Muy Interesante

Historia de la Plaza de España de Madrid

Con sus más de 35000 metros cuadrados, la Plaza de España de Madrid es una de las más céntricas de la capital. Te contamos algunos aspectos clave de su historia.

Erica Couto

La céntrica Plaza de España de Madrid se ubica en el barrio de Argüelles, en el corazón de una densa confluencia de calles y avenidas como la Gran Vía, la calle Princesa y la Cuesta de San Vicente. Con algo más de un siglo de historia a sus espaldas, es la expresión arquitectónica y paisajística de una larga serie de transformaciones históricas, sociales y políticas que han afectado no solo a la capital, sino al conjunto de la Península Ibérica.

Aunque el proyecto para dar forma a la Plaza de España dio inicio en 1911, para establecer su génesis debemos situarnos en el siglo precedente. En origen, el terreno sobre el que se asienta la actual plaza de España era un territorio agrícola que se había dividido en parcelas y sobre el que fructificaban huertos y campos arados. Fue en estas tierras de labranza donde el rey Carlos III dio autorización para que se construyese el convento franciscano de San Gil. Aunque los monjes nunca llegaron a instalarse en el edificio, la construcción diseñada por Francesco Sabatini no permaneció desierta. Primero sirvió como área de acuartelamiento de las fuerzas armadas francesas bajo el mando de José Bonaparte y, posteriormente, de las tropas españolas de caballería y artillería.

Cuando se decidió demoler el cuartel de San Gil, el amplio espacio vacío que dejó el derrumbe hizo necesario trazar una solución urbanística. Estos cambios se inscriben en un proceso de remodelación urbanística más amplio de la capital que se había iniciado en la segunda mitad del siglo XIX con los planes para realizar el ensanche de Madrid. El ensanche, cuyos primeros pasos se dieron en 1846, era la respuesta a la necesaria ampliación de la ciudad, que debía acoger a la creciente población que llegaba a la capital en masa como consecuencia de la industrialización. El plan debía permitir un alargamiento ordenado de la ciudad, la creación de alojamientos para los trabajadores que arribaban a la capital y, en consecuencia, también la subdivisión clasista en barrios del trazado urbano.

Imagen: Biblioteca digital Memoria de Madrid

Proyecto plazaImagen: Biblioteca digital Memoria de Madrid

Además de darle utilidad al espacio vacío que el derrumbe del cuartel había dejado, la plaza debía articular las conexiones con el centro urbano utilizando, para ello, la calle Preciados y la naciente Gran Vía. En el plan que ideó el arquitecto Jesús Carrasco Muñoz en las primeras décadas del siglo XX, la Plaza de España tenía vocación de grandiosidad. Debía ser un homenaje arquitectónico a lo español, con espacios amplios y limpios, monumentos dedicados a las figuras de Carlos III y Cervantes, y torres que jalearan las letras y las ciencias, el poder militar y el emprendimiento industrial del país. Aunque el proyecto no siguió el curso trazado en los planes originales y la Guerra Civil truncó su desarrollo, la Plaza de España siguió concibiéndose, tal y como lo había pergeñado Carrasco Muñoz, como un espacio dominado por las zonas ajardinadas, las fuentes y los estanques.

El monumento en honor a Miguel de Cervantes que había planeado Carrasco Muñoz también se llevó a cabo, con proyecto del arquitecto Rafael Martínez Zapatero y el escultor Lorenzo Coullaut Valera. El conjunto, formado por la figura en granito que representa al escritor en posición realzada y por las dos esculturas broncíneas de Don Quijote y Sancho Panza, se utilizó también para festejar el aniversario tanto del fallecimiento del escritor alcalaíno como de la publicación de Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615). Posteriormente, se añadieron las figuras de Dulcinea del Toboso y Aldonza Lorenzo a este grupo escultórico. La plaza experimentó nuevos cambios durante el franquismo. Así, en la década de los 50 se construyeron en torno a la plaza rascacielos como la Torre de Madrid y el Edificio de Madrid que dieron forma al reconocible perfil arquitectónico de la zona. La Fuente de la Concha y sus ninfas de bronce se instalaron, por su parte, en 1970, con diseño arquitectónico de Manuel Herrera Palacios y esculturas realizadas por Antonio Campillo.

Desde su mismo nombre, la Plaza de España es un espacio que celebra el concepto unificador tanto de un tejido urbano especialmente denso en el centro capitalino como de la hispanidad. Con la incorporación de estatuas y espacios verdes y a través de sus remodelaciones sucesivas, la plaza muestra, en su historia centenaria, los intentos de conectar las distintas áreas, calles y vías de la ciudad, de allanar las desigualdades y desniveles en el terreno y de homogeneizar el paisaje urbano.

tracking