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Tanques hinchables, aviones de cartón y otras artes del engaño durante la Segunda Guerra Mundial

Artistas e ingenieros se encargaron de montar todo un teatro en el campo de batalla para despistar al enemigo.

Fran Navarro

Durante el siglo XX se dieron las guerras más importantes de la historia de la humanidad. Las dos guerras mundiales pusieron en marcha mecanismos a un nivel insospechado hasta entonces. En estos acontecimientos, la guerra total obligó a que todas las naciones apostaran todo lo que tenían tanto en el ámbito militar como en otros aspectos que aportaran cuanto pudieran a fin de lograr los objetivos. De entre las acciones más importantes llevadas a cabo por los ejércitos estuvo el engaño, vital en el arte de la guerra. La creatividad puede ser un arma destacada para salir de muchos apuros y necesidades que no siempre podían ser cubiertas. En la Segunda Guerra Mundial, tanto las fuerzas del Eje como los Aliados, utilizaron camuflajes y armamento de mentira para despistar y confundir al enemigo. Os contamos algunos de los ejemplos más llamativos.

Tiro al pato... de goma

Dos soldados cargaban una bolsa de unos 30 kilos. La depositaban en el suelo y uno se encargaba de desempaquetar el contenido mientras el otro acercaba la “munición” que necesitaban para el “armamento”: un compresor. De la bolsa desplegaban una gran lona de plástico que a nosotros hoy nos recordaría a los castillos hinchables antes de tomar su forma definitiva para los saltos y juegos. A diferencia del uso inocente de estos castillos, el artefacto tomaba la forma de un tanque de guerra en los escasos minutos que tardaba en ser inflado. La imagen que continuaba la maniobra podría haber perturbado a cualquier observador desde la lejanía. Media docena de soldados portaban en sus brazos un “tanque”, que era transportado como si fuera un mueble hasta el lugar indicado. Unos cuantos retoques hacían del escenario una recreación realista. Horas más tarde, un avión enemigo sobrevolaba la zona y localizó este blanco a destruir. Lanzó bombas que costaban miles de dólares para destruir un tanque de goma. Mientras, los tanques reales pasaban ilesos por otra ruta.

Esta fue una maniobra llevaba a cabo más veces de lo que cabría esperar y con un índice de éxito muy elevado. La responsabilidad de estas acciones recayó en personas que a priori no se relacionan con la guerra: artistas. No solo diseñaron la propaganda con los famosos y reconocibles carteles. Desde escultores hasta directores de cine, pasando por publicistas y hasta magos especialistas en números de ilusionismo tuvieron un papel primordial en algunas de las operaciones militares más destacadas de la Segunda Guerra Mundial, en la que mejoraron los engaños que ya se habían implementado durante la Primera Guerra Mundial.

Un teatro en la guerra

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Teatro en la guerra

Estos artistas no preparaban una batalla, sino que montaban un escenario teatral en plena contienda. Según requería la operación militar, diseñaron camuflajes para hacer desaparecer armamentos y localizaciones en su entorno. En otras ocasiones, se necesitaba lo contrario: aparentar que el ejército contaba con más fuerzas de la que había realmente o desviar la atención del enemigo hacia una posición distinta a la relevante.

En Italia se construyó un puente falso a base de tela y arpillera. Solo tardaron una noche en montarlo y al otro día fue bombardeado por los alemanes. Gastaron munición y cayeron en el engaño. Cuando los estadounidenses pusieron pie en los aeródromos de Japón, comprobaron que los aviones desplegados en la zona estaban hechos de paja. Los mismos nipones colocaron cañones falsos en las playas para persuadir el desembarco de tropas estadounidenses. Los nazis despistaron al ejército Aliado cerca de Metz, en Francia, con un tanque cuya estructura era de madera y lo habían forrado con cartón. Como el avistamiento de tropas enemigas se daba a mucha distancia, el engaño podía ser exitoso incluso con un tanque tallado en roca volcánica, tal y como se pudieron encontrar en Japón.

La creación de armamento falso no fue la única artimaña para engañar al enemigo. Operadores especialistas se encargaron de generar tráfico de radio falso en los que imitaban incluso el código morse para mantener entretenido al enemigo descifrando una mentira. Hubo ingenieros de audio que grabaron los sonidos que produce un ejército en plena acción mientras cavaban trincheras y construían puentes u otras plataformas. Posteriormente recreaban un paisaje sonoro en el que colocaban altavoces que reproducían estos audios con la idea de que el enemigo creyera que aquel lugar estaba defendido. También se hizo uso de actores que portaban uniformes e insignias incorrectas, que iban soltando informaciones falsas con el objetivo de engañar a posibles espías enemigos desplegados en ciudades cercanas a las batallas.

Un arte en evolución

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Tanques falsos

Estos engaños eran muy efectivos para distraer la atención del enemigo y aprovechar la situación para avanzar prácticamente ilesos por otro lugar. También servían para llevar a cabo un desgaste económico en el enemigo, que desperdiciaba millones de dólares de munición en objetivos de mentira. Tan útil resultan estas artes en la guerra que no han dejado de emplearse hasta la actualidad. En el conflicto entre Rusia y Ucrania se siguen colocando estratégicamente tanques y aviones hinchables, a los que se les añaden ahora motores que generan el calor necesario para despistar a los detectores de calor. La creatividad avanza al son de la tecnología, es por ello que también sabemos que hay misiles que proyectan aviones en el radar enemigo y, sin embargo, son falsos.

Referencias:

Alario, J. 2021. Ghost Army: The Combat Con Artists of World War. nationalww2museum.org.

Díaz, J. 2022. El misil americano que proyecta aviones falsos en el radar enemigo. elconfidencial.com.

Wilson, M. 2021. Segunda Guerra Mundial: el misterioso "ejército fantasma" que ayudó a vencer a los nazis. bbc.com.

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