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Los símbolos en la historia del arte ¿Cuál es su significado?

A lo largo de la historia, en muchas producciones artísticas, como pinturas o esculturas, sus autores reflejaron en ellas elementos que tenían detrás un importante significado simbólico. Elementos que, a simple vista, parecen haber sido puestos ahí sin más objetivo que decorar o por simple capricho... Pero que detrás esconden un sentido realmente complejo que, tras conocerlo, probablemente cambie tu manera de ver muchas obras de arte de aquí en adelante.

Vamos a empezar con un tipo de arte muy pero que muy conocido pero del que se sabe muy poco sobre su significado, el egipcio. ¿A que has visto alguna vez alguna pintura o escultura egipcia en la que se representaba a faraones o dioses? Pues debes saber que de la indumentaria que lleve representada podemos sacar información que a priori, si no conocemos, pasaría inadvertida. Sin ir más lejos, dependiendo del tipo de corona que lleve la representación del faraón en cuestión, significa una cosa u otra. De hecho, hubo numerosos tipos. Aunque son tres las más relevantes.
Mira, si vemos a un faraón con una corona blanca, cuyo nombre era Hedyet, estaba siendo representado como rey del Alto Egipto, es decir, el sur. Por el contrario, si llevaban una de color rojizo llamada Desheret, lo representaba como monarca del Bajo Egipto, en este caso, el norte. Y cuando consiguió gobernar sobre ambos territorios, se le inmortalizó portando una corona doble, combinación de las dos anteriores, conocida como Sejemty, que venía a traducirse como “los dos poderes”.
Faraón egipcio representado con el Desheret. Fuente: WikimediaCommons

Figura Faraon EgiptoFaraón egipcio representado con el Desheret. Fuente: WikimediaCommons

En otras civilizaciones de la antigüedad como Roma, también encontramos simbología parecida. Por ejemplo, cuando en una escultura el emperador aparece vistiendo una toga con la cabeza cubierta, se denomina togata, y está representando así el título conocido como Pontifex Maximus, la máxima autoridad de la religión romana. Si te das de bruces con una estatua de uno de ellos ataviado con la indumentaria militar, se conoce como thoracata, y está representado con el título de Imperator, es decir, el jefe del ejército. Y cuando nos lo encontramos desnudo o semidesnudo usando la corona de laurel y flanqueado por el águila es denominado como Apoteósico, pues representa el título de Augusto, que hasta época de Octavio, era reservado sólo para nombrar a las divinidades. De hecho, ya que lo he nombrado, el aquilae, es decir, el águila, símbolo de fuerza por excelencia, es un animal muy presente en la escultura romana y sobre todo, integrado como figura en los estandartes de las legiones utilizando para su fabricación metales preciosos como el oro.
En este sentido, los pintores y escultores, por lo general, nunca dejaron nada al azar cuando elaboraban sus obras, y todas las figuras que podemos observar en sus composiciones artísticas suelen tener un simbolismo claro detrás. Es el caso de muchos animales, como el perro. Y es que las connotaciones simbólicas que ha tenido este animal en el arte siempre han sido positivas, simbolizando en la Antigua Grecia y Roma, la lealtad. Y aunque pueda sorprender, también la magia curativa, pues se pensaba que sus lametones eran sanadores. Es más, muchas veces el dios grecorromano Asclepio ha sido representado con un perro guardián a su lado
Obra de Ghirlandaio, La última cena, en la que se puede observar a un gato a los pies de Judas. Fuente: WikimediaCommons.

Judas Gato CenaObra de Ghirlandaio, La última cena, en la que se puede observar a un gato a los pies de Judas. Fuente: WikimediaCommons.

En el caso de sus sempiternos “enemigos”, los gatos, ha tenido casi siempre connotaciones negativas, sobre todo en el ámbito del cristianismo, siendo asociado casi siempre a elementos relacionados con el mal, como las brujas o el mismísimo demonio. De hecho, como prueba ha sido bastante frecuente ver a gatos (normalmente negros) retratados en pinturas muy cerca de personajes cuestionables dentro de ese credo, como sucede en el cuadro denominado “La última cena” del renacentista Domenico Ghirlandaio, donde podemos ver a un minino sentado justo delante de… sí, Judas. No obstante, en su “defensa”  hay que decir que alejándonos de esta religión, en otras culturas y épocas su imagen sí que tuvo mejor consideración. Es el caso de la china, donde ha sido representado artísticamente como símbolo de la fortuna y la adivinación.
Aunque sí hay unos elementos decorativos por excelencia en el mundo del arte, esos son los motivos vegetales. Sin ir más lejos además del propio olivo y el laurel, que simbolizaban el honor y la victoria, los claveles representaban el compromiso, normalmente el matrimonio. Siendo estos asociados a la imagen de la propia virgen María en la iconografía del arte cristiano como símbolo del amor materno y la compasión. Otros como el lirio, han sido usados en numerosos cuadros como forma de simbolizar la virginidad de los personajes que los portaban. En el caso de los árboles tenemos a los cipreses, que han sido reflejados en el arte clásico y chino como símbolo de longevidad e inmortalidad. E irónicamente también como icono de la muerte, pues es bastante normal verlos cerca de lugares muy ligados a ella como los cementerios.
Obra de Antonio Pereda titulada Alegoría de la vanidad, en la que se observan objetos como los relojes de arena y las calaveras humanas. Fuente: WikimediaCommons.

Calavera Reloj PinturaObra de Antonio Pereda titulada Alegoría de la vanidad, en la que se observan objetos como los relojes de arena y las calaveras humanas. Fuente: WikimediaCommons.

Para concluir, si hablamos de objetos, hay unos cuantos que son realmente interesantes en este sentido. Caso de las conchas o los espejos. En el caso de las primeras, desde la antigüedad estas fueron usadas como forma de representar la fecundidad y la feminidad, cualidades íntimamente ligadas a divinidades como la hindú Visnú o la griega Afrodita. En el caso de los espejos, estos fueron usados como representación de la pureza y verdad descarnada en algunos casos, o de la más absoluta vanidad en otros. No obstante, de entre todos ellos, hay que destacar también a los relojes, especialmente durante la época barroca. Unos objetos que simbolizaron el tiempo, pero no el tiempo como tal, sino su fugacidad y el significado final que ello encerraba: la inevitabilidad de la muerte. De hecho, junto a los relojes, tanto de aguja como de arena, era muy común pintar o esculpir calaveras. Para entre otras cosas, escenificar una alegoría de precisamente lo mismo: el fin de la vida.
Y hablando de calaveras, los cráneos humanos, por tétrico y macabro que pueda parecer, han sido uno de los motivos más usados en numerosas culturas como las asiáticas, africanas o americanas como forma de representar la muerte y  la vida en el más allá.
Referencia:
Wilson, M. (2020). Los símbolos en el arte. Blume. pp 38-46, 82-88, 136-140, 162-170

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