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Marte imaginado: el planeta rojo antes de la exploración espacial

¿Qué se sabía del planeta Marte antes de la carrera espacial del siglo XX?

Erica Couto

Marte en la antigüedad

Desde los primeros ejemplos de arquitectura astronómica hasta el lanzamiento de sondas y satélites en el espacio, los cielos han suscitado de manera sostenida fascinación y curiosidad entre las sociedades humanas. Junto al sol y la luna, los dos astros principales que gobiernan el día y la noche, los planetas (y Marte entre ellos) ocupaban una posición relevante en la incipiente disciplina de la observación celeste. Los expertos en los astros de civilizaciones de la antigüedad como Egipto, China y Mesopotamia recogieron ya en el registro escrito referencias sobre el planeta en los cielos: su posición, su período orbital, su conjunción o los mensajes ominosos que anunciaba.

El planeta rojo se asoció con determinadas divinidades o incluso se entendió como su manifestación celeste. No en vano, toma su nombre del dios itálico Marte, figura belicosa del mundo romano. Esta relación estrecha entre el planeta y las actividades bélicas se encuentra en otras tradiciones culturales. Así, en Grecia se vinculaba a Ares y, en Mesopotamia, se tenía por el planeta de Nergal, divinidad infernal de pestes y batallas. Durante la Edad Media, si Marte estaba presente en el signo zodiacal cuando nacía un bebé, se podía estar seguro de que el temperamento del retoño estaría marcado por la violencia y el desorden.

La investigación científica durante la Edad Moderna

Imagen: Wikicommons

Christiaan HuygensImagen: Wikicommons

La investigación y las especulaciones científicas sobre Marte despegaron durante la Edad Moderna. Fue durante la segunda mitad del siglo XVI cuando el danés Tycho Brahe (1546-1601) calculó la posición del planeta. Lo hizo desde su observatorio en la isla de Hven antes de que se inventasen instrumentos ópticos para la observación de los cielos. Galileo Galilei (1561-1642), por su parte, observó el planeta por primera vez a través de un telescopio en 1609. Ese mismo año, Johannes Kepler (1571-1630) notó que Marte trazaba una órbita elíptica, en contra de la noción asumida de que todos los cuerpos celestes realizaban órbitas perfectamente circulares. Su teoría abriría el camino a la ley de gravitación universal de Newton.

El astrónomo holandés Christiaan Huygens (1629-1695) identificó manchas sobre la superficie marciana, que luego ilustró y publicó en 1696 en los que se consideran los primeros mapas rudimentarios del planeta. En su obra Cosmotheoros. Conjeturas relativas a los mundos interplanetarios, sus habitantes y producciones (1698), Huygens también hipotetizó la existencia de vida extraterrestre en los restantes planetas del sistema solar, a los que imaginó provistos de agua, flora y fauna.

La posibilidad de un planeta habitado fascinó a muchos estudiosos de los cielos. Entre 1777 y 1783, William Herschel (1738-1822) observó Marte con telescopios de su propia invención y consideró que estaba habitado, al interpretar las áreas oscuras sobre la superficie del planeta como prueba de la presencia de océanos. Herschel imaginó un planeta dotado de atmósfera y con unas características similares a las de la Tierra.

¿Vida en Marte?

Imagen: Wikicommons

Canales MarteImagen: Wikicommons

Nuevos descubrimientos realizados durante el siglo XIX avivaron la polémica sobre la presencia de vida en el planeta. En 1859, Angelo Secchi, director del observatorio vaticano, denominó canales a una serie de formaciones presentes sobre la superficie de Marte. Giovanni Schiaparelli (1835-1910) retomó el estudio de los canales y, en 1877, los describió como elementos interconectados que formaban parte de un complejo sistema. La divulgación de sus teorías avivó la fiebre marciana. Camille Flammarion, en su obra El planeta marte (1892), imaginó que los canales eran producto de las desviaciones voluntarias realizadas por parte de los habitantes del planeta.  El estadounidense Percival Lowell (1855-1916), un emprendedor que construyó su propio observatorio astronómico, confirmó esta idea y, en obras como Marte y sus canales (1906) sostuvo que se trataba de canales de irrigación construidos por una civilización inteligente ya extinguida.

En 1901, desde el observatorio liderado por Lowell se afirmó haber recibido una potente señal luminosa que, procedente del planeta, permaneció en el cielo durante más de una hora. Un año después, el inventor Nikola Tesla recibió señales repetitivas que interpretó como enviadas desde el exterior de la tierra. ¿Se trataba de un mensaje que llega de Marte? Aunque la teoría de un Marte habitado quedó lejos de ser aceptada por la comunidad científica, encontró predicamento en la literatura con obras como La guerra de los mundos (1898) de H. G. Wells, Estrella roja (1908) de Alexander Bodganov y las aventuras de John Carter creadas por Edgar rice Burroughs.

Los primeros intentos de envío de sondas a Marte se produjeron en la década de los 60. La Unión Soviética lanzó la sonda Korabl 2-5 al espacio en 1960 con el fin de obtener fotografías del planeta. Aunque fallos en la operación impidieron que el aparato se pusiera en órbita, este lanzamiento marcaría una nueva etapa tecnológica en el estudio de nuestro planeta vecino.

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