¿Cuál es el origen del conflicto entre Ucrania y Rusia?
El enfrentamiento político actual entre las soberanías de Rusia y Ucrania viene de lejos. Exploramos sus orígenes desde el medievo hasta el período zarista.
El frágil equilibrio político y militar en el que Ucrania y Rusia se han movido en los últimos años se vincula fuertemente con el intervencionismo histórico que ejerció la URSS primero y Rusia después sobre la región ucraniana. La caída del Muro de Berlín, la desintegración del Bloque Oriental y el reconocimiento de Ucrania como nación independiente no han conseguido que Rusia renuncie a intervenir en los territorios antaño integrados en la órbita de influencia soviética. La agresividad de Rusia en materia de política exterior, visible en actos como la anexión de Crimea o el rechazo por parte del presidente ruso Vladimir Putin a aceptar la identidad nacional de Ucrania, es la expresión actual de tensiones históricas y culturales no resueltas.
La identidad de Ucrania

Vladimir I
Ucrania obtuvo su independencia y, por tanto, el reconocimiento de su estatus como nación, en 1991. Rusia percibió el evento como una pérdida de poder, dominio y autoridad sobre el territorio. En el proceso, además, Rusia había perdido algunos centros y estructuras de relevancia histórica, como la catedral de Santa Sofía y la iglesia de Pyatnitskay, que apelaban a un pasado glorioso: el de la federación de principados medievales de la Rus de Kiev. Fue con la conversión del príncipe Vladimir el Grande, en 988, que el conglomerado de la Rus de Kiev abrazó la cristianización. La independencia de Ucrania, por tanto, implicaba la pérdida de un emplazamiento fundacional del carácter histórico ruso.
Ese conglomerado de principados y pequeños poderes interrelacionados ha marcado la diversidad geográfica y cultural del territorio, una pluralidad que se intensificó con la caída de la Rus de Kiev a manos de los ejércitos mongoles en 1256. La disgregación de la coalición marcó, por un lado, el proceso de desintegración territorial de los principados y, por otro, la preeminencia progresiva de los nobles moscovitas en el panorama político como aliados de los mongoles en detrimento de los kievitas. En las décadas siguientes, el Gran Ducado de Lituania y, en un segundo momento, Polonia se anexionaron los territorios occidentales de la vieja Rus de Kiev.
A mediados del siglo XVII, Rusia prestó protección al Hetmanato de los cosacos que luchaban contra Polonia. Esto se tradujo en una lenta absorción del territorio ucraniano por parte de la administración imperial rusa. La presencia rusa se endureció durante la expansión del poder imperial de la dinastía de los Romanov y el reparto de Polonia en el XVIII. En ese período, a Ucrania se la conoció como la Pequeña Rusia o la Nueva Rusia, la negación manifiesta de su identidad, su cultura y su lengua. El territorio estaba sujeto a la presencia y dominio de un poder externo que no le reconocía un carácter propio, sino una existencia dependiente.
En las áreas occidentales de Bukovina y Galicia, sin embargo, las circunstancias políticas y sociales eran diferentes. Parte del territorio histórico ucranio pasó a manos del imperio de los Habsburgo durante la repartición de Polonia. En lugar de asimilarlos dentro de la monarquía habsbúrgica, como era la política rusa, en el área germánica se potenció el nacimiento de una consciencia identitaria ucrania. Se trataba de una estrategia política austríaca encaminada a limitar el poder de la clase política polaca mediante la utilización del voto de las poblaciones ucranias. El reconocimiento de este derecho político, si bien interesado y mirado a obtener un beneficio, ayudó a forjar una consciencia identitaria ucraniana propia.
Puntos de tensión en las relaciones durante el siglo XIX

Santa Sofía
En la segunda mitad del siglo XIX, la revuelta polaca de 1863 llevó a las autoridades imperiales a intentar disolver cualquier conato de protesta nacionalista en el imperio. Se prohibió la publicación de libros y la realización de servicios religiosos en ucraniano, por ejemplo, y se fomentó el desprecio sistemático de las poblaciones ucranias, que se consideraban una mera expresión de la etnia rusa. Se forzó la identificación de las tradiciones ucranias con la cultura rusa y el imperio de los zares.
Durante el imperio zarista y, ya entrados en el siglo XX, con la formación de la URSS, Ucrania desarrolló una consciencia diferencial dentro del contexto soviético. Ejerció una suerte de resistencia contra los poderes centrales a través de la autoafirmación, algo a lo que el comunismo contribuyó, en parte, mediante el reconocimiento del territorio ucraniano como una unidad dentro del todo que conformaba la Unión Soviética. Aun así, la historia convulsa de Ucrania durante los últimos 800 años y la multiplicidad de influencias políticas, lingüísticas y culturales —rusas, germanas, polacas, húngaras y rumanas, entre otras— nos enseñan que los esencialismos y las simplificaciones no hacen sino enturbiar los discursos.
Referencias
Himka, J. P. 2015. The History behind the Regional Conlifct in Ukraine. Kritika: Explorations in Russian and Eurasian History 16/1.
Serhy Yekelchyk. 2014. The Ukrainian Crisis: In Russia's Long Shadow. Origins. Current Events in Historical Perspectiva (Acceso: 10/02/2022).