¿Quién inventó el primer banco? La historia desconocida del banco más antiguo del mundo
Sacerdotes, judíos odiados e italianos astutos. Aunque pueda resultar sorprendente, estos son los pioneros de la banca. Y lo más curioso es que el primer banco en funcionamiento más antiguo del mundo fue inicialmente un monte de piedad creado para socorrer a los damnificados por la plaga.
Si bien es cierto que los bancos modernos deben su existencia —y su éxito— a los “cambiadores” de dinero del siglo XI, el concepto de la mayoría de las operaciones que se utilizan en la actualidad nacieron hace unos 3 000 años. Las actividades de tipo bancario se practicaban ya en Mesopotamia, donde algunos comerciantes hacían préstamos de granos a los agricultores y negociantes, que se dedicaban a transportar bienes entre las ciudades.
Puesto que nadie se atrevía a robar en los edificios consagrados a los dioses, tanto en la antigua Babilonia como en Egipto los ciudadanos depositaban sus bienes en los templos.
No fue hasta el siglo XIV cuando nos encontramos con los precursores de lo que podríamos considerar como la institución bancaria moderna. De hecho, la palabra “banco”, que conocemos por “finanzas”, tiene algo que ver con el asiento que comúnmente utilizamos para sentarnos. Esto se debe a que el término tiene su origen en la palabra italiana “banchi”, que describe las mesas y bancos sobre los que los financieros italianos llevaban a cabo sus negocios en la Edad Media.

Pero la iglesia prohibió la usura de los cristianos y los préstamos de dinero fueron transferidos a los judíos (dignos de mención son las condenas del Tercer Concilio de Letrán en 1179, el Segundo Concilio de Lyon en 1274 y el de Viena en 1311). En la Edad Media, la Iglesia Católica declaró el préstamo de dinero como una actividad anticristiana e inmoral, y en el siglo XII el Papa prohibió por completo a los cristianos cobrar cualquier tipo de interés, haciendo imposible ganar dinero a través de la banca.
Dado que las normas de la Iglesia Católica no se aplicaban a los judíos y los reyes y príncipes europeos necesitaban dinero para luchar y para construir, pronto se comenzó a operar un negocio de préstamos de dinero contra la protección de hombres poderosos. Y dado que muchos gremios comerciales estaban prohibidos para los judíos, la banca les proporcionó una buena oportunidad para ganarse la vida.
Aunque las transacciones bancarias más primitivas existían desde mucho antes, hasta el resurgimiento económico del siglo XIII su alcance era limitado. Así, en los albores de los siglos XII-XIII, los banqueros se agrupaban en tres categorías diferentes: los prestamistas, los cambistas o banqueros de depósito (que intercambiaban monedas de distintas regiones), y los banqueros comerciales.
Son dignos de mención, por ejemplo, los registros que han sobrevivido de una empresa comercial genovesa involucrada en la banca desde 1244 hasta 1259. Bautizada con el nombre de Leccacorvo, aunque tenía una organización laxa, casi rudimentaria, su negocio no lo era tanto: ofrecía contratos de cambio a larga distancia y destacaban los asientos de transferencias en los libros bancarios, en su mayoría sobregiros. Y gracias a esos documentos sabemos que comerciantes, banqueros, funcionarios gubernamentales establecidos, incluidas las comunas de Piacenza o Génova, el Papa o el Rey de Francia formaban parte de su amplia clientela.
En la ciudad toscana de Lucca del siglo XIII (en la que el arte de cambiar dinero era algo muy apreciado), también podemos distinguir dos grupos de banqueros profesionales. Los primeros, los cambistas, ya eran conocidos desde hacía mucho tiempo. Los segundos, sin embargo, empezaron pronto a perfeccionar las técnicas financieras y la organización comercial sobre las que se basarían el comercio y las finanzas internacionales del siglo XIII, pasando a convertirse en comerciantes dedicados al comercio a gran escala.

Representación de un grupo de mercaderes en la Casa de la Llotja de Barcelona (siglo XV).
El banco más antiguo del mundo, ¿quién lo inventó?
Un gran número de actividades bancarias medievales y sus centros de operaciones se establecieron en Italia. Por este motivo, no es raro que generalmente se acepte que el primer banco del mundo, entendido tal y como lo concebimos hoy en día, apareciera durante el apogeo del Renacimiento italiano en Siena en el siglo XV. En esos momentos, Siena formaba parte de la República de Florencia, que era uno de los centros financieros más poderosos del país.
El banco más antiguo se llama Monte dei Paschi di Siena, fue originalmente creado en 1472, y en sus primeros años era conocido con el nombre de Monte Pio (monte de piedad). Consistía en una entidad originalmente benéfica donde los pobres podían obtener sumas en metálico empeñando sus distintas pertenencias. Aunque debido al cambio en su estructura durante los dos siglos posteriores a su fundación, fue rebautizado en 1624, convirtiéndose así en la Banca Monte dei Paschi di Siena.
Pero fue este cambio el que originó que en la actualidad exista cierto desacuerdo sobre cuál es realmente el banco más antiguo del mundo. Especialmente si recordamos que en el año 1590 se fundó el Berenberg Bank de Hamburgo, creado en la parte alemana del Sacro Imperio Romano Germánico, y que destaca por ser el banco más antiguo de cualquier tipo que lleva operando continuamente con la misma entidad legal. Desde entonces, ha sido propiedad —y está controlado— por la misma familia. Y en la actualidad es una institución financiera multinacional que opera como banco de inversión y banco privado.
Sea como fuere, cuando Siena se incorporó al Gran Ducado de Toscana, y el Gran Duque Ferdinando II (1610-70) otorgó a los depositantes de Monte los ingresos de los pastos estatales de Maremma como garantía, el banco terminó consolidando e incrementando su actividad bancaria, algo que se hizo patente durante los siglos XVII y XVIII. Hasta nuestros días.
La Taula de Canvi de Barcelona: el primer banco público de Europa
Lo cierto es que unos años antes de la fundación de Monte Pio, en la lonja de Barcelona se abrió el 20 de enero de 1401 una taula de canvi, que se encontraba cubierta con el escudo de armas de la ciudad. Consistía en una institución financiera que facilitaba la movilidad de capitales en un momento en el que el comercio y los viajes a larga distancia se habían incrementado notablemente.
Un año después, en 1402, Guillem Colom y Saplana se convertía en el primer administrador de la taula de canvi de Barcelona, que se encargaba de proporcionar crédito al monarca y al Consejo de la ciudad, a la vez que aceptaba depósitos de particulares con mejores garantías, jugando con ello un papel importante en la vida pública catalana a lo largo del siglo XV.
Aún cuando, en vida, el calvario de los usureros fue intenso, muchos supieron aprovecharse de la situación y salir adelante. Aunque en la Divina Comedia no hay usureros en el purgatorio (todos están en el infierno), con el inicio del siglo XIII surgieron nuevas posibilidades ideológicas. Y, con ello, el amanecer de la banca.
Referencias:
- Le Goff, J. 2014. «Mercaderes y banqueros de la Edad Media». Alianza.
- Le Goff, J. 2021. «La Bolsa y la vida: economía y religión en la Edad Media». Gedisa.
- Pons, Marc. «Taula de Canvi de Barcelona, el primer banc públic de la Història». ElNacional.cat
- J. N. Postgate. 1999. «La Mesopotamia arcaica: sociedad y economía en el amanecer de la historia». Akal.