El opio: la droga del siglo XVIII
De una cura para todos los males a una adicción que provocó guerras internacionales.
Si el petróleo fue la sustancia con más protagonismo en la política del siglo XX, puede decirse que el opio jugó un papel similar en la geoestrategia de las naciones que se jugaban el dominio mundial durante el siglo XVIII y parte del XIX. La medicina más efectiva del momento pasó a ser la droga más popular en Asia y Europa, con un negocio que se contó entre los más lucrativos.
Un remedio milagroso
Desde la Antigüedad se conoce el consumo de opio en el continente europeo. Sin embargo, a partir del siglo XVI es cuando el producto conoció una expansión mundial gracias a la red comercial que comunicaba a todos los continentes y sus mercancías. La adormidera se cultivaba en el Próximo Oriente, donde se consumía en grandes cantidades como sustituto del vino y otras elaboraciones prohibidas por el Corán. Fue en este contexto cuando se empezaron a componer mezclas como el láudano, que ganó mucha fama como medicina capaz de curarlo todo. John Jones, un médico del siglo XVII escribió acerca de las ventajas del opio:
“A menudo el opio quita el dolor mediante la distracción y la relajación provocadas por el placer y su incompatibilidad con el dolor […] previene y quita la pesadumbre, el miedo, las angustias, el mal genio y el desasosiego […] ha hecho a millones de consumidores más serenos y al mismo tiempo aptos para la administración de sus negocios”.
El remedio parecía curarlo todo, desde catarros a la viruela. Sus mágicos beneficios incluían el crecimiento del pene y del pecho. Toda una maravilla de la que, sin embargo, también se conocían sus consecuencias por un uso imprudente.
Una droga perversa
Hasta el siglo XVIII, las recetas de opio iban dirigidas mayormente a las clases altas de la sociedad. Las mezclas solían llevar especias y otros productos caros. Entre los pacientes que trataron sus dolencias con el opio se encuentran Carlos II de Inglaterra, Luis XIV de Francia, el cardenal Richelieu o artistas como Goya.
Pero la llegada del opio a Europa en grandes cantidades hizo que su precio bajara y se convirtió en un producto accesible para todas las clases. Su consumo creció hasta los niveles más altos y fue entonces cuando se reveló el problema: el opio provocaba adicción.
Siempre se había vendido como una sustancia que no hacía daño alguno, todo eran beneficios para el cuerpo e incluso para la mente. No solo aplacaba los males, sino que muchos artistas y escritores incluyeron el opio entre sus productos habituales por su capacidad para estimular la mente y los sentidos. Más obvios resultaron estos efectos para los trabajadores explotados en fábricas y minas de la Gran Bretaña industrializada. Los fumaderos de opio se convirtieron en el tubo de escape para muchos ingleses y su estrés laboral, una práctica imitada en cada vez más zonas de Europa y América. La opinión pública empezó a manifestarse contraria al consumo del opio y los fumaderos fueron el símbolo de la perversión, mostrados en la literatura y la prensa del momento como lugares a repudiar.
¿Cómo se obtenía el opio?
La sustancia se extrae de la sabia una planta conocida como adormidera o amapola del sueño (Papaver somniferum). Las culturas clásicas ya tuvieron al opio entre sus mercancías, pero fue el comercio del siglo XVIII el que expandió el producto, pues resultó un negocio muy rentable dada la alta demanda. A mediados del siglo XVIII, los comerciantes ingleses vendían en China unas dos toneladas de opio al año. Cien años después, la cantidad ascendía a 2000 toneladas en un comercio de contrabando, puesto que China había prohibido el opio. Esta situación desembocó en las guerras del opio que enfrentó a China con Gran Bretaña.
La victoria de los ingleses abrió las puertas a un comercio libre y muy fructífero. Para algunos especialistas, estos sucesos significaron la impronta definitiva para que Occidente se hiciera con la hegemonía mundial. La plata de América, que había viajado de manera generosa hasta las arcas del imperio chino, ahora regresaba a Europa gracias a este nuevo orden comercial.
Referencias:
Contente, C. 2020. De plantas divinas a drogas diabólicas. lavanguardia.com.
López, A. 2014. De medicina a adicción: el opio en Occidente. Historia National Geographic 118, 18-21.
Rivas Moreno, J. 2014. Opio para el pueblo, la droga que aseguraba el monopolio del té. elmundo.es.