Ramón Llull, teólogo y científico medieval
El filósofo mallorquín Ramón Llull propuso un innovador sistema de conocimiento universal.
En una de las muchas iluminaciones medievales que ilustran escenas de su biografía, se le representa vistiendo un sayo oscuro, con una larga barba y cabellos igualmente luengos. Tiene la expresión del que busca e inquiere con constancia. Se trata de Ramón Llull (1232-1315), pensador nacido en Mallorca y una de las figuras más destacadas de la intelectualidad europea durante la Edad Media.
Llull fue un polímata que cultivó todas las ramas del saber, de la filosofía a la teología, pasando por la medicina y las ciencias naturales. Nacido en el seno de una familia pudiente de origen catalán, se vio arrastrado hacia el activismo religioso cuando una serie de visiones religiosas lo llevaron a abrazar con fervor la fe cristiana. La revelación lo empujó a perseguir durante toda su vida la conversión de hebreos y musulmanes.
Este proselitismo cristiano se convirtió en uno de sus objetivos principales. Para ello, recorrió las cortes y universidades de Europa, y viajó a ciudades como Rodas, París, Nápoles, Viena y Génova, para difundir su obra y pensamiento, y convertir a los que profesaban otras religiones distintas del cristianismo.
Su vasta cultura bebía de fuentes de las tradiciones hebrea, árabe, griega y cristiana. Escribió más de 250 obras en latín y catalán que condesaron su particular proyecto educativo. ¿Su propósito? Proporcionar al individuo las herramientas necesarias para reencontrarse con Dios y convertirse a la que Llull consideraba la verdadera religión.
Ars magna, el conocimiento interconectado

Retrato Llull
Una de las grandes contribuciones de Ramón Llull a la filosofía y el pensamiento se encuentra en el ars magna, un sistema cuyo funcionamiento Lull condensó a lo largo de su vida en una serie de obras. Desde su perspectiva, el arte, además de ser un modo de organizar de un modo racional todos los saberes, funcionaba como un mecanismo de razonamiento y evaluación capaz de distinguir lo verdadero de lo falso.
En su Ars generalis, Llull propuso un método que permitía reducir cualquier proposición a su expresión más simple. Una vez hecha tal reducción, las posibilidades combinatorias que ofrecían esos principios permitirían expresar todas las proposiciones imaginables: es decir, el universo sería cognoscible en su totalidad, y esa comprensión profunda y total culminaría con la aceptación del Dios cristiano. En este método de pensamiento interdisciplinar, algunos pensadores contemporáneos han percibido la esencia del que, siglos después, daría forma al lenguaje informático. Aunque el sistema de Llull difiere sustancialmente de este lenguaje, sus aspiraciones universalistas sí que pueden tomarse como una expresión incipiente de pensamiento en red.
El objetivo último de la ars de Llull consistía en demostrar la existencia de Dios. Formalmente, este sistema lógico se materializó en una serie de diagramas, discos y figuras ilustrativas, presentes en sus obras, que el pensador utilizó profusamente durante sus charlas y exposiciones. Llull consideraba que el raciocinio era común a todos los seres humanos. La lógica, según su cosmovisión, sostenía y probaba el carácter verdadero de la religión cristiana, así que su sistema permitiría que hebreos y musulmanes se convirtiesen a la fe a través del convencimiento racional.
El Libro de las maravillas y otros textos llullianos

Codex StPeter
Ramón Llull manifestó en toda su obra un marcado interés didáctico. Uno de sus títulos más populares, el Libro de las maravillas, constituye un singular ejemplo de enciclopedismo. Vestido con ropajes novelescos y dividido en diez libros, se lee como una suerte de novela de aventuras de contenido moralizante. Su protagonista, Félix, emprende un viaje de iniciación y búsqueda que lo llevan a vivir encuentros con lo maravilloso. A través de esa odisea viajera, Llull expone aspectos de su pensamiento filosófico y teológico. La obra tiene otra particularidad y es que Llull la redactó en catalán.
El árbol de la ciencia constituye otro de los títulos en los que el autor volcó sus intereses por el enciclopedismo y la sistematización universal del conocimiento. Llull se sirvió de la imagen del árbol para organizar el conjunto de los saberes, entre las que incluyó la botánica, la política y la cristología. En cada disciplina, las raíces encarnan los principios esenciales que soportan cada materia, mientras que el tronco representa el esqueleto que las sustenta y las ramas, las hojas y los frutos marcan, respectivamente, los géneros, las especies y los individuos.
A Llull también se le atribuyeron tratados de alquimia, astrología y magia. El análisis minucioso de estas obras ha demostrado, en realidad, su naturaleza pseudoepigráfica. Por lo que se sabe, el autor jamás las escribió.
Referencia: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.