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La maldición del diamante Hope

La mayoría de sus propietarios sufrieron muertes trágicas

Una de las gemas más espectaculares del mundo es el Hope Diamond, un diamante azul, aproximadamente del tamaño de una nuez cuyo valor se estima en más de 200 millones de euros. Suficiente para hacer rico a su propietario. O desgraciado, porque esta piedra, cuenta la leyenda, porta una maldición.

Karl Shuker, en su libro "The Unexplained", relata el origen de esta gema: “Originalmente se encontraba en la frente de un ídolo de un templo hindú, hasta que fue arrancada por un sacerdote, cuyo castigo fue una muerte lenta y agonizante …" . Desde ese momento los sacerdotes del templo maldijeron a cualquiera que estuviera en contacto con el diamante. Y la historia muestra que podrían haber tenido éxito en su conjuro.

Jean-Baptiste Tavernier, un comerciante de gemas francés, fue uno de los primeros propietarios y uno de los pocos que habría evitado la maldición. Este viajero se lo vendió a Luis XIV, quien murió de gangrena y todos sus hijos legítimos murieron en la infancia, excepto uno.

El diamante permaneció con la familia real francesa hasta que fue robado en 1792 durante la Revolución Francesa y desapareció durante décadas. Luego reapareció, pero había sido cortado por Wilhelm Fals, un joyero holandés, que tiempo después murió a manos de su hijo Hendrik, que se suicidó años después. Su siguiente propietarios fue Francis Beaulieu, quien vendió la piedra para morir en la miseria poco después.

Jorge IV, el rey de Inglaterra, también tuvo la piedra y murió con una deuda que llegó a rozar los 100 millones de euros actuales. El banquero Henry Philip Hope (por quien el diamante es conocido actualmente), sufrió la muerte de su único hijo, su mujer murió en la pobreza y el heredero de la piedra, el sobrino nieto de Hope, también terminó en la miseria. A esta lista hay que sumarle a Jacques Colot, que se volvió loco y se suicidó, al príncipe ruso Ivan Kanitovski, quien fue asesinado, la bailarina Lorens Ladue (del Folies Bergere) que murió asesinada por su amante, el comerciante de diamantes Simon Maoncharides, quien se mató en un accidente de tráfico junto a su mujer y su hijo… Y la lista sigue entre millonarios y políticos que también habría sufrido la maldición original.

El sultán Abdul Hamid II perdió el Imperio Otomano y su concubina favorita Zubayda fue hallada muerta a puñaladas. La millonaria Evalyn Walsh McLean compró el diamante a la casa Pierre Cartier y todo comenzó a ir a peor. Su suegra murió poco después, su primogénito murió en un accidente automovilístico a la edad de nueve años, su esposo se fugó con otra mujer. Finalmente dilapidó su fortuna, sufrió atrofia cerebral por alcoholismo y murió en un hospital psiquiátrico. Ah! Y su única hija murió de una sobredosis de drogas a la edad de veinticinco años.

Con todo esto no es extraño que se decidiera donar el diamante al Museo Smithsonian para que se acabe la maldición. El problema es que el cartero que entregó el diamante, James Todd, habría sufrido un accidente en el que quedó tullido, luego se lesionó la cabeza en otro choque y finalmente se quemó su casa.

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