Bestias fantásticas del imaginario medieval
Mantícoras, unicornios y basiliscos son algunas de las criaturas fantásticas que pueblan el imaginario medieval.
Monstruos y criaturas extrañas: de las iglesias a los bestiarios
Durante la Edad Media y, muy especialmente, a lo largo de los siglos centrales y finales del período, curiosas criaturas se instalaron en columnas y fachadas de los edificios religiosos, ocuparon las páginas de ricos códices y alimentaron la imaginación tanto de los sectores doctos como del pueblo común. En las biblias, en los libros de horas y en los pórticos de las iglesias, junto a los demonios que advertían del pecado y las tentaciones, los cristianos también podían encontrarse cara a cara con sirenos, basiliscos y fénix.
Durante el medievo, las criaturas fantásticas podían decorar capiteles, balaustradas y columnas de los edificios religiosos, pero también encontraron un espacio privilegiado en la iluminación de manuscritos, en los que aparecen decorando márgenes y letras historiadas. Las bestias fantásticas medievales fueron objeto de estudio y síntesis en los bestiarios. Estos compendios describían tanto animales como criaturas míticas de las que se suponía una existencia real, como los cinocéfalos, los gigantes y los onocentauros.
Los bestiarios tomaban inspiración de obras grecolatinas como Plinio el Viejo y Aeliano, así como de leyendas locales, del folclore popular y de la tradición religiosa judeocristiana. Los autores y compiladores imaginaban esas criaturas excepcionales a partir de las descripciones leídas u oídas y, con mucha menor probabilidad, de los encuentros esporádicos que se podían producir con criaturas desconocidas, mientras que los iluminadores intentaban representarlas gráficamente a partir de los testimonios textuales. Entre los ejemplos de bestiarios medievales que gozaron de fama y circularon ampliamente se hallan el Physiologus y el Hortus sanitatis, dos compendios ilustrados que sistematizaban el conocimiento sobre plantas, piedras y animales.
Grifos, sirenos y ballenas

Fénix Aberdeen
En el imaginario fantástico medieval, las sirenas compartían espacio con las jirafas, los delfines y los elefantes. A Pegaso, el caballo alado de los mitos griegos, se le atribuía origen etíope y se lo describía como perseguidor de humanos y poseedor de un hambre voraz. Muchas de estas criaturas se situaban en territorios de África, entonces un continente casi inexplorado. En los mapas de la época se solía posicionar la leyenda Hic sunt dracones («aquí hay dragones») para marcar aquellos territorios inexplorados y misteriosos que se creían habitados por seres monstruosos.
Junto al grifo, criatura híbrida mitad león y mitad águila, habitaba el basilisco, reptil que, tocado de una cresta, era capaz de matar con su mirada fiera y venenosa, y la mantícora, una criatura similar a un león que Plinio ya cita en su Historia natural y cuya cola poseía largos pelos punzantes como puntas de flecha. Los dragones se tomaban como símbolo del Mal y de Satán, quien, bajo su forma de sierpe, consiguió que el ser humano fuera expulsado del paraíso. Son comunes, por tanto, las criaturas serpentiformes como las tarascas y las draconcopedes, que tomaban la forma de serpientes con rostros de doncella como el que se supone tenía la serpiente tentadora que consiguió que Adán y Eva perdiesen el edén. También eran frecuentes criaturas antropomorfas como los blemios, con la cabeza posicionada en el torso, o los hombres salvajes, que presentaban rasgos animalescos en su cuerpo cubierto de pelo.
El unicornio constituye otra de las criaturas raras y maravillosas del imaginario fantástico medieval. Isidoro de Sevilla lo describió como un animal dotado de un único cuerno en la frente, capaz de atravesar cualquier cosa durante el ataque, y tan fiero que nada puede batirlo, a excepción de una joven virgen que muestre su pecho a la criatura. Si lo hace, el extraordinario animal colocará la cabeza en el seno de la muchacha y entonces podrán capturarlo con facilidad.
Maravillar, aleccionar y atemorizar mediante lo fantástico

Lobo bestiario
¿Cuál era el significado y la función de estas criaturas fantásticas? Las bestias maravillosas servían para ponerle rostro a lo desconocido en un momento histórico en el que las posibilidades de viajar eran muy limitadas y el mundo se presentaba como un gran misterio.
El carácter híbrido de monstruos y criaturas maravillosas, que combinaban elementos tomados de distintos animales reales y a menudo los mezclaban con los rasgos propios del ser humano, también funcionaba como material didáctico y moralizante. Servían para ejemplarizar virtudes y defectos como la fuerza, el coraje o la prudencia, advertían de los peligros que acechaban al individuo y poseían, además, un significado alegórico que empujaba a los creyentes a posicionarse de forma firme frente al pecado y la tentación. Permitían a los seres humanos posicionarse en el orden del universo y, de manera más específica, aleccionaban a los cristianos sobre los valores de la sociedad y las doctrinas religiosas por las que debían regir sus vidas.