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Hagnódica: la primera ginecóloga

Se vistió como un hombre para poder ejercer un oficio prohibido para las mujeres.

Fran Navarro

Desde la Antigüedad, las mujeres han obtenido muchos conocimientos sanitarios a base de la experiencia adquirida en el cuidado de niños y ancianos. No en vano, algunas de las divinidades griegas relacionadas con la curación eran femeninas como Deméter, cuidadora de mujeres y niños, o Perséfone, que curaba los dientes y los ojos. Pero este saber se ceñía a un uso privado en el ámbito doméstico. Ha sido un logro reciente que las mujeres puedan acceder a los títulos de enfermería y medicina con los que ejercer públicamente un oficio sanitario. Sobre todo, si lo comparamos con la cantidad de siglos que el ser humano lleva poniendo en práctica remedios a los males que desde siempre nos han afectado.

Sin embargo, siempre podemos encontrar algunas pioneras que rompieron los moldes de la época y se atrevieron a formarse en un conocimiento que les estaba vedado e incluso a buscar las artimañas necesarias para ponerlos en práctica. Hagnódica, también conocida como Agnódice, fue una ateniense del siglo IV a.C. que es considerada la primera ginecóloga de la historia. Tuvo que vestirse de hombre para ejercer su oficio y, por si fuera poco, sus actos impulsaron una de las primeras revueltas femeninas de las que tengamos constancia.

Una mujer en un mundo de hombres

Hagnódica nació en una familia ateniense de clase alta. A pesar de su condición social, vivía en un contexto machista en el que, como el resto de las mujeres, dependía de su padre hasta que pasara a depender de su marido. La cultura que desarrolló la democracia tenía como filósofos destacados a grandes misóginos como Platón y Aristóteles, que tomaban a la mujer como necesaria únicamente para procrear y por ello se les negaba toda participación en actos públicos, así como en la mayoría de los oficios.

A pesar de esta coyuntura, tenemos la historia de Hagnódica, que se reveló contra la realidad impuesta a las mujeres. El relato de su vida genera debate entre los historiadores acerca de su veracidad o no. Uno de los principales problemas para probar que estamos ante un personaje histórico es que solo contamos con una fuente para conocer su biografía. Fue Higinio, un autor del siglo I a. C., quien escribió en sus “Fábulas” los hechos que rodearon la vida de Hagnódica. Sea mito o realidad, una división que suele ser difícil de aclarar cuando se trata de historia antigua, esto es lo que se cuenta sobre ella.

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Hagnódica, la primera ginecóloga. Dibujo

Un “alumno” ejemplar

Hagnódica comprobó en su juventud que muchas mujeres sufrían partos muy dolorosos y, en muchas ocasiones, ni siquiera lograban salir con vida. Fue así como decidió formarse para ayudarlas a pesar de la imposibilidad legal. Tuvo la suerte de contar con el apoyo de su familia. Su padre la ayudó a cortarse el pelo, vestirse como un hombre y gracias a su nivel económico pudo iniciar sus estudios con Herófilo de Calcedonia, uno de los médicos más prestigiosos de la época. No se conformó con esta escuela y acudió a Egipto, país que atesoraba una gran sabiduría científica y que permitía a las mujeres educarse libremente. Hagnódica obtuvo así los títulos que le acreditaban para trabajar como especialista en ginecología y obstetricia.

Y a ello se dedicó con empeño. Regresó a Atenas y, travestida como un hombre, empezó a asistir partos y a atender los males ginecológicos de las mujeres. El pudor de la época hacía que muchas mujeres se cohibieran ante la presencia de un médico masculino o, directamente, se negaran a enseñar sus partes más íntimas a un hombre que no fuera su marido. Sabedora de esta situación, Hagnódica no dudó en levantarse la túnica delante de sus pacientes para mostrar su condición de mujer y tranquilizarlas a fin de poder ayudarlas mejor.

De la pena de muerte a la revuelta femenina

Pronto se empezaron a correr las voces entre las mujeres de Atenas, que solo querían ser atendidas por Hagnódica. Los demás médicos, al ver cómo iban perdiendo toda su clientela femenina, idearon un complot para detener al médico que se estaba haciendo con tal monopolio. A ellos se unieron los propios maridos de estas mujeres que eran atendidas en privado por Hagnódica haciéndose pasar por hombre. La acusaron de seducir a las mujeres e incluso de violar a algunas de sus pacientes.

Estas denuncias fueron oídas por las autoridades y Hagnódica fue llevada a juicio. Para demostrar su inocencia ante el tribunal, Hagnódica volvió a descubrirse su túnica para mostrar la mujer que se escondía bajo aquella apariencia masculina, esta vez ante todos los hombres presentes. Las acusaciones fueron demostradas como falsas, pero salió a la luz una infracción más grave: ejercer públicamente el oficio de médico siendo mujer en la Atenas del siglo IV a. C. estaba castigado con la pena de muerte.

Pero un suceso extraordinario dio un giro a la situación. Las mujeres salieron a la calle en defensa de Hagnódica:

“Vosotros hombres no sois esposos sino enemigos, ya que condenáis quien descubrió la salud para nosotras […] Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco lo haréis vosotros a nuestros cuerpos sanos”.

La presión tuvo su efecto y, además de salvar la vida de Hagnódica, al año siguiente se permitió que las mujeres pudieran formarse y ejercer como médicos, aunque únicamente con otras mujeres como pacientes y siempre con una distinción especial a los hombres, considerados mejor cualificados para los casos más delicados. Con todo, no deja de ser una gran victoria femenina en la Grecia del siglo IV a. C.

Referencias:

Ferrer Valero, S. 2014. La primera ginecóloga, Agnódice (siglo IV a. C.). mujeresenlahistoria.com.

Martín González, A. 2015. Agnódice, de la Rebeldía política a la lucha por la Ginecología del Siglo IV a. C. VII Congreso virtual sobre Historia de las Mujeres, 461-486.

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