Surrealistas, sí, pero belgas
Tanto Magritte como sus colegas amoldaron el surrealismo a su manera; no querían someterse a un movimiento rígido, dirigido por un personaje excéntrico, dictador y autoritario.
Hay quien matiza, muy sutilmente, que René Magritte sí fue un surrealista, «pero belga». Aunque el surrealismo como tal nació en París con André Breton, en Bélgica se desarrolló con algunas particularidades. Tanto Magritte como sus colegas amoldaron el surrealismo a su manera; no querían someterse a un movimiento rígido, dirigido por un personaje excéntrico, dictador y autoritario.
Los pintores, escritores y músicos surrealistas belgas no fueron tan reconocidos como los franceses; eran más tranquilos, sosegados y discretos. Es necesario, pues, entender que existía un contexto histórico, social y cultural diferente. Magritte es un buen ejemplo a través de quien explicar estas desavenencias.
Tras la Primera Guerra Mundial, el arte buscaba nuevos horizontes. La situación económica no era la más deseable, y Magritte buscó todo tipo de encargos para subsistir. En 1918 se publica el primer cartel diseñado por él, dedicado a las sopas Derbaix. Participó como ilustrador en algunas revistas. En 1921, la fábrica de papel de empapelar Pierre-Lacroix lo contrata como dibujante, empleo que abandona en 1924 para intentar ganarse la vida «haciendo trabajos estúpidos: carteles y diseños publicitarios», como él mismo diría.
Oficialmente podemos establecer que el grupo surrealista belga se creó en 1926, dos años, más o menos, después del francés. No obstante, su génesis se remonta a 1922, cuando Magritte coincide con el escritor Marcel Lecomte (1900-1966), quien le presenta a dos personajes que serían los ejes vertebradores del futuro surrealismo belga: Paul Nougé y Camille Goemans.
Goemans sería de los primeros escritores de Bruselas comprometidos con el movimiento surrealista que tanto influiría en la trayectoria de Magritte. En 1922 colaboró en la revista Le Disque vert de Franz Hellens, de la que con el tiempo se convirtió en coeditor.
Fruto de esta amistad, Goemans, Magritte, Lecomte y Mesens crean en 1923 la revista Période, proyecto que fracasa ante la negativa de Nougé a participar, rompiendo la unidad del grupo. A partir de esta desavenencia, en 1924, Goemans, Lecomte y Nougé fundan la revista Correspondance; y Mesens y Magritte la revista Œ sophage.
Correspondance se presentó como una revista surrealista belga, coetánea al nacimiento del movimiento parisino en 1924, aunque si bien las aspiraciones eran similares, se diferenciaba por el rechazo radical de la escritura automática. Esta publicación s o lo se mantuvo durante 22 ediciones, clausurándose el 2 de febrero de 1926. Lo cierto es que ayudóa consagrar el surrealismo belga, adjudicando a la escritura, a la música y a la pintura surrealista belga sus máximos representantes: Paul Nougé, André Souris y René Magritte.
En 1927 este último expuso más de cuarenta obras y doce paper collés en la galería Le Centaure de Bruselas. Fue un momento importante para Magritte, ya que se consolida como el «inventor» de una pintura diferente, original, renovadora, que olvida su preocupación estética.
Mesens y Magritte, paralelamente, intentan consolidar la revista Œ sophage, pero no logran alargar su vida. Solo consiguen que salga a la luz un número, en marzo de 1925 y con un poso claramente dadaísta, donde participa Tristan Tzara. En el único artículo escrito por Magritte y Mesens, « Les 5 commandements» nos explican la ideología de la publicación:
« 1. Participamos en la total autodestrucción de la política; 2. Todos nuestros colaboradores deberán ser atractivos porque así podremos publicar su retrato; 3. Protestamos enérgicamente contra todas las decadencias: erudición, la Cartuja de Parma, el dadaísmo y sus sucedáneos, la moral, la unión entre el norte y el mediodía, la sífilis y sus variantes, la cocaína, la instrucción obligatoria, la poliritmia, la politomia, la Polinesia, los vicios carnales y en particular la homosexualidad; 4. Respeto hacia nuestros colaboradores y las mujeres de nuestros amigos; 5. Rehusamos a explicar los anteriores puntos si es que no se han entendido » .
Tras la desaparición de Œ sophage, Mesens creó una nueva revista, Marie, a modo de diario bimensual y claramente dirigido a la juventud. De nuevo, tan solo se publicaron tres números, y en uno de ellos el diseño fue de Magritte, donde deja referencias patentes a su pintura, como el bilboquet o Fantômas.
El contexto intelectual y artístico en el que se forjó el grupo surrealista belga era este, aunque como tales no redactaron ningún manifiesto, como sí ocurrió con los franceses. Si bien es cierto que las ideas básicas de su pensamiento se pueden advertir en la revista Correspondance, es en Marie donde se aprecia la actividad como grupo, con Magritte, Mesens, Goemans, Souris y Nougé, pues todos participaron en el último número de esta revista, titulado « Adieu à Marie » , de 1927, que selló al grupo de surrealistas belgas, tanto escritores como artistas. En este último número, de tan solo ocho páginas, se incluyeron dos poemas de Nougé, un poema de Goemans , una carta de Souris a Nougé y un texto de Magritte, donde explica la relación entre la pintura y el público, que tituló « Vous ».
Como grupo, participaron en otros tres textos. Uno de octubre de 1926, como rechazo a la programación teatral organizada por el Teatro Grupo Libre de Bruselas, pues en una de sus representaciones, Tam-Tam, repartieron el texto entre el público, interrumpieron la función y provocaron un barullo. En el segundo texto, de noviembre de 1926, criticaban, de nuevo, una obra teatral, Mariés de la Tour Eiffel. El tercero fue la introducción del catálogo de la exposición del pintor naíf Edmond de Crom, en la que participaron Goemans, Magritte, Mesens y Nougé.
Encuentros y desencuentros
En septiembre de 1927 René Magritte y su mujer Georgette se trasladaron a París, instalándose en Perreux-sur-Marme, una localidad a las afueras de la capital. Un par de años antes ya lo había hecho Camille Goemans, quien intentó acercar a Magritte al grupo surrealista francés. Para ello, concertó un primer encuentro entre Magritte y Breton, coincidiendo con una de las reuniones que se celebraban en casa de este. Pero Magritte quedó decepcionado en este primer intento. Breton casi no le prestó atención, excusándose en el poco tiempo de que disponía, instándole a que volviera otro día. Magritte hace patente su desengaño en una carta que envió a Paul Nougé: « No he podido ver a Breton. He solicitado una entrevista con él pero parece que no me podía atender. […] Breton es muy reservado como todos los otros. […] Esta actitud no me ayuda y me ofende un poco » .
No obstante, Magritte realizó algunas colaboraciones con los surrealistas franceses, publicando algunos artículos en la revista La Révolution surréaliste. Quizá los más relevantes sean « Enquête sur l’amour » y « Les mots et les images », que publicó a lo largo de 1929. También cabe destacar algún fotomontaje que realizó para los surrealistas franceses, como el publicado en el último número de la revista del año 1929. El tema giraba en torno a una encuesta sobre « ¿qué clase de confianza tiene usted en el amor? » , donde se mostraba un fotomontaje centrado por la obra de Magritte, La femme cachée (La mujer escondida), circundada por las fotos de los rostros de los surrealistas parisinos masculinos. Una frase se inicia en la parte superior: « Je ne vois pas la » , que continua en la inferior: « cachée dans le forêt » ( « No veo la… escondida en el bosque » ). Cada uno de los artistas permanece con los ojos cerrados, no ven a la mujer del centro de la composición, sugiriendo, tal vez, que se encuentran en trance, en comunicación con su yo interior.
A pesar de estas colaboraciones, el ambiente entre surrealistas franceses y belgas no era de lo más amigable. Una carta de los franceses a Nougé y Goemans, publicada en Au grand jour, ponía de manifiesto su unión al partido comunista y el consejo a los belgas de adherirse a sus ideales políticos. Los belgas no aceptaron el consejo ni las formas. Magritte todavía estaba en Francia, y era belga. Más tarde, en 1929, Breton insistió con otra carta proponiendo la adhesión de todos los surrealistas al comunismo, siendo de nuevo rechazada por los belgas, quienes seguían con sus actividades independientes y alejadas de las exigencias estrictas de Breton. Magritte estuvo a punto de ceder y unirse a los deseos del líder francés, pero un acontecimiento le hizo desistir. A una de las reuniones celebradas en casa de Breton, el 14 de diciembre de 1929, acudió Magritte con Georgette, su mujer, que llevaba un colgante con una cruz, recuerdo de su abuela. Al verla , Bretón pidió— ordenó — , que se la quitara. A Magritte no le agradó su actitud, su arrogancia y autoritarismo. Desde entonces su relación fue a menos.
No solo las preferencias políticas diferenciaban a los surrealistas belgas y franceses. Los belgas eran un grupo cerrado e introvertido, preferían el anonimato y detestaban el éxito fácil, por ello ni Nougé ni el resto de sus colegas aceptaron la escritura automática. Consideraban, además, que el poeta era dueño de su obra, no al revés, como promulgaban los franceses. Tampoco eran partidarios— más bien eran contrarios — , a confiar ciegamente en las teorías de Freud.
Mientras, Goemans abrió su galería en París (Galerie Goemans), en la Rue de Seine, en la que impulsó a sus amigos Jean Arp e Yves Tanguy, organizó la primera exposición en París de Salvador Dalí en 1929, y ocasionalmente ayudó a Miró. Magritte, en ese momento, todavía estaba bajo contrato con el galerista P. G. Van Hecke, quien lo había apodado como «el pintor del pensamiento abstracto». A pesar de ello, Goemans consiguió vender parte del trabajo de Magritte, convirtiéndose en promotor y mecenas del artista belga. No obstante, el 7 de enero de 1928 Magritte inauguraba una exposición en la galería belga Époque, de Van Hecke y que dirigía Mesens. Se expusieron 27 obras que había realizado en 1927. El prefacio del breve catálogo estaba firmado por Nougé, Goemans, Lecomte, Mesens, Scutenaire y Souris, quedando de manifiesto la nueva formación de colaboradores.
En 1928 coincidió la fundación de dos nuevas revistas. Distances, de pequeño formato, creada por Nougé y Goemans , donde solo aparecían textos de los surrealistas belgas, y Varietés, dirigida por Van Hecke, con un espíritu eminentemente contemporáneo, que publicó su último número el 15 de abril de 1930, no sin antes haber sacado a la luz un número monográfico editado junto con Louis Aragon y Breton bajo el título Le Surréalisme en 1929, donde colaboraron conjuntamente surrealistas belgas y franceses. Las colaboraciones de la revista versaban sobre cine, arte, poesía, moda y fotografía. Magritte participó con una serie de ilustraciones, diseños y la portada del número del 15 de enero de 1929, donde introdujo su obra Les amants II, de 1928.
La crisis económica que por aquel entonces invadía Europa afectó al grupo surrealista. Cerraron sus galerías Goemans (París) y Van Hecke (Bruselas), y desaparecieron algunas revistas como Varietés. Mientras, Magritte y su mujer Georgette no terminaban de encajar en el ambiente libertino de los artistas parisinos, que liderados por los surrealistas, se rodeaban de amantes, visitaban burdeles y flirteaban con estrellas de cabaré . Todo ello contrastaba con la profunda fidelidad que como pareja se profesaban los Magritte y de la que no pocas veces se ironizaba en los círculos bohemios de la ciudad. Incluso socialmente, Magritte era de aquellos que poco salía de casa, amante de su intimidad, mientras que otros artistas del momento, como Picasso, lideraban los ambientes artísticos y protagonizaban las tendencias del momento. Los artistas estaban casi esclavizados por numerosas invitaciones y compromisos, de los que tanto alardeaba Breton.
Este ambiente, esta esclavitud, este protocolo impuesto por los surrealistas franceses no era del buen gusto de Magritte, por lo que no tardó en ser rechazado del grupo. Todo ello provocó que Magritte decidiera regresar a Bruselas, alejarse de la turbulenta París, donde nunca había encontrado la felicidad con ese estilo de vida, y dedicarse a la publicidad.
De nuevo en Bruselas
Tras la crisis, la cultura retoma su rumbo y en 1933, en mayo, Magritte realiza una retrospectiva en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, con un total de cincuenta y tres pinturas, todas inéditas. Poco tiempo después se une al grupo surrealista el pintor Paul Delvaux, que por proceder de buena familia nunca tuvo que preocuparse por la situación económica, algo que molestaba a Magritte, que tuvo que trabajar en el terreno publicitario o en una fábrica para subsistir. En un artículo que escribió en 1946, aunque fuera publicado en 1973, escribía: « esa manera de confundirme con ese decorador (Delvaux) no es admisible. Se ha tomado la costumbre idiota o interesada de asociar mi nombre con el de ese artista » .
Al iniciarse la década, el surrealismo belga sufrió algunos cambios, André Souris abandona el movimiento, mientras que se suman al grupo Paul Colinet y Roul Ubac en 1935 y 1940 respectivamente. En ese momento Magritte conoce al poeta y cineasta Marcel Mariën, con quien creará la revista L’Invention Collective, mientras que Paul Nougé decide no colaborar y alejarse del grupo. Mesens se traslada a Inglaterra para dirigir la London Gallery, de manera que Magritte se convierte en el líder del grupo.
En 1944 Magritte organiza una exposición surrealista en la Galerie des Editions La Boétie, del 14 de diciembre de 1944 al 1 de enero de 1945, en Bruselas. Se presentaron 167 trabajos de artistas belgas y extranjeros.
Con el inicio de la postguerra, Magritte inició una intensa actividad literaria y experimentó una nueva tendencia artística que denominó Plein Soleil, que no era más que pintar obras con colores vibrantes, fuertes, llamativos. Su filosofía quedó expresada en su manifiesto Le surréalisme en plein soleil, deseoso de que se convirtiera en la línea a seguir por el renovado surrealismo belga, cuya pretensión era expresar el optimismo delante de la inquietud y del pesimismo que imperaba en la sociedad belga después de la guerra.La propuesta fue tajantemente rechazada por Breton lo que provocó su expulsión del movimiento, como quedó de manifiesto en la exposición surrealista organizada por la galería Maeght de París, en 1946, donde Breton condena a Magritte y su surréalisme en plein soleil.
Con esta « destitución » de Magritte, el grupo belga pasa a ser liderado por los jóvenes Christian Dotremont y Achille Chavée, más cercanos a las convicciones revolucionarias de Breton. Dotremont inició esta nueva etapa con la creación, en 1948, de la revista Surréalisme Révolutionaire , en la que marcó la nueva tendencia del movimiento expresando que: « nosotros somos materialistas, nosotros somos marxistas, nosotros somos comunistas » .