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Esta mujer fue la primera en saltar las cataratas del Niágara

Annie Edson Taylor logró esta hazaña metida en un barril el día de su 63º cumpleaños.

Esta mujer fue la primera en saltar las cataratas del Niágara (Fran Navarro)
Fran Navarro

El 25 de octubre de 1901 se pudo leer en The New York Times:

«CATARATAS DEL NIÁGARA, N. Y., 24 de octubre. – Una mujer viuda, la señora Anna Edson Taylor, ha saltado con éxito sobre las Cataratas del Niágara en un barril esta tarde. El viaje de extremo a extremo fue presenciado por varios miles de personas. El hecho de que la señora Taylor no pudiese ir el miércoles no disminuyó la confianza del público en ella. Sin embargo todo el mundo estaba de acuerdo en que se trataba de un viaje temerario.

Aunque ella estuviese convencida de que viviría para contar la historia, aquello estaba más allá de cualquier razonamiento lógico. Sin embargo está viva esta noche, y los médicos dicen que tan pronto como se reponga del shock va a encontrarse bien».

Annie Taylor en el bote

Annie Taylor en el bote que remolcaba el barril con el que saltó las cataratas del Niágara.Wikimedia

Un deporte de (mucho) riesgo

¿Qué locura es esta? Es lo que cualquier persona sensata se preguntaría hoy día tras leer semejante noticia. Pero la mayoría de los eventos históricos ganan normalidad en su debido contexto. Por peregrina que nos pueda parecer la idea, Annie Taylor no inventó nada nuevo, solo fue la que se atrevió a más. Un buen puñado de aventureros y deportistas de riesgo utilizaron las cataratas del Niágara como escenario. Contamos con intentos de cruzar a nado los rápidos del río, o atravesar las cataratas por una cuerda floja: el Gran Darini lo hizo con los ojos vendados y en otra ocasión se preparó una tortilla en mitad de la cuerda. El capitán Joel Robinson pilotó en 1861 el Maid of the Mist (“Doncella de la Niebla”) por los rápidos Whirpool, las corrientes que preceden a las cataratas. Logró llegar hasta aguas tranquilas, toda una hazaña.

De hecho, ya hubo quien se metió en un barril y se lanzó al río antes que Annie. Carlisle Graham fue el primero del que tengamos constancia. Fue un fabricante de barriles que, en julio de 1886, “navegó” a bordo de un barril por los rápidos de Great Gorge. Siguieron sus pasos otros intrépidos. El detective Billy Kendall logró salir con vida de las fuertes corrientes solo con un salvavidas. No todos salieron ganando contras el riesgo. Estas aventuras en el Niágara se anotaron varias muertes en el casillero. ¿Qué buscaban con esta locura? Notoriedad, fama, dinero... No andamos muy alejados del salto desde la estratosfera de Felix Baumgartner en 20212.

Una mujer en apuros

Pero Annie Taylor merece una mención especial y por ello protagoniza este artículo. Ella no se conformó con ser una “doncella” más. Annie Taylor se presentó como la “Reina de la Niebla”. Nació el 24 de octubre de 1838 en Auburn, una localidad del estado de Nueva York, en Estados Unidos. A sus doce años sufrió la muerte de su padre, Merrick Edson, propietario de un molino de harina que dejó suficiente renta para que su mujer y ocho hijos salieran adelante.

Annie se formó y trabajó como maestra. Se casó con David Taylor, que no salió vivo de la Guerra de Secesión. Annie enviudó a los 25 años. Con un hijo en el mundo, tuvo que hacerse cargo de la economía de su casa en un mundo en el que las mujeres tenían escasas oportunidades laborales. Se mantuvo como pudo dando clases de danza y de música. Pero decidió arriesgarlo todo en sus últimos años de vida.

Annie y su gatito

Annie y su gatito posando junto al barril de su hazaña.Wikimedia

En un barril y a la deriva

El 24 de octubre de 1901, Annie Edson Taylor cumplía 63 años. Lejos de celebrarlo con una apacible fiesta de cumpleaños con algún pastel del que dar buena cuenta, Annie se introdujo en un barril de roble y acero al que añadió en el fondo un yunque con la idea de que ayudara a estabilizar su “navío”. Provista de un arnés de cuero y cojines que protegieran su cuerpo, Annie se hizo acompañar de su gatito en el que podía ser el último viaje para ambos pasajeros.

Atornillaron la tapa del barril con Annie y su gato en el interior. Se sirvieron de una bomba para llenar ruedas de bicicleta para introducir aire en el barril y luego sellaron el hueco. Empujaron a Annie hacia la suerte que el río y sus corrientes le depararan. A las 16:23 horas, el barril se dejó caer sobre la cascada (con una caída estimada de 50 metros). La travesía de Annie duró unos veinte minutos desde que soltaron el barril hasta que pudieron abrir la tapa del mismo. De su interior sacaron ilesa a Annie y a su gatito. Apenas unos rasguños en la cabeza. Éxito rotundo para algarabía de la multitud que presenció el espectáculo in situ.

Annie Taylor

Así sale una mujer de 63 años de un barril después de saltar al vacío de las cataratas del Niágara.Wikimedia

Tanto riesgo para nada

La señora Taylor, la “Reina de la Niebla”, pasó meses dando entrevistas y contando su experiencia por medios y teatros. Desde luego, no añadió un ápice de romanticismo a la aventura:

“Fue como si estuviera a punto de dar mi último aliento. Quisiera advertir a todo el mundo de que nadie debería intentar repetir la hazaña … Prefiero caminar hasta la boca de un cañón, sabiendo que me iba a reventar en pedazos, antes que hacer otro viaje por las cataratas”.

Desgraciadamente, la temeridad no le sirvió para nada a Annie. Su representante, Frank M. Russell, se fugó con todo el dinero que había ido generando las entrevistas. El escaso remanente lo malgastó en pagar a detectives que fueron incapaces de encontrar a Russell. Annie Taylor murió el 29 de abril de 1921. Sería injusto que su salto cayera en el olvido.

Referencias:

  • Ferrer Valero, S. 2015. Saltando las cataratas del Niágara, Annie Edson Taylor (1838-1921). mujeresenlahistoria.com.
  • Mora Morales, M. Annie Edson Taylor, la mujer que saltó sobre las Cataratas del Niágara. manuelmoramorales.com.
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