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El día que un incendio cambió la ciencia

Gracias a este accidente nació una nueva disciplina y fue posible saber de qué están hechas las atmósferas de los planetas

Toda historia tiene un protagonista, pero en este hay dos, probablemente por la importancia de la misma. El primero de ellos es Robert Wilhelm Eberhard Bunsen un químico alemán que a lo largo de su carrera se convertiría en uno de los científicos más admirados. Fue quien descubrió el elemento químico cesio (en 1860) y el rubidio (en 1861), fue nombrado miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias, de la American Philosophical Society y el primero en recibir la prestigiosa medalla Davy, otorgada por logros sobresalientes en química.

Esta medalla la recibió junto al segundo protagonista de la historia: Gustav Kirchhoff, con quien descubrió también el rubidio. Kirchhoff también era un químico alemán. Experto en el área de los circuitos eléctricos (fue quien descubrió las leyes que los gobiernan) y la radiación del cuerpo negro. Pero al igual que Bunsen, Kirchhoff también es recordado por su compromiso con la enseñanza. Durante dos años, entre 1848 y 1850, no solo realizó algunos de sus hallazgos más importantes sino que también aceptó de buen talante ejercercomo profesor universitario en la Universidad de Berlín, sin recibir paga alguna debido a la mala situación económica del país

Como buenos científicos que eran, a los dos les encantaba experimentar y una de sus aficiones más frecuentes era quemar elementos químicos utilizando un mechero que inventó Robert Bunsen y hoy lleva su nombre.  La rutina de quemar elementos les llevó a darse cuenta que cada uno daba un color de llama diferente (el calcio, rojo; el cobre, azul verdoso; el sodio, amarillo...). Para ver mejor los colores, miraron las llamas a través de un prisma y descubrieron algo nuevo: cada elemento, al quemarse, producía un arco iris con una combinación de colores única, como una huella dactilar.

Tanto les entusiasmó este descubrimiento que crearon una máquina que básicamente lo que hacía era dejar que la luz entrara por un pequeño agujero y a través de cristales, lentes y prismas que dividían los rayos de luz en líneas paralelas de color, lograban que, finalmente, el arco iris, pudiera verse a través de un pequeño visor. El invento, bautizado espectroscopio, era muy bueno...pero ninguno de los dos sabía qué utilidad podía tener.

Hasta que un día, desde la terraza de uno de ellos (algunas versiones señalan que fue en la casa de Bunsen y otras en la de Kirchhoff, vieron un incendio a unos 80 kilómetros de donde se encontraban. Solo por curiosidad analizaron la luz con su invento y vieron que tenía la misma huella dactilar que el sodio. A la mañana siguiente se enteraron que lo que se había incendiado era una fabrica de conservas...que utilizaban como principal ingrediente la sal, que está formada por sodio. Fue en ese momento cuando Bunsen y Kirchhoff se dieron cuenta que si podían saber qué elemento  ardía a los lejos...quizás pudieran ir más lejos aún y determinar de qué están hechas las estrellas, de qué está compuesta la atmósfera de un planeta y la composición de los asteroides. Así fue cómo, gracias a un incendio, cambio la ciencia planetaria.

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