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¿Cómo sería tu vida si fueras esclavo de Esparta? (Y cómo lograr la libertad)

Los ilotas trabajaban al servicio de los espartanos para que ellos solo se ocuparan de la guerra.

¿Cómo sería tu vida si fueras esclavo de Esparta? (Y cómo lograr la libertad)
Fran Navarro

Estamos acostumbrados a captar la historia desde el punto de vista de los vencedores, de los que estaban por encima. Estamos acostumbrados a captar la historia de unos pocos. Pero esta vez nos vamos a meter en la piel de los perdedores, de los que no tenían voz, solo manos para trabajar. Esta vez nos vamos a meter en la piel de la mayoría. Estos, en la historia de Esparta, fueron los esclavos.

Esclavos del Estado

Esparta fue el modelo de aristocracia más contundente de la Antigua Grecia. Los hombres libres eran la élite, ciudadanos de pleno derecho. Todos tenían un plan de vida idéntico: eran examinados al nacer, recibían el mismo entrenamiento, mismo uniforme y luchaban unos junto a otros en la falange hoplítica. Se reconocían a sí mismos como homoioi, “los iguales”. En sus vidas solo había una ocupación: la guerra. No podían dedicarse a actividades agrícolas, artesanales o comerciales. ¿Cómo, entonces, podía prosperar la ciudad? Por el trabajo de los esclavos. Una gran masa de subordinados procuraba el sustento para esa élite dedicada a la formación militar constante.

Parece ser que esta situación se remontaba al siglo X a. C. Los griegos de ascendencia doria invadieron el Peloponeso, se asentaron en la región de Laconia y se hicieron con el control de las tierras y su población. Según Plutarco:

“Licurgo los convenció para que, tras establecer como público todo el territorio, se repartiera desde el principio y vivieran entre ellos todos iguales y con el mismo lote, persiguiendo, sin embargo, el primer puesto en virtud”.

Los esclavos formaban parte de esos lotes. Una clase reconocida como ilotas, posiblemente del verbo griego hairéo, que significa “coger” y ejemplifica a la perfección su condición de esclavos de guerra. Semejante estructura social fue la que llevó a decir a Critias, un político ateniense del siglo V a. C., que:

“En ningún otro lugar los libres son más libres ni los esclavos más esclavos”.

Humillación, terror y represión

Cualquier símbolo o acto que pudiera dejar clara la diferenciación social entre espartanos y esclavos se llevaba a la práctica. Los hombres libres adultos lucían melenas. A los esclavos se les afeitaba la cabeza. Si austera podían ser la túnica y el manto de un espartano, ya lo quisieran para sí los ilotas, obligados a vestir prendas toscas y tocados con el kynê, un gorro de piel de perro por el que se les identificaba, una cuestión importante para mantenerlos siempre bajo control, pues según Javier Murcia Ortuño:

“El número de ilotas debía de ser diez veces superior al de los espartanos. Según todas las fuentes, los ilotas se pasaban la vida acechando los infortunios de sus amos, mirándolos con el deseo de «comérselos crudos»”.

Las ganas de revelarse contra la élite se controlaban de manera eficaz: con una dura y cruel represión. La humillación y el maltrato tanto físico como psicológico fueron las prácticas habituales de un régimen de terror impuesto para mantener a raya a los esclavos y eliminar a aquellos que pudieran ser conflictivos.

Los ilotas eran obligados a beber vino en los banquetes y a cantar y bailar hasta caer borrachos. De esta manera humillaban a los esclavos y servía de lección a los jóvenes espartanos, que comprobaban lo vulnerables que podían quedar ante un exceso de vino. Sin embargo, la mezcla de educación y humillación se tornaba en terror con la krypteia, una de las pruebas más duras y crueles de la educación espartana. Los éforos (los magistrados más importantes de Esparta) declaraban la guerra a los ilotas cada año. De esta forman era legal matarlos. Además:

“Los magistrados que ejercían su autoridad sobre los jóvenes enviaban a los campos de tiempo en tiempo a los que les parecía que tenían más entendimiento, con puñales y la comida indispensable y ninguna otra cosa más. Estos, de día, dispersos por lugares recónditos, se ocultaban y descansaban. Pero de noche bajaban a los caminos y degollaban al ilota que cogían y muchas veces en su recorrido mataban a los más fuertes y recios”.

Cerámica funeraria

Cerámica funeraria en la que un joven esclavo lleva el escudo de su amo. 380-370 a. C. Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Wikimedia.

¿Cómo conseguir la libertad?

Las esperanzas de escapar de aquella situación no debieron ser muy altas entre los esclavos. Pero hubo ilotas que consiguieron su libertad. ¿Cómo? En una polis que solo pensaba en el bienestar del Estado y la guerra, es obvio: la libertad se alcanzaba por actos que beneficiaran a Esparta y estas oportunidades solían darse en el campo de batalla. Porque, sí, los esclavos no solo trabajaban para que los espartanos se dedicaran a la guerra, sino que también iban a la guerra al servicio de sus amos. Y no solo como servidores, sino como infantería que, normalmente, era mayor en número que los propios espartanos.

“Así, por ejemplo, durante la guerra del Peloponeso, cuando unos espartanos quedaron copados en una isla cerca de la costa, se ofreció la libertad a aquellos ilotas que arriesgaran su vida para pasarles alimentos, burlando el bloqueo de los atenienses. También concedieron la libertad a los ilotas que lucharon en Anfípolis junto a Brásidas y los establecieron en la peligrosa frontera con Élide”.

Referencias:

  • Fornis, C. 2003. Esparta. Crítica.
  • Murcia Ortuño, J. 2007. De banquetes y batallas. La antigua Grecia a través de su historia y de sus anécdotas. Alianza.

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