La custodia de menores en el siglo XIX: el caso de Caroline Norton
Mediante la lucha por conseguir la custodia de sus hijos, la británica Caroline Norton contribuyó a cambiar un sistema legal que consideraba a las mujeres como ciudadanas de segunda categoría
Nacida en 1808 como Caroline Elizabeth Sarah Sheridan, Caroline Norton creció en el seno de una familia de clase media-alta que sufrió los embistes de la pobreza tras la muerte repentina de su padre en 1817. Apenas con 19 años, Caroline contrajo matrimonio con George Norton, abogado y miembro de la facción política reaccionaria, monárquica y tradicionalista de los tory. El matrimonio fue infeliz y Caroline padeció las vejaciones físicas y psíquicas de un marido ambicioso que decidió utilizar la ley para avanzar en su carrera política.
Caroline procedía de un contexto familiar que mostraba simpatías por la facción de los whig, un partido político que apoyaba la monarquía constitucional y el sistema parlamentario. Entre sus luchas se incluían la abolición del esclavismo y la promoción de leyes que buscaban dar mayor protección a los pobres. Este detalle contribuyó a acalorar el conflicto entre los cónyuges y George Norton lo utilizó a su favor para intentar lograr el divorcio al tiempo que enlodaba la credibilidad de sus rivales políticos. En junio de 1836, el esposo de Caroline la denunció ante las autoridades por un supuesto adulterio con Lord Melbourne, político de la facción rival de los whig.
Aunque el juicio se falló a favor de Lord Melbourne, la reputación de Caroline quedó manchada para siempre. En la sociedad victoriana, la mujer estaba supeditada a la figura de autoridad masculina representada por el padre o el esposo. Se la consideraba el ángel del hogar, responsable de la gestión doméstica y de mantener con pulcritud y dedicación los rígidos valores morales decimonónicos. Por otro lado, las mujeres eran consideradas legalmente propiedades del marido y su capacidad de acción a nivel pecuniario y de derecho inexistentes. Todos los bienes y riquezas de la mujer conseguidos a través de rentas, inversiones o herencia pasaban a engrosar el patrimonio del marido automáticamente una vez contraído el matrimonio. Incluso si se probaba la falsedad de la acusación, la sugerencia misma de haber podido cometer adulterio bastaba para ganarse el repudio de la sociedad.

Reina Victoria de Inglaterra
El juicio no disolvió los lazos legales entre George y Caroline. Aunque condujeron vidas separadas, los Norton siguieron siendo reconocidos como un matrimonio por la ley y Caroline continuó bajo el yugo del matrimonio. George Norton impidió que su mujer pudiese estar con los hijos, lo que determinó a Caroline para emprender una batalla que pretendía cambiar una ley que consideraba injusta. A través de la publicación de panfletos que buscaban tanto crear una opinión pública como llegar a las instancias de poder, se propuso conseguir cambios como que los hijos menores de siete años permaneciesen bajo la custodia de sus madres, que tanto el padre como la madre pudiesen visitar libremente a los hijos menores de doce años, y que fuese la corte judicial, y no el padre, quien tuviese la capacidad de decidir sobre la tutela del menor.
Tras años de lucha, en agosto del año 1839 se promulgó una ley, la Custody of Infants Act, que aseguraba que, en caso de divorcio y siempre que no hubiese cometido adulterio, la mujer pudiese ejercer la custodia de los hijos menores de siete años. En esta nueva ley también se le aseguraba a la madre el derecho de visitar a su prole a partir de esa edad. Sin embargo, esta victoria parlamentaria no impidió que tuviese que renunciar a sus hijos. Puesto que la nueva ley solo tenía vigencia en los territorios de Inglaterra, Gales e Irlanda, George Norton se trasladó con sus tres hijos a Escocia para que Caroline no tuviese opción de visitarlos.
A pesar de los reveses, Caroline Norton prosiguió su lucha legal a través de la publicación constante de libros, folletos y cartas a las autoridades. Entre sus logros políticos posteriores, se cuentan la promulgación del Matrimonial Causes Act (1857) y la Married Women’s Property Act (1870), que garantizaba a las mujeres el derecho de herencia, la capacidad de firmar contratos y el control directo de sus bienes y ganancias, algo especialmente importante en aquellos casos en los que el marido abandonaba a la esposa, con el riesgo de quedar sumida en la pobreza.
Aunque Caroline Norton jamás se pronunció a favor de la igualdad de géneros y siguió aceptando la superioridad del hombre respecto a la mujer, según los valores culturales que sostenían la sociedad victoriana, su lucha personal abrió la senda a los feminismos posteriores. Norton se debatió por el reconocimiento de mayores derechos y una mayor capacidad de acción y decisión en lo que concernía a la vida familiar, el derecho de las mujeres a la propiedad y las responsabilidades sobre los hijos. Sus logros allanaron el camino para emprender otra lucha fundamental en el reconocimiento de derechos ciudadanos, como el acceso al voto.