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Aktion T4: la mal llamada eutanasia nazi

El mismo día que Hitler invadió Polonia solicitó a su médico de cabecera (Karl Brandt) y al director del partido nazi (Philipp Bohler) que concedieran prerrogativas especiales a los médicos para asesinar a enfermos incurables.

Hace más de veinticuatro siglos el filósofo Epicuro reflexionó sobre la muerte: “no es más que una quimera. Cuando yo existo, no existe ella. Y cuando no existe la muerte no existo yo”. A pesar de todo, es indudable que la muerte forma parte de nuestras vidas, ya que todos vamos a morir.

Para nosotros es tan natural la vida como la muerte, puesto que somos seres frágiles, vulnerables, limitados y contingentes. Una preocupación permanente en todas las sociedades ha sido morir con dolor o sufrimiento, precisamente de ahí arranca el debate sobre la eutanasia.

Etimológicamente eutanasia es un vocablo griego que deriva de “eu”, que significa muerte, y “thanatos”, cuyo significado es muerte. Por lo tanto, literalmente, el significado de eutanasia es una “buena muerte”.

Allá por el siglo V a. de C. Hipócrates, el padre de la medicina, se opuso a la práctica de la eutanasia. Reconoció que los médicos tenían tanto el poder de curar como el de matar, motivo por el cual decidió incluir en su famoso juramento hipocrático el siguiente texto: “y no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tan uso”. De esta forma la ética hipocrática protegía al paciente más vulnerable.

A pesar de todo, la eutanasia fue un tema de debate en la antigüedad. Sócrates y Platón se posicionaron del lado de la eutanasia. Es conocido que el filósofo griego en “La República” condenaba abiertamente al médico Herodito por “fomentar las enfermedades… e inventar la forma de prolongar la muerte”.

Siete países a favor de la eutanasia

En el año 2021 el Congreso de los Diputados daba el visto bueno a la ley que despenalizaba la eutanasia en España, convirtiéndonos en el cuarto país de Europa –tras Holanda, Luxemburgo y Bélgica- y el séptimo a nivel mundial que permitía poner fin a la vida con la intervención de un profesional de la salud.

En la legislación española se establecen unas situaciones específicas para poder llevarse a cabo la eutanasia, como es que el paciente sufra una enfermedad incurable, grave, crónica e invalidante, que sea mayor de edad, que se encuentre en condiciones plenas de sus capacidades mentales y que haya expresado su voluntad de morir. En cualquier caso, la decisión puede ser revocada en cualquier momento.

En otras palabras, lo que persigue la eutanasia es causar la muerte de una persona enferma para evitar el dolor y/o sufrimiento, una situación que no puede ser controlada con las armas terapéuticas disponibles.

Eutanasia nazi

Los nazis desvirtuaron totalmente la palabra eutanasia, ya que bajo su paraguas procedieron a asesinar de forma sistemática a discapacitados mentales y físicos sin el conocimiento de sus familias.

El programa de eutanasia nazi, conocido como Aktion T4 –en referencia a la Tiegartenstrasse 4, el lugar en el que estaban ubicadas las oficinas berlinesas que coordinaban el programa- comenzó en septiembre de 1939.

Un autobús Gekrat y su conductor.

Un autobús Gekrat y su conductor. Wikimedia

Como parte del programa se crearon seis centros de gaseamiento, ubicados en Bernburg, Brandenburgo, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnestein. Hasta allí fueron llevados, en las primeras fases, niños y adultos con incapacidades físicas o mentales. Los pacientes eran seleccionados por los médicos de cabecera, los cuales enviaban informes médicos a la sede de Berlín, en donde tres médicos examinaban los documentos y decidían si había que exterminarles, tras considerar si “sus vidas no merecían la pena ser vividas” (en alemán, Lebensunwertes Leben).

En otras palabras, el programa de eutanasia social nazi estaba impregnado de ideas utilitaristas, en donde los médicos eugenicistas eliminaban a personas indefensas que concebían como “parásitos sociales”. El motor de la eutanasia era un programa social-darwinista inhumano con el que se pretendía ahorrar en costes y conseguir camas libres en hospitales.

Los pacientes seleccionados eran transportados, tras engañar a los familiares diciendo que eran trasladados a centros sociosanitarios para recibir cuidados especiales, en camiones de correos con las ventanas tintadas. Una vez llegaban a unos de los seis centros de exterminio eran asesinados en cámaras de gas donde se empleaba monóxido de carbono. Inmediatamente después sus cuerpos eran quemados en crematorios ubicados en dependencias adyacentes.

Autobus gris

Uno de los "autobuses grises", ubicado en el centro de exterminio de Hadamar. Wikimedia

En 1941 el programa de eutanasia tuvo que ser suspendido temporalmente ante las protestas de algunos miembros del clero alemán. Sin embargo, en agosto de 1942 la operación se reanudó de una forma, si cabe, todavía más salvaje, ya que las víctimas no eran asesinadas solo en las instalaciones de gaseamiento, sino también en clínicas dispersas por toda Alemania y Austria mediante inyecciones letales. La nómina de personas que fueron incluidas en la eliminación sistemática de personas se fue ampliando a prostitutas, vagabundos, alcohólicos crónicos…

Entre los años 1941 y 1944 se llevó a cabo el Aktion 14f13 –también conocido como Sonderbehandlung 14f13- un programa con el que se llevó a cabo el asesinato de prisioneros de campos de concentración que eran considerados enfermos, viejos o incapaces de trabajar.

Durante los juicios de Núremberg (1945-1946) se estimó que el número total de víctimas que sufrieron el asesinato en el contexto del programa Aktion T4 –la mal llamada eutanasia nazi- fueron más de 200.000 personas.

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