Agustín de Betancourt, un ilustrado español en la corte del zar de Rusia
Betancourt fue uno de los máximos exponentes de la España ilustrada del siglo XVIII. Ha pasado a la historia como un destacado científico, ingeniero civil y militar, inventor, ilustrador, ensayista y arquitecto. Es asimismo considerado un precursor en los campos de la termodinámica, la telegrafía y la radio.
Agustín de Betancourt y Molina es uno de los máximos exponentes y una figura de obligada —y por desgracia en ocasiones olvidada—, referencia de la España ilustrada del siglo XVIII. Ha pasado a la historia como un destacado científico, ingeniero civil y militar, inventor, ilustrador, ensayista y arquitecto. Es asimismo considerado un precursor en los campos de la termodinámica, la telegrafía y la radio. En su estancia en Rusia, donde su vida y obra son mucho más reconocidas, llevó a cabo impresionantes obras públicas y de ingeniería, así como el proyecto, diseño y puesta en funcionamiento de una nueva fábrica de papel moneda.
Nacido en el Puerto de la Cruz, Tenerife, el 1 de febrero de 1758, en el seno de una familia de la pequeña nobleza, recibió una esmerada educación y tuvo un temprano contacto con la Sociedad de Amigos del País de la Laguna, de la que su padre era miembro fundador. En 1778 presentó en la misma su primera invención, una máquina para hilar la seda. Ese año, becado por el gobierno, se trasladó a Madrid para completar su formación, simultaneando los estudios científicos en los Reales Estudios de San Isidro con los artísticos en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y consiguiendo un temprano y merecido prestigio en ambos. Por ello el Secretario de Estado, conde de Floridablanca le encomendó importantes encargos, como la inspección del Canal Imperial de Aragón y una visita técnica a las minas de azogue de Almadén.

Agustín de Betancourt
El mercurio, necesario para garantizar la producción de plata de las minas americanas, era vital para la monarquía hispánica, y fruto de su visita fueron tres importantes Memorias de 1783, fuente capital para el estudio de la tecnología metalúrgica y minera de su tiempo. Este mismo año elevó por vez primera en España un globo aerostático de dos metros de diámetro ante el rey, la corte y las principales figuras del reino, y fue uno de los encargados de numerar a mano las cédulas, los primeros billetes de banco españoles emitidos por el Banco Nacional de San Carlos.
Su estancia en París
Por recomendación de Floridablanca y de José de Gálvez, Ministro de Indias, se trasladó a París para ampliar sus estudios en la Escuela Nacional de Puentes y Carreteras, donde residió hasta 1791, con un breve viaje a Inglaterra en 1788. En la capital gala dirigió un grupo de pensionados por el gobierno, que recopilaron la mejor colección de toda Europa de documentos, planos y memorias referidas a la ingeniería civil, y que, trasladada a Madrid, fue el germen del Real Gabinete de Máquinas. Fue asimismo un consumado maestro en la ilustración de libros científicos y el dibujo técnico de planos. Entabló amistad con afamados científicos e ingenieros franceses y realizó importantes trabajos, como el referente al refinado del carbón piedra en 1785 por encargo de Floridablanca, que fue puesto en práctica en las cuencas hulleras asturianas. Se ocupó también de diseñar o adquirir los instrumentos empleados en la expedición de Malaspina.
Tras su viaje a Gran Bretaña, en 1789 presentó una memoria sobre nuevas máquinas de vapor aplicadas a la industria, construyó en París un año más tarde la primera máquina industrial para suministrar energía a los molinos de la isla de los Cisnes y diseñó una bomba para la fábrica de harinas de los hermanos Perier. Destacan también en esta época la construcción de un telar mecánico de diseño propio y relevantes estudios, como el publicado en 1797 para fundir cañones de hierro o uno dedicado a la draga mecánica, que finalmente puso en funcionamiento en la ciudadela de Kronstadt, ya establecido en Rusia, en 1812.
De vuelta en España
En el verano de 1791 se trasladó a Madrid la colección reunida por Betancourt y sus colaboradores, que se expuso por primera vez al público en el Palacio del Buen Retiro el 1 de abril del año siguiente, siendo nombrado director del Real Gabinete de Máquinas. Un año después volvió a viajar a Inglaterra junto a Bartolomé Sureda, país en el que residió tres años investigando y donde presentó en 1795 el diseño de una máquina para cortar hierba en ríos y canales. A su vuelta Sureda y Betancourt enseñaron a Francisco de Goya las nuevas técnicas del grabado al aguatinta, con las que este realizó sus magníficos Caprichos. En 1796 se encontraba nuevamente en París, donde presentó al directorio un proyecto de prototipo y planos de un telégrafo óptico, que finalmente se puso en marcha entre Madrid y Aranjuez, residencia de verano de la corte, en 1800.
Nombrado en 1801 director de la Inspección General de Caminos y Canales, dio un gran impulso a la construcción de nuevos caminos y a la conservación de los ya existentes. Simultáneamente, fue miembro del Consejo de Administración Financiera y el fundador y director, en 1802, de la Escuela de Caminos y Canales, germen de la actual Escuela de Caminos, Canales y Puertos, a la que incorporó el Real Gabinete de Máquinas. En 1803 fue nombrado intendente de los ejércitos y director principal de los puestos.
Un año después Manuel Godoy le encargó un estudio para la regulación del cauce del río Genil, que regaba el Soto de Roma, la extensa finca que el príncipe de la Paz había recibido de Carlos IV. El proyecto presentado por Betancourt, respetuoso con el medio ambiente y pionero del conservacionismo, al recomendar la repoblación forestal y evitar la deforestación de la cuenca alta del río para su uso agrícola, no fue del agrado de Godoy, que le retiró del proyecto y con ello su favor.
En vista de los acontecimientos a nivel internacional, Betancourt liquidó entre 1806 y 1807 sus posesiones en España, entre las que se encontraban algunas fábricas, como la Real Fábrica de Algodón de Ávila, y se trasladó a París. Ese mismo año realizó una Memoriapara mejorar la navegación interior por los canales por medio de esclusas, y fue invitado por el zar Alejandro I de Rusia. Tras una breve estancia de unos meses en París para terminar un célebre tratado de mecánica publicado un año después en esta ciudad y utilizado profusamente como libro de texto, se trasladó definitivamente en septiembre de 1808 a San Petersburgo, ya comenzada la Guerra de la Independencia española, prestando sus servicios en el Imperio ruso durante 16 años.
Un ilustrado en la corte del zar
Su primer trabajo en Rusia fue la modernización de la fábrica de cañones de Tula, sustituyendo las ruedas hidráulicas por potentes máquinas de vapor, lo que se completó con la construcción de la fábrica de cañones de Kazán. Fue asimismo el creador del Instituto de Vías de Comunicación, primera Universidad Técnica de Rusia. Promovió la creación del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación, del que fue nombrado inspector con el grado de Teniente General del Ejército Ruso y ascendido después a Mariscal de Campo.
En 1811 diseñó el puente Kamennoostrovski, y durante su estancia en Rusia proyectó y construyó numerosos embarcaderos, muelles, esclusas, muros de contención y máquinas para dragar los canales de su enorme red fluvial y de canales. Proyectos suyos fueron el puente sobre el Malaya Nevka y el impulso a la construcción de los primeros barcos a vapor movidos por paletas. La mejora exponencial de las comunicaciones fluviales abrieron las puertas de la modernidad a su tierra de acogida.
Tras el paréntesis de la guerra contra Napoleón, recibió del zar el encargo de construir una sala de ejercicios ecuestres en Moscú, el Picadero, lo que realizó con gran celeridad. Su concurso fue fundamental para la erección de la catedral de San Isaac en la capital y la Catedral de la Transfiguración de Nizhni Novgorod, y fue el encargado de la construcción de los cimientos, el andamiaje y la colocación sobre el pedestal de la monumental Columna de Alejandro en la Plaza del Palacio de San Petersburgo.
Debido a la gran cantidad de billetes falsos emitidos por los franceses a modo de guerra económica, el sistema monetario ruso había devenido inviable, por lo que el ministro de finanzas, Dimitry Guriev, encargó a Betancourt la emisión de un nuevo circulante moderno y otros tipos de papel timbrado. Tras la aceptación del proyecto por el zar Alejandro I, Betancourt levantó los planos, dirigió la construcción de las dos factorías, diseñó las máquinas de vapor, descubrió un nuevo tipo de papel de cáñamo, propuso los diseños de los nuevos billetes y fabricó las máquinas de estampación de la numeración y las firmas de la nueva fábrica de papel moneda, actual Casa de Moneda de la Federación Rusa. Igualmente, fue el promotor indirecto de la Casa de Moneda de Varsovia, dado que la supervisó y contrató para su instalación a su antiguo alumno Rafael Bauzá.
No menos importantes fueron sus aportaciones en otros campos, como el urbanismo, con la construcción de la nueva feria comercial de Nizhni Novgorod. Para este su último gran proyecto eligió el emplazamiento, realizó el diseño general, el proyecto y la construcción de un puente flotante de madera sobre el río Oka, que sobrevivió más de un siglo.
Tras la finalización de este proyecto en 1822, fue destituido como Director General de Vías de Comunicación. Habiendo perdido el favor del zar y abrumado por la muerte de su hija Carolina durante un parto, solicitó y obtuvo la dimisión de todos sus cargos en febrero de 1824, muriendo unos meses después, el 14 de julio en San Petersburgo. A su entierro asistieron, por orden del zar, todos los generales, jefes y oficiales de San Petersburgo. Su viuda, Ana Jourdain, recibió también por orden del mismo la concesión de la pensión íntegra de su marido, 6000 rublos.