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En busca del arca perdida: la verdadera expedición que buscó el Arca de la Alianza

Indiana Jones no fue el primero. En 1909, la expedición Parker se propuso recuperar el Arca de la Alianza.

Erica Couto

En 1981, Harrison Ford se ponía en el papel de Indiana Jones para recuperar el Arca de la Alianza en Egipto antes de que los nazis pudieran hacerse con la reliquia. Dirigida por Steven Spielberg, “En busca del arca perdida” se convirtió en un éxito de taquilla.

Aunque Indiana Jones sea un personaje de ficción (inspirado, eso sí, en el arqueólogo y espía Sylvanus G. Morley), sus aventuras en busca del arca bíblica tienen más de real de lo que, en un principio, pudiera parecer. Solo tenemos que viajar algo más de un siglo en el pasado para descubrir los pormenores de un peculiar intento por recuperar la famosa reliquia.

Visionarios y aristócratas en busca del Arca de la Alianza

La expedición Parker. Imagen: Wikicommons

Expedición ParkerLa expedición Parker. Imagen: Wikicommons

Corría el año 1909 cuando una nave británica atracó en el puerto de Jafa llevando como pasaje a un grupo de aventureros. ¿Su meta? Encontrar el Arca de la Alianza, el relicario que, según la Biblia, contenía las tablillas de los diez mandamientos que Dios había entregado a Moisés en el monte Sinaí. En el libro del Éxodo se dice que el objeto estaba fabricado con madera de acacia y cubierto de oro, con dos querubines que la guardaban. El arcón, además, estaba habitado por la presencia de Dios, lo que lo convertía en una de las reliquias más preciadas.

La llegada de ese barco a Israel suponía la culminación de un proyecto ideado por el poeta y filólogo finlandés Valter Henrik Juvelius. Durante su estudio de los textos sagrados, Juvelius estaba convencido de haber encontrado la clave para descubrir dónde se hallaba escondida el arca. Un código numérico basado en el número siete hábilmente oculto en la Biblia (en el libro de Ezekiel, para ser exactos) revelaba, según él, que el objeto sagrado reposaba bajo los canales que habían transportado agua y la sangre del sacrificio en el templo de Jerusalén. Un médium habría confirmado tal teoría.

Todo esto, sin embargo, no bastaba. Para emprender su aventura, Juvelius necesitaba socios y dinero. Por ello, convenció a varios ricos británicos, algunos de ellos pertenecientes a familias aristocráticas, para que se unieran a la aventura y financiaran el proyecto. Juntos fundaron el sindicato J.M.P.V.F., un nombre que tomaba las iniciales de cinco de los participantes principales: el propio Juvelius, el ingeniero Johan Millen, el conde Montagu Parker, el capitán naval Frederick Vaughn y el empresario George Fort. Montagu Parker, que gestionó los permisos con las autoridades otomanas, dio el nombre a la expedición Parker.

A ellos se sumaron algunos jóvenes ricos educados en el exclusivo colegio de Eton que buscaban sacudirse de encima el aburrimiento de sus vidas acomodadas. Juvelius, además, contó con otros patrocinadores en Estados Unidos y Australia, entre los que se contaba Consuelo Vanderbilt, descendiente de la multimillonaria familia Vanderbilt. Mediante sobornos y la promesa de un reparto equitativo de los hallazgos, el grupo obtuvo de las autoridades otomanas los permisos necesarios para excavar.

El trabajo de búsqueda dio comienzo en la Ciudad de David y se extendió a lo largo de tres años, distribuidos en tres campañas sucesivas. En ese tiempo, el improvisado grupo hizo del territorio su campo de experimentación: no solo desecó el Túnel de Siloé, sino que desplazó el curso del agua de la Fuente de Gihón, uno de los principales cursos acuáticos que proveía de agua a la ciudad. Aunque encontraron cerámica, lucernas y hasta una antigua letrina, del Arca no había rastro.

Juvelius y los suyos continuaron con su efectiva política de sobornos a las autoridades y los vigilantes locales hasta que, descubiertos in fraganti mientras excavaban el Monte del Templo, un lugar sagrado en el que las excavaciones estaban prohibidas, se vieron obligados a huir. Era el año 1911 y su aventura en Tierra Santa podía darse ya por concluida.

La intervención occidental en el Monte del Templo se consideró una afrenta y un sacrilegio por parte de los judíos y los musulmanes. De ese evento fatídico nació la voluntad de proteger los lugares y los objetos sagrados, y de evitar que estos pudiesen caer en manos de los cristianos. Por otro lado, los túneles ilegales excavados por la expedición Parker sirvieron posteriormente para realizar tanto trabajos de mejora en la ingeniería hidráulica de la zona como la puesta en marcha de excavaciones arqueológicas metódicas.

¿Dónde está el Arca de la Alianza realmente?

Juvelius en el curso de las excavaciones. Imagen: Wikicommons

Juvelius expedición ParkerJuvelius en el curso de las excavaciones. Imagen: Wikicommons

Envuelta en un misterio milenario, el Arca de la Alianza todavía mantiene el estatus de reliquia perdida. Según la Biblia, se encontraba en el Santasanctórum del Primer Templo de Jerusalén. La destrucción del templo en el año 586 a.C. a manos del babilonio Nabucodonosor, sin embargo, hizo que la reliquia desapareciera.

Algunas leyendas la localizan en Etiopía, hasta donde Menelik, hijo de la reina de Saba y Salomón, la habría transportado. Otros relatos sostienes que los judíos la habrían llevado a Egipto para protegerla. Aunque, más allá de la mención en la Biblia, no hay pistas de su paradero ni evidencias de que haya existido realmente, lo que sí sabemos es que el arca no se encontraba oculta en el entramado hidráulico de Jerusalén.

Referencias

Addison, Graham (2021). Raiders of the Hidden Ark: The Story of the Parker Expedition to Jerusalem. Edgcumbe Press.

Sebag Montefiore, S. 2011. Jerusalem: The Biography. Londres: Phoenix.

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