¿Qué es el milenarismo?
El milenarismo cristiano sostiene que el fin de los tiempos sucederá tras la segunda venida de Cristo.
La escatología cristiana
En la tradición cristiana, el término milenarismo hace alusión a la creencia de que Jesucristo regresará a la tierra mil años después de su encarnación para llevar a cabo el juicio final. El concepto adquiere toda su importancia y significado gracias al pensamiento escatológico y soteriológico del cristianismo.
El cristianismo concibe el tiempo histórico y el mundo mismo como algo finito destinado a desaparecer cuando se produzca la parusía, es decir, la segunda venida de Cristo. En ese momento, el Bien y el Mal se enfrentarán. Se producirá la resurrección de la carne, Cristo juzgará a toda la humanidad, tanto a los vivos como a los muertos, condenará a los pecadores a la esclavitud del infierno y abrirá las puertas de los cielos a los justos.
El concepto del milenarismo toma gran parte de sus referentes de varios versículos incluidos en el libro del Apocalipsis. En ellos, se describe con minuciosidad el significado del milenio: «Después vi un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una enorme cadena en la mano. Tomó al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y lo encadenó durante mil años. Lo lanzó al abismo, atrancó los cerrojos y los selló para que dejase de engañar a las naciones por un período de mil años, pasados los cuales tendrá que ser liberado durante cierto tiempo». En su estudio pionero El año mil (1967), el historiador francés George Duby adoptó el concepto de milenarismo más extendido hoy en día: el fin de los tiempos y la llegada del juicio final tras un milenio de aparente paz cristiana. Teniendo en cuenta el momento fundacional de la fe cristiana, ese momento de la segunda venida coincidía con el cambio de milenio durante la Edad Media.
Los teólogos cristianos han empleado el término «milenio» para referirse tanto el supuesto período de paz de mil años que siguen al encadenamiento del mal como al inicio del subsiguiente milenio de tribulaciones que emergerá una vez el Dragón se libere de sus grilletes. Algunos autores clave del cristianismo incipiente, como Agustín de Hipona, condenaron esa noción de milenarismo que abogaba por el establecimiento del reino divino en la tierra. San Agustín sostuvo, en su lugar que, en la ciudad de Dios, el milenio entendido como el momento de instauración del reino de los cielos y de los justos ya era una realidad.
Los prodigios del milenio

Tapiz Bayeaux
Durante el período carolingio, se aceptó el año 1000 como horizonte temporal para la segunda venida de Cristo y el establecimiento del reino de Dios en la tierra. Los monjes y clérigos medievales instruidos buscaban llegar a lo invisible, a Dios, a través de lo visible, del mundo y, muy especialmente, de un análisis minucioso de los textos sagrados y sus comentarios. En esa época en la que está a punto de cumplirse un milenio de la primera venida de Jesucristo, saber interpretar señales, mensajes y escritos parece fundamental.
Por otro lado, las escrituras afirmaban que el período entre el fin de un milenio y el comienzo del siguiente estarían marcados por hechos extraños y maravillosos, portentos y signos ominosos que anunciaban que el fin de los días estaba cerca. En los anales que recogen los sucesos más importantes acaecidos en torno al año mil, se reportan fenómenos prodigiosos: cometas en los cielos, eclipses solares como el que se oscureció los cielos en 1033 (justo cuando se cumplían 1000 años desde la muerte de Cristo), carestías, epidemias, protestas, alzamientos, el surgimiento de herejías como el maniqueísmo y de casos de corrupción en el seno de la iglesia. Todos estos signos parecían sostener que pronto terminarán esos mil años de encierro del Mal en el abismo.
No solo los teólogos e intelectuales se preocuparon por la cuestión milenaria, sino que la sensación de un final inminente penetró en la vida cotidiana de algunos sectores de la población común. Hubo grupos de flagelantes que buscaban el perdón mediante la fustigación del cuerpo y se utilizaron las reliquias de los santos para intentar devolver orden social. La historiografía contemporánea todavía discute, sin embargo, sobre el real alcance de los miedos milenaristas durante la Alta Edad Media.
Después que hubo transcurrido el cambio del milenio sin que se produjera el juicio final, la cuestión del milenarismo y del fin de los tiempos continuó siendo tema de estudio de sacerdotes, teólogos y pensadores. El italiano Joaquín da Fiore reinterpretó, con gran resonancia, el concepto de milenarismo durante el siglo XII. Lo entendió en un sentido menos literal que sus predecesores, como la llegada de la era del Espíritu Santo, un momento histórico de profundo cambio social y espiritual, en lugar de un verdadero fin del mundo.