent, Leigh y Lincoln al publicar a mediados de los 80 El enigma sagrado donde defendía la existencia de una organización secreta, el Priorato de Sión destinado a ocultar el gran secreto de occidente: Jesús se casó con María Magdalena, la cual, embarazada, huyó a Francia para fundar allí la dinastía de los merovingios. Prueba de ello es la existencia de la existencia de la tumba de María Magdalena en el Mediodía francés –claro que también hay otra en Éfeso, en Asia Menor–. Al calorcito de este libro empezaron a surgir otros que han ido completando un cóctel ahistórico donde se mezclan los grandes símbolos del ocultismo nacido en el siglo XIX: grial, templarios, cátaros, vírgenes negras y, cómo no, la imparable y todopoderosa maquinaria vaticana.

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