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Lecciones de historia, lecciones de animación

'Un día más con vida' es otra muestra de que el cine de animación puede ocuparse con rigor de temas tan capitales como la guerra o la historia.

Un día más con vida (2018), de Raúl de la Fuente y Damian Nenow es otra muestra de que el cine de animación puede ocuparse con rigor de temas tan capitales como la guerra o la historia. En sintonía con obras como Vals con Bashir (2008), Josep (2020) o La tumba de las luciérnagas (1998), se retrata un conflicto armado y sus devastadoras consecuencias. Sin embargo, a diferencia de las anteriores, Un día más con vida tiene la particularidad de ser una adaptación del texto homónimo escrito por Ryszard Kapuściński en 1976 y publicado en 1979. En él se nos relata la experiencia vivida en primera persona por uno de los corresponsales de guerra más celebres del siglo veinte, él mismo. El libro del polaco traslada al lector los sucesos con los que se va encontrando en su periplo durante la guerra civil de Angola, tras la independencia de esta respecto a Portugal.

Kapuściński, convertido en dibujo animado (que no en caricatura), sigue las premisas al pie de la letra del original escrito cuarenta años antes: el periodista no solo da noticia de su experiencia en los distintos frentes del país, sino que intenta explicarnos los porqués que han llevado a Angola a esa situación; eso sí, con muchos menos detalles de los que aparecen en la obra originaria. El posicionamiento ideológico del autor de Los cínicos no sirven para este oficio (2000) resulta meridianamente claro en ambos discursos, el escrito y el filmado, pero en el cine salta más a la vista.

Tras la independencia de Portugal, se produce un vacío de poder y tres facciones políticas tratan de imponerse a sus antagonistas. Kapuściński expresa su preferencia por una de ellas, el MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola), que es ayudado por el bloque del Este y por la Cuba de Castro (hasta 50.000 soldados cubanos llegaron a intervenir en este conflicto armado). Las otras dos facciones dominantes en Angola eran el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola), apoyado por Estados Unidos y el Zaire, y la UNITA (Unión Nacional para la Liberación Total de Angola), una escisión del FNLA. Que el personaje de Kapuściński se posicionase a nivel ideológico tan claramente en la versión de animación y que su retrato apareciese como el de un héroe (¿alguien dispuesto a morir por informar no lo es?) no fue bien recibido por algunos. Pero ese aspecto ya se encontraba en la versión escrita de Un día más con vida . En toda adaptación se subrayan algunos rasgos de los personajes y se omiten otros. Además, creo que no se ha considerado en profundidad lo que supone adaptar un trabajo escrito al cine. El foco ha variado de una versión a otra: en la escritura se encuentra en los personajes y las circunstancias de un país en guerra, mientras que en la filmación Kapuściński se convierte en el propio foco, es decir, el corresponsal en su periplo por un país asolado y arruinado por la guerra.

La rotoscopia

La obra de Raúl de la Fuente y Damian Nenowes utiliza en parte la técnica de la rotoscopia, una forma de animación basada en el calco de fotogramas. Las escenas primero se ruedan y posteriormente se transforman en dibujo mediante el calcado. Ese recurso consigue que las imágenes se encuentren muy próximas a los medios fotográficos y al movimiento de los seres humanos. La estrategia seguida por los directores es todo un alarde de coherencia: no es una película de ficción, sino la historia de un conflicto armado real, y, además, se trata de un calco, otro (el del libro de Ryszard Kapuściński), con sus pertinentes modificaciones para ser llevado a la pantalla.

El relato cinematográfico alterna el formato de la animación con materiales de archivo, fotografías y entrevistas filmadas (algunos de los que conocieron y/o acompañaron al periodista polaco durante el conflicto bélico). Nuevamente, podríamos señalar que nos encontramos ante otro recurso cinematográfico idóneo para igualar el estatus de distintos tipos de imágenes. Al igual que sucede en dos de las obras maestras de la animación que se ocupan de conflictos bélicos – Vals con Bashir, de Ari Folman, que retrata la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila durante la Guerra del Líbano en 1982, y Josep, de Aurel, largometraje que muestra las vivencias de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses–, Un día más con vida mezcla las secuencias dibujadas con imágenes tomadas de la realidad para apuntalar la condición histórica de su contenido y también las posibilidades de este género al tratar asuntos históricos. En ese sentido me gustaría mencionar la novela gráfica Maus(1977-1991), de Art Spiegelman, que años antes había empleado un recurso similar.

Hay, sin embargo, algo que diferencia Un día más con vida de todas las anteriores: el hecho de que esta utiliza ese recurso como estrategia narrativa continua, presente a lo largo de toda la película. Esa mixtura o collage puede interpretarse también como un correlato de la concepción y la técnica periodística de Kapuściński, quien concibe la profesión como un híbrido de materiales procedente de disciplinas tales como la filosofía, la historia o la antropología, todas ellas hilvanadas por una mirada humanista y empática.

Para cerrar este breve artículo me gustaría recurrir a uno de los poemas escritos por Ryszard Kapuściński recogidos en su Poesía completa (2008), ya que sintetiza ambos itinerarios de la guerra de Angola, el escrito y el filmado: “Escribí piedra / escribí casa / escribí ciudad / rompí la piedra / demolí la casa / destruí la ciudad / sobre el papel huellas de la lucha / entre / la creación y el exterminio”.

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