¿Cuál fue la primera 'píldora del día después' de la historia?
Los antiguos griegos utilizaban una planta concreta para prevenir el embarazo y “destruir cualquier embarazo existente”
¿El primer y mejor anticonceptivo clásico? El silfio, una planta muy popular en la antigua Grecia y Roma. De hecho, se puede decir que lo utilizan para casi todo: como condimento, perfume, afrodisiaco y, en última instancia, como tratamiento abortivo o “píldora del día después”.
Los antiguos romanos estaban a la vanguardia en muchas cosas y, por suerte para nosotros, continuamos utilizando muchas de ellas. La fontanería, el calendario, los acueductos, los periódicos, los edificios de apartamentos (insulae), las carreteras y la burocracia son solo algunos ejemplos de los inventos que tenemos que agradecérselos a los romanos.
El silfio nunca ha tenido nombre científico, pues cuando Carl Linneo se dispuso a esta tarea de delimitar y clasificar todas las plantas del planeta, ya había desaparecido hacía muchos siglos. Pero era una planta de flores amarillas, hojas pequeñitas y raíces robustas, con un aspecto similar al actual hinojo, pero más grande. Con un poderoso “don” para los habitantes de la cuenca mediterránea de la época clásica. La usaban con tanta frecuencia y en tan grandes cantidades que se extinguió antes de la caída del Imperio Romano.
El único lugar en el que crecía esta planta era Cirene, gracias a una combinación de lluvia y suelo rico en minerales, por lo que había límites acerca de la cantidad de plantas que se podían cultivar al mismo tiempo.
En Cirene, la antigua polis en la actual Libia, era tan popular para la economía que la mayoría de sus monedas tenían imágenes de esta planta o sus semillas. Rezumaba una savia olorosa que valía su peso en oro. Era deliciosa, olía muy bien y podía tratar de todo, desde dolores de garganta e indigestión hasta mordeduras de serpientes, epilepsia, fiebre, náuseas, escalofríos o incluso callos en los pies. Sin embargo, fueron sus otros usos los que la hicieron famosa y provocaron su eventual extinción. Los griegos pensaban que era un regalo del dios Apolo.
Se recomendaba a las mujeres que mezclaran el jugo de una pequeña cantidad de silfio con agua para "regular sus ciclos menstruales". Su efectividad era, para ellos, incuestionable. Además, era un excelente conservante para las lentejas y cuando se alimentaba a las ovejas, su carne se volvía deliciosamente tierna. Era un condimento fundamental en la alta cocina romana.
En el dormitorio, el jugo de silfio se bebía como afrodisíaco y se aplicaba para “purgar el útero” como método anticonceptivo. El antiguo médico Soranus sugería tomar una dosis mensual de silfio del tamaño de un garbanzo para evitar el embarazo y “destruir cualquier existente”. La planta actuaría como abortivo y como medida preventiva. Si la mujer estaba embarazada, una dosis de la resina provocaría el aborto espontáneo y si no, dejaría a la mujer temporalmente infértil para evitar el embarazo.
Se cree que sus semillas en forma de corazón son la razón por la que asociamos el símbolo con el romance hasta el día de hoy.
A los romanos les gustaba tanto esta planta que escribieron sobre ella en poemas y canciones. Aunque Plinio el Viejo escribió que la conocida planta se extinguió en el siglo I d.C. tras ser consumida hasta su extinción, no hemos podido identificarla, por lo que es imposible saber con certeza todo acerca de sus propiedades. Para ellos, era una panacea. Se dice que uno de sus últimos tallos fue arrancado y enviado al emperador romano Nerón en algún momento alrededor del 54-68 d.C.