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La tragedia oculta del franquismo: La catástrofe de Ribadelago

En la noche del 8 al 9 de enero de 1959, durante un típico y gélido invierno zamorano, el tiempo se paró para siempre en una pequeña aldea de la comarca de Sanabria. Ese lugar acababa de sufrir una de las mayores tragedias de la historia reciente española que fue conocida desde entonces como la “catástrofe de Ribadelago”. La cual, pudo ser evitada por el franquismo, pero por vicisitudes del destino, no lo fue.

Esta historia nos lleva hasta el conocido como embalse de Vega de Tera, un pequeño aprovechamiento hidroeléctrico situado, valga la redundancia, en el curso del río Tera, localizado en la comarca zamorana de Sanabria. El cual formaba parte de un sistema más amplio de lagos artificiales y canales denominado “salto de Moncabril”.


Pues bien, durante la madrugada del 8 al 9 de enero de 1959, un sector de más de 150 metros de longitud del muro de contención de la presa del embalse reventó, dejando escapar casi 8 millones de metros cúbicos de agua sobre el pequeño pueblo de Ribadelago, que, situado 8 kilómetros río abajo, fue rápidamente alcanzado sin apenas dar tiempo a reaccionar a los vecinos, que sintieron un fuerte estruendo consecuencia de la ruptura y el torrente de agua posterior.

En apenas minutos, 12 familias enteras desaparecieron y tres niños quedaron huérfanos. En total, 144 personas fueron arrastradas mortalmente y muchas de las edificaciones del pueblo fueron destruidas. Sobreviviendo azarosamente algunas como la iglesia, a cuyo campanario se subieron varios vecinos que lograron salvar así sus vidas. Prácticamente uno de cada cuatro habitantes falleció, siendo tan solo posible recuperar 28 cuerpos de los desaparecidos. El resto se perdió para siempre entre las aguas del cercano lago de Sanabria. Tristemente, todo lo anterior se vio agravado por la propia localización del pueblo y las precarias infraestructuras de la época. Algo que hizo que las primeras asistencias médicas y de rescate no pudieran llegar a la zona hasta la mañana siguiente.

Y es que, desde ese mismo momento, ésta se convertiría en la segunda mayor catástrofe hidráulica sucedida en España, sólo superada por la ruptura del embalse de Puentes, en la localidad murciana de Lorca, que en 1802 provocó la muerte de más de 600 personas.

Evidentemente, con la magnitud de esta tragedia, cabe hacerse una pregunta muy básica:  ¿Por qué esa presa se vino abajo provocando el desastre

Monumento conmemorativo presente en Ribadelago viejo

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Pues bien, siempre según los testimonios de trabajadores del embalse por aquel entonces, la obra estuvo mal ejecutada desde el principio, teniendo la misma muchos defectos de construcción. Opiniones refrendadas por Ricardo Fernández Cuevas, consultor encargado de analizar e investigar las causas de la rotura de la presa así como dar a conocer los informes oficiales, que aseguró que "la rotura se debió a una cimentación muy superficial de los contrafuertes, a la baja calidad y la pobreza de los materiales usados, y sobre todo, a la rapidez con la que se quiso terminar la obra".


¿Y qué consecuencias trajo consigo todo esto? Pues la primera y más evidente fue la puesta en marcha de la reconstrucción del lugar en el marco del conocido como “Plan Badajoz”, entre cuyos objetivos estaba la repoblación de zonas rurales. De este modo, el gobierno franquista destinó dinero para levantar un nuevo pueblo a un kilómetro al sureste con el nombre de “Ribadelago de Franco” en honor al dictador, y que hoy en día es conocido simplemente como “Ribadelago nuevo”, en contraposición al viejo que también fue reconstruido años después y donde hoy se encuentra un emotivo monumento conmemorativo donde se representa a una mujer y su hija con la mirada perdida hacia el cañón por donde llegó el agua.

Y la segunda consecuencia fue la depuración, entre comillas, de responsabilidades. Ya que fue casi un año después cuando la Audiencia Territorial de Valladolid dictó auto de procesamiento contra un total de 10 personas. Según el informe pericial la presa estaba bien construida, estando el fallo en el proceso de concepción de la misma. Afirmando, en forma de crítica a las autoridades franquistas que ejecutaron el proyecto, que esa presa era “un alarde de lujo” y asegurando que la misma estaba calculada para ser supuestamente siete veces más resistente de lo necesario, pero eso sí, con unos materiales muy baratos y  de muy poca calidad.


Finalmente después de todo el proceso judicial sólo fueron condenadas cinco personas como responsables de un delito de imprudencia temeraria, siendo la pena mínima, apenas un año de prisión, el cual no llegaron a cumplir. Pues los condenados fueron indultados oportunamente por las autoridades de la dictadura apenas unos meses después. No obstante, como “maquillaje” ante la opinión pública española del momento, se les inhabilitó para trabajar durante el tiempo de la condena. Es decir, un año.


En este sentido, la dictadura franquista nunca reconoció su responsabilidad en la precariedad de la obra ni quiso depurar a los posibles responsables políticos, intentando en todo momento minimizar el alcance e impacto de la noticia de la catástrofe, que se saldó con exiguas indemnizaciones a ojos de los afectados. Las cuales consistieron en apenas 90 mil pesetas de la época por cada hombre fallecido, 60 mil pesetas por cada mujer fallecida y 25 mil pesetas en el caso de bebés y niños fallecidos. Muchas de las cuales, y he aquí lo grave, no se llegaron nunca a pagar.


Por eso, aún hoy en día, estos hechos siguen siendo vistos por los propios supervivientes y sus familias como una afrenta muy difícil de olvidar.


Referencia:

Lera, J. 1999. 40 años de la tragedia de Ribadelago en la que murieron 144 personas. El País.

NO-DO. 19 de Enero de 1959. Radio Televisión Española.

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