Madame Tussaud y la historia criminal
Con sus figuras de cera, Madame Tussaud inmortalizó los rostros de militares, nobles y criminales.
Los inicios de un mito
Inmortalizó en cera los rostros de Voltaire, Marat y María Antonieta. Junto a sus hijos, creó en Londres un museo que acabaría por convertirse en una próspera franquicia durante el siglo XX. Según se cuenta, durante el período del Terror en Francia se dedicó a recuperar las cabezas de los guillotinados para inmortalizar, con sus creaciones céreas, el rictus final de los rostros difuntos. Bautizada en 1761 con el nombre de Marie Grosholtz en su Estrasburgo natal, Madame Tussaud popularizó un nuevo modo de disfrutar de los museos y de acercarse a los eventos de la crónica negra.
Se formó en París con el médico Philippe Curtius. Curtius comenzó realizando modelos de cera para ser usados durante sus clases de anatomía y, posteriormente, se dedicó en exclusiva a crear estatuas de cera a tamaño natural que representaban a personajes famosos de la época. La cera era un material económico y extremadamente dúctil que permitía representar con gran detalle los rasgos faciales y proporcionaba, en conjunto, un efecto realista. Se utilizaba para crear objetos decorativos, para modelar piezas anatómicas (el museo La Specola de Florencia, de hecho, conserva una de las colecciones de ceras anatómicas más famosas del mundo) y máscaras mortuorias, especialmente de personajes famosos.
Como elemento de gran originalidad en sus exhibiciones, Curtius solía crear un decorado en el que posicionar sus creaciones para dar mayor realismo a la escena. En su local del Boulevard du Temple, en un espacio bautizado como la Cueva de los Grandes Ladrones que se inspiraba en las exposiciones itinerantes de las ferias, el doctor mostraba tanto las figuras de personajes célebres de la época como de algunos criminales famosos. Es aquí donde se encuentra el germen del futuro museo Tussaud.
El museo de Madame Tussaud en Londres

Madame Tussaud
En 1802, pasados varios años de la Revolución Francesa, del Terror y de la muerte de su mentor, Marie (ahora Tussaud, después de haber contraído matrimonio con François Tussaud), se trasladó a Londres. Tras un período de varios años en el que exhibió sus modelos de manera itinerante y después de pasar por el Lyceum Theatrum, en 1835 Madame Tussaud instaló su museo de forma permanente en Baker Street donde, posteriormente, el detective literario Sherlock Holmes establecería su cuartel general.
Modeló personajes públicos y de la aristocracia, como el duque de Wellington, además de la escena de la coronación de la reina Victoria, que le valió una gran popularidad. La artista mantenía actualizada su colección y, periódicamente, incluía a nuevas personalidades políticas y aristocráticas, y también a nuevos criminales.
La cámara de los horrores

Tussaud cera
En sus exposiciones londinenses, Marie Tussaud mostraba con fidelidad la violencia de eventos recientes, en especial de la Revolución Francesa y el Terror que había vivido en primera persona mientras residía en París. El lado más grotesco de su arte podía observarse en la Cámara de los Horrores, un espacio que pretendía, según Madame Tussaud y sus dos hijos, ser instructiva, pero que aterrorizó a la audiencia que acudía en masa. La primera versión se inauguró en 1802 en el marco de la Exposición de Londres. Contaba con escenas, objetos y máscaras mortuorias de personajes clave de la Revolución Francesa, e incluso con una guillotina.
Las noticias de la época describían así el tétrico espacio. Se entraba en la cámara a través de un pasillo con una iluminación muy tenue. Se desembocaba en un espacio que reproducía en algunos puntos la hechura de una celda de Old Bailey, la famosa prisión de la capital británica. Ratas, pan duro y una tarima dominada por la imponente guillotina contribuían a crear una escenografía diseñada para causar impacto en los visitantes.
En la Cámara de los Horrores también se reproducían escenas de crímenes famosos en las que, según se dice, se vestían las figuras de cera con las propias ropas de los criminales. Entre el realismo y el gusto macabro, Madame Tussaud dio forma a figuras como William Burke y William Hare, los ladrones de cadáveres que asesinaron al menos a 16 personas para proveer de cuerpos al médico y anatomista Robert Knox, y a William Marwood, famoso verdugo victoriano.